Milenio señala que desde 2007 decenas de pasaportes falsificados, modificados, clonados o robados han sido utilizados por extranjeros para presentarse como mexicanos en países tan distantes como Japón, Sudáfrica, Singapur, Tailandia o Francia. Sus usuarios generalmente son sudamericanos —y en gran medida colombianos— que explotan el hecho de que para autoridades asiáticas y europeas es prácticamente imposible distinguir entre uno y otro tipo de latinoamericano.
El fenómeno ha llegado a embajadas y consulados mexicanos de todo el mundo. La historia, aunque tiene variantes, suele ser la misma: después de detener a un criminal por delitos como robo, narcotráfico, prostitución o allanamiento de morada, la policía de ese país llama a la embajada de México para informarle del arresto de uno de sus ciudadanos, en cumplimiento de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.
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