Elementos del Ejército desmantelaron un rancho ubicado en el poblado de Vallecillo, Nuevo León, que funcionaba como el mayor campo de entrenamiento del cártel de Los Zetas y contaba con lujosas instalaciones.
Tras un recorrido por las instalaciones, la agencia EFE constató que la residencia principal del rancho “Las Águilas”, que servía para entrenar a unos 200 sicarios, tiene finos acabados, elegantes muebles de madera, salones de juego, cabezas de venados disecadas, una amplia cocina y todo tipo de lujos.
Además de funcionar como centro de entrenamiento para presuntos narcotraficantes, el rancho también era utilizado por los delincuentes para hacer desaparecer cadáveres de integrantes de grupos rivales.
Fuentes militares dijeron a Efe que, apenas un par de semanas atrás, “Las Águilas” era el mayor campo de entrenamiento de Los Zetas, y también servía como refugio para los miembros de este grupo criminal que actúan en los estados de Nuevo León y Tamaulipas.
Los primeros enfrentamientos entre los sicarios y los policías en esa zona comenzaron el 11 de octubre, cuando alrededor de 20 camionetas con desconocidos armados emboscaron a una patrulla de la Policía Federal y mataron a dos oficiales que vigilaba la carretera Monterrey-Laredo.
Después del atentado se desplazaron a la zona cientos de agentes federales, del Ejército mexicano y de la Marina, apoyados por helicópteros, para emprender la búsqueda de los pistoleros.
Durante la búsqueda los militares detuvieron a Marco Garza de León, alias “el Chabelo”, jefe de los Zetas en la zona, junto con tres delincuentes más, identificados como Jorge Gámiz Vega, alias “el Exterminador”; Ángel Raúl Hernández, “el George”, y Mario Alcorta Ríos,”el Junior”.
Tras estas detenciones los militares descubrieron en “Las Águilas” el campamento, en la comunidad de San Carlos, unos 18 kilómetros al noreste de Vallecillos.
Los siguientes dos días se sucedieron nuevos enfrentamientos entre los militares y policías con los sicarios en los que perecieron una veintena de delincuentes y un soldado y fueron detenidos varios presuntos miembros de los Zetas, pero alrededor de 150 lograron escapar.
La gran concentración de sicarios obligó a las autoridades a desplazar al menos cuatro helicópteros y cientos de soldados, marinos y policías federales durante varios días para capturar a los presuntos delincuentes que huían, que lograron escaparon por los intrincados caminos vecinales de la zona.
Con información de EFE
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