Envejecer es inherente en el ser humano. La cuestión está en cómo envejecer y cuánto vivir. Científicos han buscado durante miles de años la clave de una vida larga y saludable con experimentos que han arrojado increíbles resultados.
Una vida sin estrés es de los principales ingredientes que aparecen cuando se habla de una receta para una larga vida. Sin embargo, ya en 1921, un estudio de Lewis Terman, de la Universidad de Stanford, rechaza esta creencia de muchos.
Entonces hizo un seguimiento a la vida de 1.500 personas, desde su niñez hasta su muerte, y estableció una coincidencia entre los rasgos de comportamiento y los acontecimientos de la vida con la forma en que los individuos prosperaron años más tarde.
Durante las últimas dos décadas, este trabajo ha sido actualizado por Howard Friedman, un profesor de psicología de la Universidad de California.
“Estudiamos a aquellas personas que eran más persistentes, más trabajadoras, más involucradas y lograron más éxitos -con frecuencia las más estresadas- y nos dimos cuenta que fueron quienes se mantuvieron más sanos y vivieron más”, le explica Friedman al corresponsal de la BBC en Los Angeles, Peter Bowes.
“Quienes dijeron ‘no me estreso, me lo tomo con calma, me jubilo temprano’, registraron más tendencia a morir a una edad joven. Esto fue realmente una sorpresa, pues va en contra de muchos de los consejos que escuchamos”.
Una pizca de preocupación
“Ellos tienden a tener hábitos más saludables”, agrega el experto. “Ellos son menos propensos a fumar, a beber en exceso. Pero también descubrimos que aquellos concienzudos tendían a tener más éxito en sus carreras, lo que es un buen vaticinador de una vida larga y sana”.
El proyecto también sugiere que la gente que vivió una vida socialmente más responsable, más involucrados con otra gente y sus comunidades, vivieron más.
Hasta aquí algunas pistas de cómo extender nuestra vida en este planeta. Sin embargo, la cuestión de la eterna juventud sigue siendo un misterio.
El proceso físico del envejecimiento es un reto para los científicos. Todos estamos familiarizados con la forma en que cambia nuestro cuerpo, pero los cambios que ocurren a un nivel celular son mucho más complejos.
Un proceso “despiadado”
“El envejecimiento no es realmente comprendido”, comenta Stephen Coles, del departamento de química y bioquímica de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y co fundador del Grupo de Investigación de Gerontología.
“Existe una clara relación entre los procesos que ocurren cuando el ser humano se desarrolla, basado en nuestro perfil de ADN, y (aquellos) cuando el ADN no tiene nuevas cosas que hacer, porque hemos alcanzado la premisa básica de crecer y multiplicar”.
Coles, quien estudia a supercentenarios -gente con más de 110 años- explica que el declive empieza después de los 30 años.
“El proceso de envejecimiento toma el control de una forma despiadada que ataca a todos los organismos biológicos”.
El papel de los telómeros
Un área de investigación de la vejez, a un nivel celular, se centra en el papel de los telómeros. Estos son las puntas de protección que se encuentran en los extremos de los cromosomas, algunas veces comparadas con las puntas de los cordones de los zapatos. Su papel es proteger el final del cromosoma y evitar la pérdida de información genética durante la división celular.
Los telómeros se van encogiendo o se van deteriorando cada vez que hay una división celular. La reproducción de célula se detiene cuando los telómeros se quedan muy pequeños.
Se ha asociado los telómeros pequeños con enfermedades de alto riesgo como las cardiovasculares o la demencia.
“El encogimiento de telómeros es claramente algo malo”, explica Coles. “Cualquier cosa que uno pueda hacer para alargarlos sería beneficiosos”.
Cuándo y cómo
Existe una buena cantidad de productos en el mercado que aseguran alargar los telómeros. Puesto de otra forma, podrían detener el envejecimiento de las células, a pesar de que no se ha determinado si esto podría extrapolarse a los efectos antiedad en todo el cuerpo.
Pero a pesar de todos los esfuerzos de los científicos y psicólogos para descubrir el secreto de una vida eterna, el máximo de edad al que la mayoría de nosotros podemos esperar a llegar es finales de los 70 o principios de los 80.
Entonces la cuestión sería: ¿cuál es la mejor forma de morir?
“Muchos geriatras y gerontólogos bromean sobre este asunto”, señala Gary Small, director del Centro de Longevidad de la UCLA.
“Ellos dicen que quieren vivir hasta los 95 años y morir de un disparo de una amante celosa. La idea es permanecer comprometido, involucrado, disfrutar tu vida, pero cuando llegue la hora, aceptarlo y no temer a ello”.