Cada vez que ocurre una tragedia como la de este viernes en la escuela de primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut, se reabre el debate sobre el acceso a las armas en Estados Unidos.
En un caso como el de este tiroteo, además, en el que la mayor parte de las víctimas eran niños, los argumentos de unos y otros se tornan más viscerales.
Si bien estas tragedias tienen raíces tan profundas como complejas, la violencia crece por la facilidad del acceso a las armas, que varía de uno a otro estado, aseguran los activistas que abogan por un mayor control de las armas.
Como explica el editor para Norteamérica de la BBC Mark Mardell, los estadounidenses creen que tienen el derecho a poseer armas, no sólo para el deporte o la caza, sino para la autodefensa. Este derecho está consagrado en su documento político más venerado, la Constitución.
Las armas son parte de la vida cotidiana. Es por eso que algunos insisten en que aún se debe permitir que la gente porte armas que han sido diseñadas con el único propósito de matar a mucha gente y rápidamente.
También es por eso que, después de estos tiroteos anteriores, surge la inevitable pregunta. ¿Cambiará algo esta tragedia? La respuesta, dice Mardell, es “por lo general no, pero esta vez, quizás, sólo quizás, pueda ser diferente”.
El presidente Barack Obama, al parecer secándose las lágrimas de sus ojos, dijo: “Hemos sufrido demasiadas de estas tragedias en los últimos años” y agregó que “vamos a tener que tomar medidas significativas para evitar más tragedias como esta”.
Pero vale recordar que después del tiroteo de 2011 en Tucson, Arizona, en el que 13 personas resultaron heridas -entre ellas la congresista Gabrielle Giffords- y seis murieron, también dijo algo similar. Luego no pasó nada.
Aunque desde entonces hubo elecciones, resalta Mardell, y Obama ahora muestra signos de presionar con los temas en los que realmente cree con mayor vigor y confianza.
“Asumir el control de armas sería audaz, y muy difícil. Habrá que ver si su emotivo discurso se traduce en acciones”, agrega Mardell.
Única causa
¿Es justo señalar a las armas como las únicas responsables de estos sucesos que se producen con tanta frecuencia en Estados Unidos?
“Es difícil establecer una causa única para un caso particular”, le dice Allen McConnell, profesor de Psicología Social en la Universidad de Miami, Ohio, a BBC Mundo.
“Según los múltiples estudios realizados en este campo, son varios los factores que aumentan la probabilidad de que alguien cometa un acto así”, añade.
“Lo que hay que ver es en qué medida esos elementos confluyen en una situación determinada, como en este caso el tiroteo de Connecticut”.
McConnell se refiere así a factores sociales pero también a elementos del dominio de la psicopatología, situaciones que pueden hacer que una persona normal se sienta frustrada o que adopte algún tipo de conducta agresiva.
En este punto, se añade a la discusión el análisis sobre el sistema de salud mental estadounidense, que para algunos recibe poca atención e insuficientes recursos por parte del estado.
Ahí es donde comienza el debate entre quienes creen que se debe implantar un mayor control sobre el acceso a las armas y quienes consideran que la reflexión debe ser más profunda y enfocarse en por qué este tipo de matanzas colectivas se dan más en Estados Unidos que en otros países.
¿Glorificación de la violencia?
“No puedes matar a alguien con un arma si no la tienes disponible, pero seguramente no es sólo la disponibilidad de las armas, sino una cultura que modela el uso de esas armas como solución a los problemas, lo que fomenta que sucedan estas masacres”, opina Allen McConnell.
“Es una suerte de mentalidad de Rambo, o del videojuego Call of Duty, como forma de resolver los conflictos”.
El individualismo, la falta de oportunidades y la fascinación por las armas se unen para conformar un caldo de cultivo en el que pueden aparecer figuras como la del autor del tiroteo de la escuela Sandy Hook.
Papel de los medios
Sin ignorar la teoría de quienes creen que los autores de estas matanzas se inspiran en eventos similares ocurridos con anterioridad, según lo cual los medios jugarían un importante rol a la hora de presentar la información sobre estos sucesos.
“En un sentido, tener esa información y noticias nos ayuda como sociedad para entender mejor los desafíos a los que nos enfrentamos”, responde McConnell.
“Lo que me llama la atención es que mucha gente que tiene esos planes, quiere dejar una huella o utilizar su acto como una plataforma para expresar un punto de vista, una idea extremista o su frustración personal”, agrega.
No sólo ocurre en Estados Unidos
En un país de más de 300 millones de habitantes, es arriesgado generalizar y concluir que estas matanzas son síntoma de una sociedad enferma.
“Nuestra cultura tiene elementos, ya sea la segunda enmienda o los medios o las películas o los videojuegos que glorifican la violencia como solución, que seguro hacen que estos eventos sean mas probables en este país”, reconoce Allen McConnell, pero no cree que se pueda afirmar que se trate de una cultura enferma.
Además, el experto recuerda que en este país la información fluye de forma masiva y estos casos reciben más publicidad, por lo que se multiplican sus efectos.
“Esto puede ocurrir en cualquier lugar, pero probablemente hay una serie de aspectos y modelos de la cultura estadounidense que hacen que sea más fácil que pase aquí, pero no sé si es una característica de nuestra sociedad o un reflejo de las diferencias y la historia de este país”, concluye.