El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo que llegó el momento de una reforma “completa” y “con sentido común” de las leyes de inmigración de su país.
En un discurso en un colegio de Las Vegas (Nevada), el presidente aseguró que el sistema actual es “anticuado y problemático”.
El plan contempla mayores controles migratorios, sobre todo en la frontera con México.
Los senadores también pidieron sanciones más duras para los empleadores que dan trabajo a inmigrantes ilegales, así como sistemas más eficientes que garanticen la salida de las personas cuyas visas expiraron.
La medida refleja la creciente influencia de los votantes hispánicos.
Obama señaló que muchos de esos 11 millones de trabajadores indocumentados en EE.UU. “ya están entrelazados en el tejido” de la vida del país, y que también hay un incentivo económico para la reforma.
Aunque el plan de reforma de Obama se venía anunciando desde 2011, los votantes latinos se vieron decepcionados de que no se legislara al respecto.
El presidente no reveló la legislación, pero celebró la propuesta presentada por el grupo de senadores este lunes.
“La buena noticia es que, por primera vez en muchos años, republicanos y demócratas parecen estar listos para trabajar juntos en el problema”, dijo.
Obama -que fue investido como presidente reelecto hace 10 días- también apoya una reforma integral del sistema actual de inmigración y el refuerzo de la seguridad en las fronteras estadounidenses.
El presidente advirtió que la inmigración es un problema que polariza a la sociedad, a pesar de que cree que la reforma está “al alcance”.
Obama ya esbozó un proyecto de reforma migratoria en 2011 que no llegó muy lejos y en el gobierno proponía requerirle a los inmigrantes ilegales que se registrasen y pasasen un examen de antecedentes.
También proponía hacerles pagar una serie de multas y de posibles impuestos evadidos.
Los afectados tendrían permitido hacerse residentes legales permanentes después de ocho años y ciudadanos después de cinco.
El proceso es similar al camino que marcaron los senadores en su comparecencia del lunes: pagar impuestos y pasar exámenes de antecedentes. Eso permitiría a los inmigrantes indocumentados vivir y trabajar legalmente en el país pero, en un principio, no tendrían derecho a recibir beneficios.
Sólo empezarán a hacerlo una vez que los inmigrantes soliciten la residencia permanente y deberán situarse en la lista de espera por detrás de quienes en ese momento ya hayan solicitado ese estatus, la tarjeta de residencia o greencard.
Pero la propuesta de los senadores ponía como requisito previo reforzar la seguridad fronteriza, algo que no figuraba en el proyecto del presidente de 2011.
Los legisladores esperan que el Senado apruebe su proyecto este verano.
Pese a que la aprobación de la propuesta no está asegurada en el Senado, a priori será más difícil en la Cámara de Representantes controlada por los republicanos.
Pero muchos republicanos reconocen que la tradicional línea dura del partido respecto a los asuntos migratorios se ha convertido en un lastre, algo que quedó patente en las elecciones de noviembre en las que Obama consiguió el 70% del voto latino.