Propuse en mayo una encuesta para determinar la candidatura a la presidencia de las fuerzas progresistas entre Andrés Manuel y yo. Eran varios los objetivos estratégicos:
1. Garantizar una candidatura unitaria;
2. Asegurar que la selección del candidato fuese a partir de los electores y su opinión;
3. Sentar las bases para una nueva etapa en la vida política de las fuerzas progresistas.
Desde entonces, recorrí el país con el apoyo de la Fundación “Equidad y Progreso”, “Demócratas de izquierda”, personalidades destacadas de la vida nacional y numerosas organizaciones civiles y sociales.
Representamos una propuesta para cambiar el rumbo del país hacia la igualdad, la construcción de la paz, la prosperidad y el cambio de régimen político. La propuesta ha crecido y ganado presencia y apoyo. Se fundamenta en una concepción incluyente, basada en una visión de largo plazo y alejada de la cortedad de miras y mezquindad que tanto daño le hace a nuestra convivencia política.
La encuesta se realizó conforme a lo previsto y se presenta a la opinión pública tal cual resultó.
De las cinco preguntas yo gano dos y Andrés gana tres. El saldo de opinión me es favorable y el potencial de crecimiento de mi candidatura sería alto. La intención de voto favorece hoy a Andrés Manuel.
Sería posible argumentar que estamos en una posición muy equilibrada, que no he podido estar en campaña mediática o que en una de las preguntas, la diferencia está en porcentajes estrechos.
Podría empecinarme en llamar a ir a las internas a partir de diciembre. Si, se podría, pero entonces cabría preguntarse: ¿En dónde quedó la congruencia?, ¿Dónde quedaron los objetivos estratégicos planteados?. La izquierda dividida sólo va al precipicio. No seré yo, nunca, quien conduzca las posibilidades de cambiar el rumbo de México al fracaso.
Acepto y acato los resultados de las encuestas. Cumplo lo que he dicho. Así sea la diferencia que sea, pequeña o no, hago honor a mi palabra con dignidad y optimismo.
Soy optimista porque creo firmemente en el futuro progresista de México.
Soy optimista porque el acto que hoy nos congrega es el principio del mañana para la izquierda, en lugar de ser el principio del fin de los sueños de nuestra generación.
Soy optimista porque sé que quienes simpatizan conmigo y la propuesta que encabezo, respetan ante todo la congruencia y la altura de miras.
Le he propuesto a Andrés Manuel que demos paso a un frente amplio que, en su momento, pueda transitar a un partido frente capaz de incluir a los partidos de la izquierda, capaz de superar la recurrente lucha de facciones que tanto daño han hecho y capaz, sobre todo, de representar a la amplia gama de colectivos, causas y aspiraciones que se han alejado de los partidos progresistas.
Le he propuesto que vayamos a un frente amplio en el que se respete a todos pero, sobre todo, a una dinámica política colegiada y de consenso que pueda atraer a intelectuales, empresarios, clase medias, causas ambientales, la defensa de los derechos humanos y las libertades, de la equidad de género y las nuevas y diversas reivindicaciones de las generaciones más jóvenes.
Le he propuesto también que cese el conflicto con el PRD y sus dirigentes, que la campaña del 2012 incluya a todos, que se intensifique el diálogo con el sector privado, las clases medias y el exterior. No veo otro camino para el triunfo.
Hay acuerdo sobre esas bases. No he buscado en estos días, otra cosa, que actuar con el patriotismo y la altura de miras que, quienes me han seguido y apoyado, siempre han esperado de mí. Hoy les soy leal. El futuro de la causa que nos anima está antes y por encima de los deseos personales y la vanidad.
A Andrés Manuel le deseo el mayor de los éxitos, sabe que contará con mi sincero apoyo y solidaridad.
Seamos optimistas
Construyamos el futuro