El domingo 23 de abril de 1989, saliendo de una audiencia con el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari en la residencia oficial de Los Pinos, Carlos Jonguitud Barrios renunció a la dirigencia sindical de los maestros del país, lugar que retomaría en unas cuantas horas, la maestra Elba Esther Gordillo.
Teodoro Palomino, el entonces dirigente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), aseguró que la renuncia del líder moral del SNTE no respondía a una decisión del gobierno de Salinas, sino que llegaba como respuesta a las demandas de miles de maestros disidentes quienes mantenían un paro indefinido de labores desde siete días antes (17 de abril) buscando la democratización del sindicato y un aumento salarial del 100%.
Carlos Jonguitud Barrios había dirigido a la organización sindical durante más de 15 años y era el líder de formaciones gremiales más importante desde que, a principios de ese año, el gobierno mandara encarcelar al poderoso cacique del sindicato petrolero, Joaquín Hernández Galicia.
La renuncia de Barrios había sido reclamada desde tiempo atrás por sectores significativos del sindicalismo magisterial, quienes aseguraban que el líder no hacía ningún servicio al sistema que lo prohijó y patrocinó.
La misma noche del domingo, el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, miembros del Comité Ejecutivo del SNTE y Elba Esther Gordillo se reunieron en la Secretaría de Gobernación en Bucareli. Horas más tarde, el formal secretario general del SNTE, J. Refugio Araujo del Ángel, quien había sido impuesto en el cargo menos de tres meses antes por Jonguitud, presentó su renuncia y el consejo designó para relevar al renunciante a la profesora, quien desde ese lunes se puso a la cabeza de la delegación que negociaba con la disidencia los asuntos que mantenían parado el servicio educativo del país.
A pesar que los disidentes festejaron la renuncia de Jonguitud y Araujo, “los manifestantes en el Zócalo no podían dejar de considerar que sus exigencias apenas habían sido tocadas y desde luego no resueltas, y que la designación de la profesora Gordillo, vinculada durante largo tiempo a Jonguitud, y de cuyo alejamiento político no había evidencias, podría significar simplemente más de lo mismo”, escribió entonces el diario La Jornada.
“Llega al liderazgo nacional del magisterio condicionada por términos que sólo puede alterar en la medida en que efectivamente se abra al diálogo y a la concertación, reconociendo por un lado la necesidad de instaurar la democracia en un sindicato donde tanta falta hace, y por otro la semejante necesidad de admitir que los otros, los diferentes, los que no piensan como vanguardistas, tienen amplia presencia y no menos derechos que los demás”, redundó el diario.
Para la mañana del martes 25, se perfilaban las nuevas vías de solución al conflicto magisterial que podrían llevar a un levantamiento del paro.
Gordillo planteó, entonces, al titular de la SEP, Manuel Bartlett, que estudiara la posibilidad de un incremento salarial que beneficiara de forma real a los maestros.
Lo demás es historia.