Un soldado estadounidense salió caminando de su base en el sur de Afganistán la madrugada del domingo y empezó a disparar contra civiles afganos, dijeron testigos y funcionarios afganos y de la OTAN.
Los pobladores de la zona mostraron 16 cadáveres de afganos, entre ellos mujeres y niños, que —dicen— murieron en el ataque perpetrado por el soldado estadounidense.
La agresión aumentará todavía más la tensión entre las fuerzas estadounidenses y los afganos tras semanas de violencia provocadas por la quema de ejemplares del Corán y otros materiales religiosos en una base militar estadounidense. El incidente suscitó ataques y protestas que dejaron unos 30 muertos. Seis soldados estadounidenses murieron en ataques efectuados por sus colegas afganos después que se conoció la quema del Corán.
Funcionarios de la OTAN se disculparon por el ataque del domingo.
Talibán promete vengar matanza
Los talibanes juraron el lunes cobrar venganza por el “inhumano ataque” en el que un soldado estadounidense mató a balazos a 16 civiles en el sur de Afganistán y quemó sus cadáveres, un ataque que ha exacerbado el resentimiento que aún se deja sentir a raíz de que las tropas estadounidenses quemaron ejemplares del Corán el mes pasado.
Las fuerzas encabezadas por Estados Unidos en Afganistán han intensificado la seguridad después del ataque armado del domingo en la provincia de Kandahar ante la preocupación de ataques de represalia. La embajada de Estados Unidos también ha advertido a los ciudadanos estadounidenses en Afganistán sobre la posibilidad de represalias.
El teniente coronel Jimmie Cummings, vocero de las fuerzas militares estadounidenses, confirmó el lunes que el número de muertos era mayor a 10, pero se negó a ser más preciso argumentando que las fuerzas de Estados Unidos no han podido realizar un conteo independiente de los cuerpos.
Los talibanes se atribuyeron responsabilidad por varios ataques lanzados el mes pasado que el grupo dijo fueron en represalia porque los estadounidense quemaron ejemplares del Corán. Las fuerzas afganas también apuntaron sus armas contra los norteamericanos, al matar a seis soldados estadounidenses mientras las violentas protestas se registraban en todo el país.
No queda claro si habrá una respuesta similar por la matanza del domingo. Pero es probable que el ataque enardezca la gran desconfianza entre Washington y Kabul, y que avive las interrogantes en ambos países de por qué las tropas estadounidenses aún permanecen en Afganistán después de 10 años de conflicto y del asesinato de Osama bin Laden.
El Talibán dijo en un comunicado publicado en su sitio cibernético que “los salvajes estadounidenses” cometieron un “crimen inhumano y cruento” en dos aldeas del distrito de Panjwai, una región rural en las afueras de Kandahar, que es el núcleo de los talibanes y donde las fuerzas de coalición han luchado por obtener el control durante años.
El grupo extremista prometió a las familias de las víctimas que cobraría venganza “por cada mártir con la ayuda de Alá”.
Aún existen muchas preguntas de lo que sucedió en las dos villas de Panjwai antes del amanecer del domingo y lo que motivó el ataque.
Estados Unidos ha dicho que los ataques armados cometidos antes del amanecer del domingo fueron obra de un solo soldado estadounidense, quien está detenido.
Pero varios afganos expresaron el lunes escepticismo de que el ataque armado fuera obra de un individuo.
El presidente afgano Hamid Karzai condenó el ataque el domingo y dijo que entre los 16 muertos se encontraban nueve niños y tres mujeres. Otros cinco civiles resultaron heridos.
“Este es un asesinato, una matanza intencional de civiles inocentes y no puede ser olvidada”, dijo Karzai.