Llevaba unos shorts de mezclilla y una playera ajustada roja. Hacía media hora que estaba ahí de pie, al aire libre. Tuvo una conversación con un hombre que pasaba por ahí. Cuando el agente Hill le registró el bolsó, encontró un condón y un dolar veinticinco.
La detuvo por “merodear con el propósito de ejercer la prostitución.” Para apoyar la declaración rellenó una casillas especificando qué llevaba puesto y cuántos condones cargaba en la bolsa.
En la web PROS, leí un estudio llamado “Crisis de salud pública” sobre cómo el NYPD (el departamento de policía de Nueva York) arresta por llevar condones encima y me acordé de todas esas camisas apretadas que he llevado muchas veces, caminando sin rumbo alguno, en deliciosos días de primavera. Y pensé: esa podría ser yo o cualquiera de mis amigas.
El NYPD te puede detener por llevar condones, pero eso depende de quién seas. Si eres un chica blanca de clase media como yo, probablemente estarás a salvo. Pero pongamos que eres una trabajadora sexual, o un niñato gay al que acaban de echar de casa. Pongamos que eres una mujer transexual que ha salido a cenar con su novio. O quizá ya te hayan detenido por ser una trabajadora sexual. Quizá algún policía retrasado piensa que pareces una puta.
Entonces no estás para nada a salvo.
Como la mayoría de bromas crueles del sistema judicial, no sabes que te puede pasar algo así hasta que te pasa personalmente. Monica Gonzalez es enfermera y abuela. En el año 2009, el agente Sean Spencer la detuvo por prostitución mientras estaba de camino a urgencias con un ataque de asma. El condón que encontró resultó ser imaginario. Gonzalez interpuso una demanda después de que retiraran los cargos. Pero, de todas formas, si el condón hubiera sido real, ¿por qué debería haber sido arrestada?
Un arresto siempre es violento. El NYPD pueden romperte las costillas o no, pero en un proceso de detención en América siempre hay un tipo atándote las manos en la espalda, a punta de pistola, encerrándote en una jaula. Las celdas son cajas llenas de mierda, normalmente tan llenas de gente que no te puedes ni sentar. La policía puede dejarte ahí dentro durante tres días, lo suficiente como para perder tu trabajo. Parece obvio, pero lo digo porque la educada clase media suele banalizar estas detenciones. Hablan de “sacar a esa gente de la calle.” No se dan cuenta de que la constante amenaza de arresto es traumática hasta que les pasa a ellos o a sus hijos.
La prostitución en Nueva York es solo un delito menor, pero una condena puede dejarte sin bonos de alimentación o sin pensiones de vivienda. Mientras la sociedad finge querer que los trabajadores sexuales cambien de profesión, a la vez hace todo lo que puede para que eso no ocurra. La mayoría de acusados por prostitución suplican un acuerdo. Demasiado pobres y asustados para luchar, hombres y mujeres aceptan cargos que les perseguirán de por vida.
Existen dos tipos de arrestos por prostitución. Para decir que es “prostitución” el policía tiene que presenciar una oferta, pero para decir “merodear con el propósito de ejercer la prostitución” sólo necesita pruebas circunstanciales. En las declaraciones, los agentes sólo tienen que rellenar una serie de preguntas. ¿Estabas merodeando por una zona de prostitución? Según Karina Claudio, líder del grupo comunitario Make de Road, estas zonas pueden estar en cualquier sitio. ¿Ibas vestida de manera provocadora? ¿Hablaste con un hombre? ¿Estabas cerca de alguien que ha sido arrestado anteriormente por ser trabajador sexual? ¿Llevabas condones contigo?
Claudio dice, “Obviamente, hay un problema tan amplio con la ley que si vas con minifalda y camiseta ajustada en ‘un sitio donde hay prostitución’, puedes ser detenida. Esto es un juego de ruleta rusa.
Y más problemas tendrás si eres transexual. ”
En un estudio llevado por Make the Road, un 59% de los transexuales cuestionados han sido detenidos por la policía. Cristina, una mujer transexual estaba de marcha con su novio cuando le acusaron de prostitución al encontrarle condones en el brassier.
Hagamos una pausa un momento para imaginar qué les llevó a ese descubrimiento. Los policías se negaron a creer que ese tipo no era un cliente. Claudio dice,”Esto es lo que les pasa a nuestros miembros cuando van travestidos. Entran en tiendas, discotecas y restaurantes y son etiquetado como trabajadores sexuales por su aspecto e identidad sexual.”
Así es como te arrestan por llevar condones sin ser un trabajador sexual. Llevas condones para proteger tu salud y la de tus clientes. Incluso quizás conseguiste los condones en tu centro de salud municipal. Nueva York distribuye 40 millones de condones al año. La ciudad tiene su propia marca de condones, el logo son unas letras iguales que las de las líneas del metro.
Así que te detienen. Las pruebas necesarias para encerrarte son que llevas encima uno de estos condones de la marca de la ciudad.
Si no te detienen, la policía también tiene la curiosa manía de confiscarte los condones.
La red PROS tienen montones de historias viscerales. Una mujer blanca de 37 años en Coney Island nos dijo, “Me encerraron porque tenía un condón. No estaba prostituyéndome y, aparte de todo, se quedaron el condón.” Un trabajador puertorriqueño homosexual de 22 años nos contó que haga lo que haga está condenado. Él sólo quiere hacer dinero y protegerse de enfermedades. ¿Por qué les confiscan los condones? ¿Quieren que se mueran?
¿Cómo es que siguen pasando estas atrocidades? Ah, porque los trabajadores sexuales no importan.
Pues los trabajadores sexuales sí que importan. A sus amigos y familiares, a sus hijos y a sus padres, y a sus comunidades, les importan. Pero al poder no les importan, incluso cuando este mismo poder es el que paga para que le pongan un pañal haciendo realidad su fantasía todos los miércoles.
Los horrores son aceptados cuando no les pasa a la clase dominante.
El 90% de las personas que son detenidas y cacheadas son de color. Dado al trabajo de organizaciones comunitarias, los medios de comunicación tradicionales han informado que el NYPD rellena sus cuestionarios buscando hierba debajo de los testículos de adolescentes negros. Ahora también informan de que en un edifico de Clean Halls pueden empotrarte contra una pared o incluso arrestarte por no llevar tu carnet de identidad cuando sales a tirar la basura. Si las drogas y las armas son la excusa para atormentar a la gente negra, los condones son lo mismo para gays y mujeres.
Grupos de defensa de los derechos LGBT y trabajadores sexuales luchan contra el uso de condones como pruebas. El feminismo convencional no hace nada. Un movimiento que a gritos y muy justamente lucharon contra los farmacéuticos que se negaban a preescribir la píldora anticonceptiva, ha mantenido un largo silencio y no han dicho nada sobre las mujeres que son encerradas por llevar otro tipo de anticoncepción encima.
El feminismo convencional debería recordar que la guerra sobre mujeres siempre empieza con la guerra sobre prostitutas. Más tarde se expandió e incluye a cualquiera excepto a las blancas virgencitas que se arrodillan ante Cristo en la iglesia. Hasta el año 1996, en Irlanda se encerraban a madres solteras y a víctimas de violaciones en Magdalene Laundries, donde las monjas les obligaban a purgarse de sus pecados imaginarios. Las monjas construyeron este recinto, Magdalene Laundries, para encerrar a trabajadoras sexuales. Diez mil mujeres murieron entre esas paredes. Vidas de mujeres de todos los ámbitos. Excepto de los más ricos, claro.
El proyecto de ley para que los condones dejen de ser pruebas se introdujo en 1999. Salud y derechos civiles llevan luchando contra eso durante más de diez años. Audacia Ray, fundadora de la organización activista Red Umbrella Project, dice que mientras muchos políticos apoyan el proyecto en privado, temen hacerlo público. No quieren ser vistos como que están a favor de la prostitución.
Si eres de Nueva York y piensas que está mal que encierren a la peña por tratar de protegerse a ellos mismos y a sus parejas del VIH, quizá deberías llamar al señor senador. En No Condom as Evidence encontrarás más información.
Las organizaciones benéficas no cambian las cosas. Lo que hace que cambien es la solidaridad. ¿Has estado algún día en shorts, tomando el sol con un condón en la cartera? ¿Tenías miedo de ser arrestada? ¿O es que te portas bien como mujer? ¿Eres miembro de la clase privilegiada? ¿O vas a dar la espalda a la violencia del sistema hasta que un día te pase a ti?