El fuego de las fuerzas sirias traspasó el lunes dos de sus tensas fronteras, matando a un periodista de televisión en Líbano e hiriendo al menos a seis personas en un campamento de refugiados en Turquía, en vísperas de que venza el plazo de un alto el fuego que parece condenado al fracaso.
Los hechos generaron muestras internacionales de rechazo. El gobierno del presidente estadounidense Barack Obama condenó los ataques de las fuerzas del líder sirio Bashar Assad, ocurridos en un momento en que el cese el fuego negociado por el enviado internacional Kofi Annan parecía al borde del colapso. La cesación de hostilidades debía entrar en efecto el martes.
“Estos hechos constituyen tan sólo otra señal de que el régimen de Assad no parece dispuesto a cumplir los compromisos que asumió ante Kofi Annan“, dijo la vocera del Departamento de Estado estadounidense, Victoria Nuland, en declaraciones a la prensa en Washington. “La violencia no sólo no ha cesado, sino que ha empeorado en los últimos días”.
Además, los ataques agravaron los temores de que el levantamiento en Siria pueda degenerar en un conflicto más amplio e incluso internacional, al involucrar a los países vecinos.
De acuerdo con el plan de Annan, las fuerzas sirias debían retirarse de los pueblos y ciudades a más tardar el martes por la mañana. Sin embargo, el gobierno de Assad planteó el domingo una nueva exigencia de último minuto, al señalar que sus fuerzas no pueden replegarse sin que los combatientes rivales garanticen por escrito que depondrán las armas.
El Ejército Libre de Siria, el principal grupo rebelde del país, rechazó la exigencia del gobierno pero aseguró que cumplirá la promesa que hizo bajo el plan de Annan, de detener los enfrentamientos, siempre y cuando el régimen haga lo propio.
Con información de AP