No muchos sermones incluyen el mensaje de que todos nos vamos a morir y que no hay otra vida después de ello.
Pero esta asamblea dominical no ofrece servicios religiosos ordinarios.
Lanzada el mes pasado como una reunión para no creyentes, es -en palabras del maestro de ceremonias, el cómico británico Sanderson Jones- “en parte un espectáculo de baile, en parte una iglesia atea, una completa celebración de la vida”.
Más de 300 personas se amontonan en las instalaciones de una iglesia desacralizada para unirse a la celebración en la mañana del domingo.
En lugar de himnos, los no-fieles se ponen de pie para cantar canciones de Stevie Wonder y Queen.
Hay una lectura de Alicia en el País de las Maravillas y una presentación en Power Point del físico de partículas Harry Cliff que explica los orígenes de la teoría de la antimateria.
Parece un espectáculo de monólogos cómicos. Jones y la cofundadora, la comediante Pippa Evans, bromean con la multitud.
Pero hay momentos más serios.
El tema de la mañana es “maravillarse” en respuesta, explica Jones, a la crítica de que los ateos no pueden tener esta experiencia.
Así que inclinamos las cabezas por dos minutos en contemplación del milagro de la vida y, en su sermón de clausura, Jones habla de cómo la muerte de su madre influyó en su propio viaje espiritual y determinación para obtener el máximo provecho de cada segundo, dándose cuenta que la vida es muy breve y nada viene después.
Los miembros del público -mayoritariamente joven, blanco y de clase media- parecen muy contentos de ser parte de algo nuevo y hablan del vacío que sintieron una mañana de domingo, cuando decidieron abandonar su fe cristiana. Pero pocos se identifican activamente como ateos.
“Es una buena excusa para reunirse y tener un poco de un espíritu de comunidad, pero sin el aspecto de religión”, dice el fotógrafo Jess Bonham. “No es una iglesia, es una congregación de personas no religiosas”.
Otro asistente, Gintare Karalyte, dice: “Creo que la gente necesita este sentido de conexión porque todo el mundo está tan solo en este momento, y ser parte de algo y sentir como si fueras parte de algo es lo que la gente anhela”, dice a la BBC Gintare Karalyte, otro asistente.
Sin religión
El número de personas que se declaran “sin religión” en Inglaterra y Gales ha aumentado de más de seis millones desde 2001 a 14.1 millones, según el último censo. Eso hace que Inglaterra y Gales sean dos de las naciones menos religiosas en el mundo occidental.
Figuras como escritor Richard Dawkins y el comediante Ricky Gervais lideran una tendencia de no creyentes más expresivos que buscan reflexionar sobre lo que significa ser un ateo.
Mientras que el escritor Alain De Botton dió a conocer un manifiesto para los ateos, enumerando diez virtudes – o como la prensa ha apodado a “mandamientos” – para los faltos de fé.
De Botton dice que quiere promover las virtudes pasadas por alto como la resiliencia y el humor.
Se le ocurrió la idea en respuesta a la creciente sensación de que ser virtuoso se había convertido en “una idea extraña y deprimente”, que parece replicar el mantra de la propia Asamblea Dominical: “vivir mejor, ayudar a menudo, maravillarse más”.
El escritor aboga por una nueva generación de terapeutas seculares que tomen el lugar del sacerdocio y cree que el ateísmo debe tener sus propias iglesias, pero añade: “Nunca deben ser llamadas así, porque” ateísmo “no es una ideología alrededor de la cual las personas se reúnen. Es mucho mejor llamarlo algo así como humanismo cultural”.
¿Religión?
Existe una preocupación entre algunos no creyentes de que el ateísmo se está convirtiendo en una religión en sí misma, con su propio código de ética y autoproclamados sumos sacerdotes.
Jones insiste en que no está tratando de fundar una nueva religión, pero algunos miembros de su congregación no están de acuerdo.
“Se convertirá en una religión organizada. Es inevitable. Se establecerá un sistema de creencias. Habrá una estructura, un punto de vista ético en la vida”, dice el arquitecto Robbie Harris.
Él cree que Evans y Jones tienen “una gran responsabilidad” si la Asamblea Dominical “sigue siendo tan exitosa como lo es ahora”.
“El problema es que podría llegar a ser sectaria y que podría llegar a girar alrededor de una persona. Cualquiera podría destacarse como un predicador carismático, ese es el peligro”.
Sarah Aspinall, miembro de la congregación, insiste: “Creo que Sanderson debe dar un paso atrás y verse a sí mismo como mediador y facilitador -para lo que creo que es obviamente bueno- y sólo llevar a la gente a hablar o leer”.
Jones dice que están en sus primeros días y que las asambleas futuras serán menos acerca de él y más acerca de las experiencias de los miembros de la congregación. Y niega las insinuaciones de que está iniciando una secta.
“No creo que sea un predicador carismático. Sólo me emociono mucho acerca de las cosas y quiero compartirlo con la gente”.
Dice que se ha sentido abrumado por la reacción del público a la Asamblea Dominical y está estudiando la posibilidad de establecer reuniones similares en todo el país.
“Quería hacer esto porque pensé que iba a ser una cosa maravillosa”, explica.
La Asamblea Dominical ciertamente lo está haciendo mejor que la iglesia evangélica de San Judas o que la de San Pablo, que está al lado y en la que unos 30 creyentes se reunen para cantar canciones gospel y escuchar las lecturas de la Biblia.
Pero el obispo Harrison, un predicador cristiano desde hace 30 años, dice que no ve a sus nuevos vecinos como una amenaza y predice con confianza que su viaje espiritual eventualmente los llevará a Dios.
“Tienen que empezar desde algún lugar”, dice.