
El día que se enteró que un peligroso narcotraficante radicado en Tijuana estaba preguntando sobre cómo obtenía la información que publicaba cada semana, el entonces joven periodista Alfredo García Medina no dudo en comunicarle la noticia a quien hasta a mediados de los años 90 fuera su editor en el semanario Zeta, Jesús Blancornelas.
Los que reciben dinero de esas personas son los que deben estar preocupados, le dijo el experimentado periodista al joven reportero, que a pesar de conocer perfectamente la violencia que ejercía el personaje que lo estaba buscando, no dejo de publicar los reportajes de quien años más tarde sería considerado uno de los narcotraficantes más violentos de su generación: Ramón Arellano Félix.
“Alfredo fue quien ubicó en sus reportajes a los hermanos Arellano Félix y destapó a los narcojuniors (jóvenes de familias pudientes de Tijuana que se convirtieron en sicarios de los Arellano) antes que lo hiciera Jesús Blancornelas”, le dijo a Animal Político un familiar cercano de Alfredo, que conocía de cerca su trayectoria periodística y quien solicitó no ser identificado.
Del fisgón al Zeta
Su carrera como reportero en el semanario Zeta de Tijuana la inició siendo estudiante de la licenciatura en comunicación. Fue en 1990, el mismo año que ingreso a la universidad, que decidió enrolarse al periódico que 10 años antes fundaran Jesús Blancornelas y Héctor Félix Miranda.
Redactar reportajes o entrevistas no eran temas desconocidos para el entonces novel reportero a quien sus amigos apodaban “morro”. Como estudiante de preparatoria en el Colegio de Bachilleres de Baja California, fundó un pequeño periódico que bautizó con el nombre “El Fisgón”, que se caracterizaba por abordar la “grilla escolar”, contar los “chismes que surgían de sus fiestas” y por cargarle la mano a los maestros con comentarios que los alumnos no se atrevían a decirles, pero que él si lo hacía, recuerda Ángel Gómez, quien fuera compañero estudiantil y amigo por muchos años de Alfredo.
Como reportero del Zeta se caracterizó por ser “certero”, “imparcial” y “cuidadoso” con los textos que escribía. Una coincidencia de la vida, sin embargo, le permitió descubrir como un grupo de jóvenes tijuanenses, la mayoría hijos de familias prominentes de Tijuana, estaban siendo utilizados para realizar actividades de narcotráfico.
“Él conocía a uno de esos muchachos y se convirtió en su informante”, señaló el familiar de Alfredo, quien recordó que en los textos que escribía para el Zeta –que llevaban su firma-, comenzó a documentar como esos jóvenes, a los que bautizó como los narcojuniors, eran utilizados para transportar droga a Estados Unidos, otros para acciones de vigilancia y unos más para asesinar a los enemigos de la organización.
Según la fuente consultada, Alfredo no sólo comenzó a señalar a los narcojuniors, sino a las personas que lideraban a ese grupo, entre ellos a Benjamín y Ramón Arellano Félix, al primero ubicó como cerebro operativo y al segundo como el golpeador y matón de la organización.
Su camino por la función pública
Fue en 1995, en medio de una ola de violencia que se vivía en Tijuana a causa de las evidentes disputas que sostenían los miembros de la organización Arellano, cuando Alfredo tomó la decisión de dejar la redacción de Zeta para convertirse en vocero del comité directivo estatal del Partido Acción Nacional (PAN) en Baja California.
Tres años más tarde, de1998 a 2001, se convirtió en director de Comunicación Social del entonces gobernador de Baja California, Alejandro González Alcocer, quien sustituyó en el cargo al fallecido Héctor Terán Terán.
De 2002 a 2004, fungió como coordinador regional de comunicación de la Presidencia de la República con Vicente Fox, para de enero de 2005 a febrero de 2006 desempeñarse como coordinador de comunicación de seguridad y procuración de justicia del gobierno de Baja California, donde su trato siempre fue de apertura con los representantes de los medios.
En las campañas presidenciales de 2006, Alfredo se integró como coordinador de comunicación social de Felipe Calderón en los estados, por lo que tras el triunfo del panista fue nombrado director general de medios de los estados en la Presidencia de la República, donde posteriormente fue designado director general de medios nacionales.
En diciembre de 2006, el semanario Zeta de Tijuana lo nombró uno de los personajes distinguidos de Baja California, junto al Teniente Coronel Julián Leyzaola –actual secretario de seguridad pública en Ciudad Juárez-, al considerar que por su trabajo y esfuerzo, había logrado “colocarse en la jerarquía principal de la Dirección de Comunicación Social de la Presidencia.
Con la llegada de Francisco Blake Mora a la Secretaría de Gobernación, Alfredo –El Tijuano, como le decían sus compañeros de trabajo de la presidencia, incluido el propio Felipe Calderón-, fue nombrado director de comunicación de la dependencia, cargo que desempeñó hasta el día del trágico accidente aéreo donde él, el secretario Blake, otros dos funcionarios de la dependencia y 3 miembros de la tripulación del Estado Mayor Presidencial, perdieran la vida. Así fue la trayectoria del periodista y después vocero de Gobernación, que con sus reportajes desafió a uno de los clanes del narcotráfico más temidos de su generación.