Un soldado del Ejército acusado del mayor robo de material secreto en la historia estadounidense se declaró el jueves culpable de 10 de 22 cargos y una jueza militar dijo que le permitirá leer una declaración para explicar sus acciones.
El soldado Bradley Manning se declarará culpable de haber enviado cientos de miles de documentos secretos al portal de revelaciones WikiLeaks, en violación de los reglamentos militares, pero no reconocerá haber violado las leyes federales sobre espionaje.
La jueza, coronel Denise Lind, deberá decidir si aceptará las declaraciones de culpabilidad, que podrían conllevar hasta 20 años de cárcel. La fiscalía podría solicitar la convocatoria de un tribunal militar sobre los cargos restantes, incluso ayuda al enemigo, que podría ser penada con cadena perpetua.
Manning, de 25 años, está acusado de haber enviado a WikiLeaks cientos de miles de informes sobre Irak y Afganistán, cables diplomáticos del Departamento de Estado, otros documentos secretos y dos videos de acciones en campo de batalla entre 2008 y 2010 cuando trabajaba como analista de inteligencia en Bagdad.
El gobierno de Obama dijo que la revelación de las informaciones puso en riesgo a fuentes militares y diplomáticas valiosas y perjudicó las relaciones de Estados Unidos con otros gobiernos. Los expertos dijeron que el gobierno quiere enviar un mensaje inequívoco de que no tolerará dichas infidencias.
Los simpatizantes de Manning —que el sábado conmemoraron sus primeros mil días en prisión— lo consideran un héroe cuyas acciones pusieron de manifiesto crímenes de guerra y ayudaron a desencadenar los levantamientos prodemocráticos conocidos como la Primavera Arabe a fines del 2010.
El martes se reveló que Manning presentó una declaración escrita sobre las revelaciones y sus motivos que desea leer en el tribunal durante la audiencia del jueves. La fiscalía objetó, pero la jueza dijo que lo autorizaría a hacerlo.
Manning ha conseguido pocas victorias en el largo proceso previo al juicio, en el que denunció haber sido encerrado desnudo y de pie en la prisión de máxima seguridad de la infantería de marina en Quantico, Virginia.
AP