Mientras los fieles veían el humo blanco salir de la chimenea de la Capilla Sixtina, el maestro de ceremonias le ofrecía al nuevo Papa la tradicional capa roja ribeteada con armiño, la cual usaba feliz su predecesor, Benedicto XVI, para las ocasiones ceremoniales.
“No gracias, monseñor”, cuentan que dijo. “Se acabaron los tiempos del carnaval”.
Una frase concluyente y decidora del nuevo estilo papal.
En las primeras 48 horas de pontificado, Francisco le ha dado al mundo una señal bastante clara de cómo será tener, por primera vez en la historia, a un jesuita liderando los 1.200 millones de católicos en el mundo.
“La palabra más repetida en las ruedas de prensa del Vaticano es ‘sencillez, sencillez, sencillez’. Ese es el carácter oficial con que El Vaticano está presentando al nuevo Papa”, explica desde Roma Pablo Esparza, enviado especial de BBC Mundo al Vaticano.
Una hora después de su elección el miércoles, el nuevo Papa se escabulló del Vaticano en un auto camuflado. Quería rezar y agradecer en la misma basílica romana donde el fundador de su orden, Ignacio de Loyola, alguna vez rezó.
Tras la visita le pidió al chofer del auto que hiciera una parada en el hotel clerical del centro de Roma donde se había quedado antes del cónclave. Quería pagar la cuenta y recoger su equipaje.
Al día siguiente, Francisco una vez más abandonaba el Vaticano de incógnito para visitar a un amigo enfermo en el hospital.
Otro de los momentos clave ocurrió cuando el Sumo Pontífice abrió los sellos del departamento papal, en el Palacio Apostólico, para tomar posesión de su nuevo hogar. Mientras funcionarios del Vaticano se inclinaban en una reverencia y el arzobispo George Gaenswein, secretario del retirado papa Benedicto XVI y amo de la casa papal, buscaba el interruptor de la luz, Francisco permanecía inmóvil en la oscuridad, observando la escena.
“Aquí caben 300 personas. No necesito todo este espacio”, se dice que dijo.
¿Revolucionario o poco protocolar? Lo que ha quedado claro en dos días es el distanciamiento que el papa Francisco ha marcado respecto del tono formal y a ratos académico de su antecesor, Benedicto XVI.
Por el contrario, Francisco ha llegado desde “el fin del mundo”, como él mismo aseguró, marcando un estilo más austero y cercano a la forma de vida de la gente común, tal como lo hacía cuando era obispo de Buenos Aires, viajando en transporte público, por ejemplo.
Según cuenta Pablo Esparza, en su primer traslado oficial como Papa -desde la Capilla Sixtina hasta la Domus Santa Marta- prefirió viajar con los cardenales en el microbús a utilizar su auto y chofer oficiales.
Otra característica en la que se diferencia de su antecesor es su capacidad discursiva.
En su primera homilía -y desde entonces en otras ocasiones, como en el encuentro que mantuvo con la prensa este sábado-, Francisco se dirigió a su audiencia sin la ayuda de ningún papel.
“Improvisó. Habló a corazón abierto”, le dijo a BBC Mundo el vocero vaticano José María Gil Tamayo tras la primera misa.
Como, cuando en medio de su encuentro con la prensa, contó que el nombre Francisco se le ocurrió luego de que el cardenal brasileño Cláudio Hummes le diera un golpecito en la cabeza y le pidiera que no se olvidara a los pobres.
Dando datos desconocidos -y sabrosos- de su elección el Papa demostró ante más de 600 periodistas que no es un novato en manejo comunicacional.
Incluso al final de su primera reunión con la prensa, Francisco se despidió de los periodistas en su lengua materna: el español. “Muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica y otros no son creyentes, pero respetando las conciencias de cada uno, les doy mi bendición (…) ¡Qué Dios los bendiga!”, les dijo.
Pareciera que con estos actos -la mayoría de ellos dados a conocer por el departamento de Comunicaciones de El Vaticano- el nuevo Papa quiere perfilarse como un hombre ligero, amigo de los pobres. Tal como otro famoso hombre de la Iglesia, a quien le pidió prestado el nombre: Francisco de Asís.
De hecho, les pidió a sus compañeros obispos de Argentina no gastar dinero viajando a Roma para la ceremonia de entronización, sino utilizarlo en acciones sociales.