Reforma publica el caso de María Luisa Valdez Lara, quien en la penitenciaría del DF conoció a Miguel Ángel Pinzón Cruz, un reo que la enamoró y la convenció de abrir una cuenta bancaria para iniciar un negocio de extorsiones telefónicas.
En aras del amor aceptó iniciar el negocio y en tan sólo tres meses, la mujer recibió más de 100 depósitos por un total de 400 mil pesos.
Pero “el amor murió” cuando, hacia finales de agosto, María Luisa fue sorprendida con 60 mil 700 pesos pegados a los muslos cuando intentaba ingresar a la penitenciaría de Santa Martha Acatitla.
Las investigaciones revelaron que el dinero iba a ser entregado a Pinzón Cruz, quien realizaba las extorsiones desde su celda.
En la celda de Pinzón, cuya pena es de 29 años por homicidio, se encontró un celular desde el que, de marzo a la fecha, se hicieron mil 500 llamadas.
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