Al ver la sonrisa triunfal del nadador Sebastián “Chano” Rodríguez luciendo sus medallas de plata en el Centro Acuático de Londres 2012, es difícil imaginar su pasado turbulento.
Nacido en Cádiz (Andalucía), su vida ha sido atravesada por dos luchas muy dispares.
Tenía 26 años en 1985 cuando fue condenado a 84 años de cárcel por participar en varios atentados con explosivos en España y por el asesinato del empresario andaluz Rafael Padura.
Por esos crímenes dice que se siente arrepentido, aunque no le gusta hablar directamente de su pasado como miembro del Grapo, un grupo armado de extrema izquierda que fue considerado una organización terrorista por la Unión Europea.
Sólo le habla a BBC Mundo de esa etapa para decir: “A lo largo de mi vida he visto que estaba equivocado. He intentado rectificar, estoy en ello, y lo que está atrás no puedo hacer nada. Sí puedo hacer que el futuro sea diferente”.
Tras pasar por varias cárceles, en 1990 Rodríguez participó de una huelga de hambre para pedir la reunificación de todos los presos de ese grupo maoísta en una sola prisión.
Aquellos 432 días de hambre y hospitales lo dejaron marcado: quedó parapléjico, sin poder usar sus piernas por el resto de su vida. Pero quedar atrapado en una silla de ruedas fue, a la vez, su liberación.
Escándalo
En 1994 salió en libertad condicional gracias a una ley española por la cual los enfermos graves no deben estar presos y en 2007 recibió un indulto del gobierno. Para ese entonces ya era un nadador excepcional y medallista paralímpico.
En Sidney 2000 ganó cinco medallas de oro y rompió cuatro récords mundiales. Pero de repente la gloria quedó opacada por el escándalo cuando salió a la luz que había mentido al decirles a los funcionarios paralímpicos que su discapacidad se debía a un accidente de tránsito.
Pese a los reclamos para que lo despojaran de los premios, el Comité Paralímpico Internacional dictaminó que no había quebrantado ninguna regla y que podía conservar las medallas.
Al preguntarle por su pasado, en el Parque Olímpico, Rodríguez le dice a BBC Mundo: “Eso te lo dejo a ti, lo que hay que resaltar es el deporte, que para eso estamos aquí”.
Y si hablamos de deporte, el nadador tiene un currículum notable: en estos Juegos de Londres ya ganó dos medallas de plata, que se suman a las otras 13 ganadas en juegos anteriores, y este sábado irá por la número 16.
“Descaro”
A sus 55 años, el nadador dice que tiene el “descaro” de seguir aunque “casi casi sumo más años yo solo que todos mis contrincantes”, exagera risueño.
“Todos me preguntan: Sebastián, ¿cuál es tu secreto, qué comes, cómo entrenas? Queremos llegar así a tu edad. Pero yo no tengo nada especial, si algo me favorece es la constancia y tener claro el objetivo que tengo marcado”.
“En la vida los secretos no valen, no hay magia, aquí si trabajas y te acompaña un pelín de suerte el resultado se tiene que ver“.
“Eso me lo enseñó mi padre desde pequeño. Nosotros somos una familia muy numerosa, éramos 17 hermanos, y para que mi padre nos alimentara a todos era muy recto, muy justo y sobre todo muy trabajador. Me enseñó a ser honrado y a ser consecuente con lo que se piensa”.
Esa consecuencia le ha permitido al veterano nadador cumplir su obsesión desde Pekín 2008, donde ganó la medalla de plata en 100 metros pecho: llegar a Londres. Para ello, con la obstinación que lo caracteriza, dejó su casa, su familia, su pareja, sus amigos y “sus perritas” para recluirse en un centro de alto rendimiento en Madrid, donde llevó una “vida de monje”.
Resume su éxito en dos palabras: constancia y honestidad.
Y antes de despedirnos, nos lee una frase que le mandó un admirador anónimo y que le ha gustado mucho. “Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final”.