Aún antes de que entre en vigor la reforma constitucional que eleva el acceso al agua al rango de “derecho humano” (para lo cual se requiere su aprobación en al menos 17 congresos estatales), un juez federal reconoció a el pasado 13 de septiembre, y por primera vez en la historia, “la existencia” de tal garantía fundamental en el ordenamiento jurídico nacional, aunque por la vía de los tratados internacionales que en la materia ha suscrito el Estado mexicano.
Con fundamento en distintos pactos de la ONU y convenciones mundiales en las que ha participado México, así como en la resolución de la Suprema Corte que en junio pasado pusieron tales convenios al mismo nivel de la Constitución, siempre que se trate de derechos fundamentales, José Leovigildo Martínez Hidalgo, juez segundo de distrito en materia de amparo, con sede en Morelos, resolvió en su sentencia 1967/2010-V que “este tribunal no duda en reconocer la existencia del derecho humano al agua potable y a un adecuado saneamiento”, para luego conceder el cobijo de la justicia federal a una habitante de dicha entidad, a la que el municipio de Xochitepec le negó oficialmente el servicio.
Con esta determinación judicial, el Sistema de Agua Potable y Saneamiento de dicho ayuntamiento quedó obligado a llevar la red hidráulica hasta el domicilio de la afectada, ubicado en una colonia irregular conocida como Ampliación Tres de Mayo, y así, de hecho, dotar a toda la localidad de la infraestructura que, por más de 12 años, venía solicitando.
Hoy, alrededor de 30 familias, de las cien que conforman la colonia, ya están conectadas a la tubería, mientras que el resto ahorran los 2 mil pesos necesarios para su respectiva instalación domiciliaria.
Tener y no tener
La colonia Ampliación Tres de Mayo surgió hace 40 años a un costado de Alpuyeca, población fundada hacia el año 1600, según la tradición oral, por 15 familias indígenas desplazadas de Xochicalco.
En español, el nombre del poblado significa Lugar de Agua Salada, y a su costado corre el río Colotepec, de turbia corriente luego de 20 años de recibir los líquidos tóxicos que escurren de un basurero a cielo abierto.
“Hace 40 años –recuerda Carlota–, aquí era puro terreno de sembradío y, cada tercer día, mi papá nos mandaba a llenar los tinacos con agua del río, barranca abajo. Nos llevaba todo el día a mí y a mis hermanos. Si tenías burro, con ese la acarreabas los botes, y si no, pues tú la hacías de burro. Luego –sonríe–, ya de grandes, mis hermanos y yo empezamos a comprar pipas, porque el agua del río ya no se podía tomar, ahora está contaminado.”
Carlota es quien, en nombre de la colonia, logró el amparo que permitió el entubamiento de este pequeño caserío, aunque su familia también es de las que no ha podido pagar su conexión a la red. Por el momento, toma el agua de la llave instalada por su vecino.
– ¿Cuánto cuesta y cuánto suele rendir a su familia una pipa de agua? –se le pregunta.
– En los meses de más calor, hasta 350 pesos hay que pagar, y el agua no dura más de 20 días o, economizando mucho, un mes… aunque sólo se puede usar para el aseo y para el baño. Para cocinar y para beber hay que estar comprando garrafones, échele cuentas…
El servicio público de agua potable, en cambio, sí existe frente a la Tres de Mayo, al otro lado de la autopista Cuernavaca-Acapulco, donde un sistema de riego automático mantiene siempre verde el césped del Campo de Golf Santa Fe, dentro del cual se encuentra un fraccionamiento con residencias dotadas de albercas y con calles adornadas por fuentes naturadas.
A un costado, además, se encuentra el World Trade Center de Morelos, y un parque de diversiones con toboganes acuáticos.
– Hasta lavan los carros a manguerazos –se queja Lidia, compañera de Carlota en la lucha por el agua–, muchas ocasiones nos ha tocado pasar y hasta se les dice que esas gotitas que tiran, ya las quisiéramos nosotras… el problema es que ni siquiera son gotitas lo que tiran, ¡tiran cubetas!
“En el fondo de este debate sobre el acceso al agua como un derecho humano –explica Silvia Emanuelli, integrante de Habitat International Coalition, organización civil que junto al Colectivo Radar brindó asesoría jurídica a las mujeres de la colonia Ampliación Tres de Mayo–, está el tema de la discriminación.
“El sector empobrecido de la población –abunda–, destina alrededor de 30% de sus ingresos a la compra de agua, ya que al no contar con el servicio público debe comprarla, ya sea en pipas o en garrafones. Mientras que los sectores enriquecidos, con acceso al servicio público, no sólo destinan mucho menos de sus ingresos a este rubro, sino que el agua también les resulta más barata”.
La discordia
A un costado de la colonia Tres de Mayo, más bien ya en territorio de Alpuyeca propiamente, se alza un contenedor de agua, que se extrae de un pozo subterráneo.
– Para construir el tanque elevado –narra Lidia, quien llegó a Morelos hace una década–, todos los colonos dimos contribuciones. Un vecino donó el terreno. Y otros dieron para los materiales. Todos, como pudimos, fuimos contribuyendo. Pero ahora que el municipio por fin puso la tubería (improvisada y mal puesta, en zanjas que se van a abrir con las próximas lluvias, de mala gana, pues), ahora los del pueblo dicen que nosotros somos intrusos, fuereños, y que esa agua poquita es suya… ya hasta nos amenazaron con venir a romper los tubos.
– Y, ¿qué dicen las autoridades municipales al respecto?
– Que a ver cuándo vienen a inaugurar la tubería –Lidia ríe–, pero honor a quien honor merece… y no creo que el presidente municipal (Juan Carlos Rivera, PRI) se lo merezca.
“Aquí tenemos un ejemplo claro de pobres luchando contra pobres, debido a la escasez de agua –subraya Silvia Emanuelli–, cuando la responsabilidad no es de ninguno de los dos pueblos, sino de la autoridad, que permite la sobreexplotación de los mantos, al entregar concesiones para nuevos pozos que surtan a los fraccionamientos y desarrollos inmobiliarios con los que se está urbanizando el campo de Morelos, en donde hay un plan inmobiliario para alzar 100 mil viviendas.”
Y Rodrigo Gutiérrez, especialista en derechos fundamentales del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, miembro del Colectivo Radar, añade: “Es como estar en el mundo al revés, donde predomina la lógica del mercado, de la especulación inmobiliaria, por encima de la preservación de la tierra, actuando de una manera irracional, construyendo modelos de organización que están destruyendo la vida comunitaria de los pueblos instalados ahí históricamente, y además con un beneficio relativo, engañoso, hacia la población que debería ocupar esas viviendas, porque la crisis por la carencia del agua, eventualmente, afectará a todos”.
Cubeta de agua fría
Además de Carlota y Lidia, en las gestiones por el reconocimiento de su derecho jurídico al agua, que duraron cuatro años, participaron también Martha y Sofía, todas amas de casa de entre 45 y 50 años.
– ¿Es simple coincidencia que esta lucha la encabezaran sólo mujeres? ¿Dónde están sus maridos?
– Dicen que ellos se van a trabajar –musita Sofía, con algo de coraje–… dicen que no’más se va una a hacer taruga.
– A mí –recuerda Carlota–, mi marido me dijo que no creía que algo pudiera lograrse.
– Y a mí –dice Lidia, fría–, mi marido no me baja de prostituta por andar de arriba para abajo. Por ir a dejar oficios o hacer colas en las oficinas de gobierno, nos hemos quedado sin comer, hemos venido probando bocado hasta en la noche que volvemos. Y en vez de recibir un ‘gracias’ por esa acción, me acusa de no sé qué… Pero yo se los he dicho a mis compañeras, donde quiera yo me planto si es para lograr un beneficio para todos. Además, felizmente espero que, dentro de pronto, pueda yo decir que estoy orgullosamente divorciada.
Luego, al grito de “¡salud por eso!”, se alzan los vasos con agua de frutas y se hacen chocar.
Epílogo
Aunque el juez federal Martínez Hidalgo reconoció la condición de “derecho humano” que ostenta en México el acceso al agua (citando diversos artículos del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Observación General 15, las convenciones internacionales sobre Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, sobre Derechos de la Niñez, Derechos de las personas con discapacidad, y las resoluciones 64/292, 55/196, 58/217, 61/192, 64/198, todo de la ONU, así como el Programa 21, el Programa Hábitat, el Plan de Acción de Mar del Plata y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo), no fue por esto por lo que concedió el amparo que obligó a introducir la red hidráulica en la Colonia Tres de Mayo, ya que, alegó, la demandante nunca pudo comprobar “fehacientemente”, que residiera ahí.
De nada sirvieron los diversos documentos legales dirigidos a Carlota por distintas autoridades, a su nombre y a dicho domicilio, durante los años en que reiteradamente fue solicitado el servicio de agua, y es que, al ser éste un asentamiento “irregular”, carece de un título de propiedad sobre la casa en la que ha pasado su vida entera.
En cambio, se otorgó la razón a la afectada, ya que, más allá de su lugar de residencia, en la negativa a instalar el servicio, con la que arrancó el proceso jurídico, las autoridades municipales no brindaron una explicación suficiente sobre sus motivos.
Aún así, destacó Rodrigo Gutiérrez, “el reconocimiento de todos los tratados internacionales a los que está supeditada la justicia mexicana en materia de derecho al agua hace de ésta una sentencia excepcional, que deberá marcar la ruta por donde los jueces deberán avanzar en adelante”.