Ya han pasado tres años desde que las audiencias del mundo entero acudieran en masa a los cines para ver Avatar. La película de James Cameron se convirtió rápidamente en el filme más visto de todos los tiempos, debido en parte a su entonces novedosa tecnología 3D.
Pero, en retrospectiva, Avatar parece haber sido el momento culmen de las películas en tres dimensiones, ya que desde el 2009 no ha habido otra que le haya disputado ese merecido primer puesto. Tres años después, ¿ha llegado la fiebre 3D a su fin?
Nic Knowland es un respetado director de fotografía británico con más de 30 años de profesión. Knowland ha sido testigo de la ida y venida de las distintas tecnologías, y ninguna le ha entusiasmado menos que el 3D.
“Desde la perspectiva del cineasta puede ofrecer valor añadido en ciertos tipos de películas, pero en otras solo es una distracción y una experiencia cinematográfica no demasiado agradable. Todavía no me he encontrado con un solo director de fotografía entusiasmado con el invento”, afirma Knowland.
La opinión que tiene Knowland del 3D es compartida por otro cineasta británico, Oliver Stapleton, que ha participado en películas de Hollywood como Las normas de la casa de la sidra y La propuesta.
“El 3D es totalmente antagónico con la narración de historias, donde la inmersión es el principal objetivo. Te recuerda constantemente que estás frente a una pantalla, lo que impide una implicación emocional. La visión natural humana no guarda ninguna relación con el 3D”, afirma Stapleton.
“Las películas en dos dimensiones no revelan los secretos del cine de la misma forma. Por supuesto, esto es en parte porque estamos acostumbrados a ellas, pero también porque no intentan copiar nuestra visión”, añade el cineasta.
“Mi objetivo es que los remiendos en el vestido sean invisibles. El cine en 3D dice: ‘mírame, soy una película’, mientras que el rodado en dos dimensiones simplemente cuenta: ‘Érase una vez…'”
Pero tanto Knowland como Stapleton reconocen que la tecnología del 3D puede añadir interesantes contribuciones a películas de animación como Avatar (que es según Knowland probablemente el mejor uso que se ha hecho con el 3D hasta el momento). Pero desde la película de James Cameron ninguno cree que haya habido otro caso en el que la tecnología haya servido de forma convincente a un argumento serio.
Un estreno reciente que podría convencer a los escépticos es la película de Ang Lee Life of Pi. La crítica ha recibido positivamente el imaginativo uso del 3D por parte del director taiwanés, quien opina que esta tecnología ya se ha ganado un lugar en el cine.
“Puede que por ser una tecnología todavía nueva confunda un poco a los espectadores. Pero un buen director puede usar esta confusión como una herramienta para convencer, y hacer que la audiencia crea más en lo que está viendo en la pantalla”, dijo Lee.
Pero, ¿tuvo Ang Lee dudas sobre esta tecnología al principio? “Por supuesto. Tenemos una buena relación con el 2D, con su imagen y con su capacidad para contar historias. Hemos crecido disfrutando de su solidez, mientras que el 3D es más elusivo: a la vez confiamos y desconfiamos de él. Creo que nos recuerda a las primeras películas que vimos en nuestra niñez”, dijo Lee.
“Cuando llega un medio nuevo no lo tomamos en serio porque la gente no lo asocia con el buen cine. Se usa para dibujos animados, películas de acción y de terror. Pero el medio en sí es neutro – lo importante es el uso que se le de. Y todavía estamos en proceso de formulación del lenguaje del 3D.”
Torsten Hoffman es un alemán especializado en 3D que recientemente se trasladó a Australia. Desde allí no pierde de vista lo que para él es el futuro geográfico del nuevo medio: Asia, y especialmente China y Corea del Sur.
“Tan solo China posee unas 10.000 pantallas equipadas con tecnología 3D, lo que supone casi un cuarto del total en el mundo. Y cuando a las audiencias chinas se les ha brindado la oportunidad de ver una película en 3D o 2D han elegido por amplia mayoría la primera opción. Y no estamos hablando solo de salas de cine: la televisión estatal china está realizando amplias inversiones en esta tecnología”, dice Hoffman.
Robert Mitchell, de la revista Variety, asegura que desde 2009 las audiencias de Europa y Estados Unidos le han encontrado el punto al 3D.
“La mayor parte de la gente ha aprendido a elegir lo que quiere ver en 3D, y no va a ver cualquier cosa si sospecha que la tecnología no mejorará su experiencia cinematográfica. Tras el éxito de Avatar, la gente se dio cuenta cuándo no vale la pena pagar más solo porque la película sea en tres dimensiones”, afirmó Mitchell.
“Y los estudios de cine tampoco son estúpidos: pronto aprendieron que casi nadie va a ver una película en 3D por el simple hecho de que esté rodada con esta tecnología. Cuando una película está bien pensada, y desde el principio, para 3D, eso se nota. Ejemplos buenos recientes son la película animada Madagascar 3 y la última de Transformers. Por otro lado creo que la última entrega de Harry Potter no se benefició para nada de esta tecnología”, opinó Mitchell.
“Directores como Wim Wenders, Werner Herzog, Martin Scorsese y Ang Lee han demostrado que puede haber usos interesantes para el 3D”.
“No todo es basura, y los que aseguran que la tecnología ha sido un fracaso exageran. Aunque hasta ahora Cristopher Nolan no sea un gran fan y jamás veamos a Quentin Tarantino en 3D – ni siquiera le gusta el digital.”
“La próxima gran prueba podría ser la versión de Baz Luhrman de El gran Gatsby, que se estrena en mayo. No parece ser una película para 3D en principio pero Luhrman es un director con ideas estilísticas muy claras y puede que consiga hacer que funcione”.
“Pero lo que sí es cierto es que la sensación que había hace tres años – cuando los estudios querían que el 3D fuese la elección natural de la audiencia – ya pasó. Los cineastas contraatacaron, y ganaron.”