Entre los nuevos líderes de Libia se están insinuando divisiones entre los conservadores islámicos y los dirigentes más seculares que compiten por el poder aun antes de que la nueva conducción esté consolidada e inicie la construcción de un régimen post-Gadafi.
Las tensiones crecientes, cada vez más visibles, podrían obstaculizar los esfuerzos por reconstruir el país y formar un estado coherente después de seis meses de guerra civil.
Cada parte acusa a la otra de tratar de monopolizar un nuevo gobierno. Una favorece a los tecnócratas seculares, algunos de los cuales han vivido mucho tiempo en el exterior o que alguna vez tuvieron vínculos con el régimen de Moamar Gadafi. Por la otra están los conservadores, incluso la Hermandad Musulmana, que se opusieron a Gadafi durante años en Libia y padecieron durante su régimen.
“Hay temores de que estas tensiones puedan perjudicar la reconstrucción o desarreglar todo”, comentó un funcionario occidental en Trípoli que tiene contacto con miembros de la conducción de todas las facciones. Habló con la condición de no ser identificado debido a lo delicado del tema.
Ambas partes disputan por una cuestión fundamental que enfrentan los nuevos líderes libios desde que empezó el levantamiento a mediados de febrero: cómo repartir el poder tras el desplome del régimen de Gadafi, que duró 42 años.
En el medio está Mustafá Abdul-Jalil, titular del Consejo Nacional de Transición, lo más cercano a un gobierno en funciones. Abdul-Jalil es la única figura entre los líderes que disfruta de apoyo casi universal y se ha ganado el respeto de muchos libios por criticar el régimen de Gadafi aun cuando se desempeñaba como ministro de justicia.
“Abdul-Jalil trata de mantener la paz, y es una lucha entre ambos bandos poderosos”, dijo un funcionario allegado al Consejo con la condición del anonimato para hablar con franqueza. “Está tratando de mantener equilibrio entre los dos bandos y mantener satisfecha a la comunidad internacional. Es muy difícil”.
Por ahora las disputas parecen ser principalmente personales y no ideológicas, aunque la línea divisoria es cada vez más nítida.
El bando más secular está encabezado por Mahmud Yibril, el primer ministro interino educado en Estados Unidos que ha hallado el favor de los aliados occidentales. Pero Yibril, al igual que unos pocos alineados en este bando, también sirvió brevemente en el régimen de Gadafi y pasó gran parte de su tiempo durante la guerra civil en el exterior, tratando de conquistar apoyo internacional.
Una de las figuras islamistas más prominentes por el momento es Abdel-Hakim Belhaj, un ex combatiente en el Grupo Libio Islámico de Combate, una organización miliciana desde hace mucho tiempo opuesta a Gadafi, que ahora comanda el consejo militar de Trípoli.
Los islamistas, que controlan la principal fuerza militar en la capital, la Brigada Trípoli, han reclamado la renuncia de Yibril.
“Creemos que Mahmud Yibril ha perdido la confianza del pueblo en Trípoli, en el este de Libia, en Misrata y en la mayoría de las montañas occidentales”, afirmó Anes Sharif, un vocero del consejo militar de la capital.
El presidente del Consejo Nacional de Transición (CNT) de Libia, Mustafá Abdul Jalil, llamó a la reconciliación nacional y prometió la creación de un Estado democrático basado en una interpretación “moderada” del Islam.
“Somos musulmanes y pedimos un Islam moderado y seguiremos por ese camino”, declaró Jalil anoche en su primer acto público ante unas 10 mil personas en la Plaza de los Mártires en Trípoli, mismo escenario donde el ex hombre fuerte Muamar Gadafi ofrecía sus discursos.
Destacó que el nuevo gobierno de Libia se guiará por los principios del Islam, pero dejó claro que de ninguna manera permitirá la entrada de ideologías extremistas de derechas o izquierdas”, reportó este martes el diario The Tripoli Post.
“Queremos un Estado de derecho, un Estado próspero. No al castigo, no a tomar la ley en sus propias manos y no a la opresión”, pidió el jefe del CNT en su discurso, en el que también llamó a la unidad y contra el odio y la venganza.
Alertó contra el secularismo y adelantó que el Estado tomará la sharia (la ley islámica) como fuente para legislar y aseguró que las mujeres tendrán un papel activo en la nueva Libia, pues ocuparán algunos ministerios.
Exhortó a los libios a defender los intereses ante cualquier intento de las fuerzas de Gadafi de retomar el control de Trípoli. “Ustedes están con nosotros y nos apoyan. Son el arma que tenemos contra cualquier intento de secuestrar la revolución”, dijo.
Asimismo, Jalil aprovechó para agradecer a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), a Estados Unidos, Francia, Reino Unido y algunos países árabes por su ayuda a los rebeldes durante la lucha para derrocar a Gadafi.
Mientras daba su discurso, miles de manifestantes en la plaza agitaban banderas, gritaban, aclamaban y coreaban lemas, como “Mantén la cabeza en alto, eres un libio libre”.
Aunque el CNT ha prometido la creación de un gobierno interino en un plazo de 10 días, la Hoja de Ruta de los rebeldes, que prevé una nueva Constitución y elecciones en un período de 20 meses, no podrá comenzar hasta que tomen el control de los últimos bastiones de Gadafi.
El discurso del líder del CNT tuvo lugar en medio de los intensos enfrentamientos que se registran la ciudad de Bani Walid, noroeste de Libia, uno de los bastiones donde se presume que se encuentra Gadafi.
Aviones de la OTAN bombardearon una serie de reductos de las fuerzas leales al dictador prófugo Moamar Gadafi, informó la alianza el martes, mientras una ofensiva de las fuerzas revolucionarias contra una población leal a Gadafi parecía estancada.
La OTAN dijo que los ataques aéreos destruyeron el lunes un sistema de radar, ocho sistemas de misiles antiaéreos y otras instalaciones cerca de Sirte, el pueblo natal de Gadafi, en la costa mediterránea.
La alianza, que ha desempeñado un papel crucial en los esfuerzos por paralizar la capacidad militar de Gadafi durante los siete meses de guerra civil en Libia, agregó que destruyó seis tanques y dos vehículos blindados de combate en Sabha, en el desierto del sur del país.
Sirte y Sabha, junto con Bani Walid, son los principales bastiones de resistencia de los gadafistas que permanecen en el país tres semanas después de la toma de la capital libia por las fuerzas revolucionarias, el 21 de agosto.
La ocupación insurgente de Trípoli efectivamente puso fin a casi 42 años de gobierno de Gadafi.
El derrocado ex dictador, cuyo paradero se desconoce, instó el lunes a sus seguidores a seguir luchando, según un mensaje breve leído en la televisora siria Al-Rai.
Los gadafistas, quienes sostienen que él permanece en el país, han presentado una resistencia encarnizada en Bani Walid, a unos 140 kilómetros (90 millas) al sureste de Trípoli, frustrando los repetidos intentos de las fuerzas revolucionarias de tomar la ciudad desde que el viernes lanzaron un asalto en dos frentes.
Los insurgentes dicen haber capturado ya la mitad norte de Bani Walid, pero han tenido dificultades para incursionar más en la ciudad.
Familias enteras seguían huyendo de Bani Walid el martes para escapar de los fuertes combates y el deterioro de las condiciones de vida. Los residentes han dicho que no hay electricidad ni agua corriente y que las tiendas se están quedando sin alimentos.
Saad Mohamed, un rebelde en el lado norte de la ciudad, dijo que varios francotiradores insurgentes tomaban posiciones en el minarete de una mezquita en el centro de la ciudad, así como en un antiguo chalé que Gadafi construyó en la cima de una ex fortaleza.
“Le estamos dando la oportunidad a las familias de abandonar la ciudad para que escapen de los proyectiles de mortero y los cohetes que disparan los gadafistas”, dijo.
AP*