Tras la polémica que ha causado el modelo 787 Dreamliner, por reportar problemas de seguridad, el fabricante estadounidense de aviones Boeing dio a conocer que formó equipos integrados por cientos de expertos en ingeniería y técnicos para resolver los problemas del avión, con el objetivo de reiniciar las operaciones de dichas aeronaves.
Sin embargo, aclara que para garantizar la integridad del proceso y en cumplimiento de los protocolos internacionales que gobiernan las investigaciones de seguridad, no realizará comentarios sobre las investigaciones en curso.
En un comunicado, lamenta “profundamente el impacto que los recientes acontecimientos han tenido sobre los horarios de operación de nuestros clientes y sus pasajeros”.
El Dreamliner, el avión más nuevo y avanzado de Boeing, fue diseñado con dispositivos de seguridad que buscan evitar que sus dos baterías de iones de litio prendan fuego.
El pasado 18 de enero, la Oficina de Comunicación Social de la Presidencia dio a conocer que, pese a que la flota internacional del Boeing Dreamliner 787 estaba en tierra para ser revisada como consecuencia de las fallas observadas, la adquisición de esa aeronave se mantenía conforme a lo previsto para que sea usada por el Presidente Enrique Peña Nieto.
La Secretaría de la Defensa Nacional aún no cuenta con el avión, aunque se prevé su entrega para 2015.
Actualmente, la Presidencia de la República utiliza el TP-01, un Boeing con capacidad para 66 pasajeros que data de 1987, y el TP-02, otro Boeing con capacidad para 68 pasajeros, de 1989, los cuales tienen que hacer escala para vuelos trasatlánticos.
Para seguir el caso, Animal Político preparó la siguiente línea de tiempo
El viernes 25 de enero, investigadores de accidentes de Estados Unidos dieron a conocer que la batería de un avión Dreamliner Boeing 787 que se incendió a principios de mes en Boston mostró indicios de cortocircuito y una reacción química conocida como una “fuga térmica”, en la que un aumento de temperatura causa progresivamente temperaturas más elevadas.
Los investigadores dijeron desconocer qué sucedió primero, si el cortocircuito o la fuga térmica, informó Deborah Hersman, presidenta de la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés). Tampoco resulta claro qué causó que se presentara cualquiera de los dos, dijo durante una reunión con periodistas sobre la investigación de la Junta.
Los investigadores siguen analizando minuciosamente las partes carbonizadas de la batería en el laboratorio de la NTSB en Washington, en un intento por recabar pistas sobre la raíz del incendio. El foco de su meticulosa labor es buscar defectos en la batería que podrían haber causado ya sea el cortocircuito como la fuga térmica.
*Con información de AP