La Jornada publica que hay desesperación y desesperanza en el campo del semidesierto zacatecano luego de dos años de sequía, que han significado la muerte de al menos 80 mil cabezas de ganado, pérdida de cosechas y aumento de la migración, dejando pueblos fantasmas habitados sólo por ancianos y algunos niños.
Frente a la debacle que representa la muerte masiva de bovinos y caprinos, que va dejando olor a muerte en el aire acompañado del revuelo de zopilotes en su labor de limpieza de la carroña, el reclamo de los hombres y mujeres del campo es que el gobierno no ha respondido a su pedido de apoyar con forraje mientras llueve
–algo que, recuerdan, no ha ocurrido en 20 meses– para salvar a los pocos animales que les quedan.
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