La Jornada publica hoy que a lo largo de estos diez años después del 11-S, elterrorismo
ha sido sustituido por la inseguridad económica como el asunto nacional de mayor preocupación en Estados Unidos. Sin embargo, poco ha cambiado en el discurso oficial. El clima de temor generado por los atentados del 11-S alcanzó todo el país, nutrido por la cúpula política y por los grandes medios, y transformó el panorama político y social.
El 11-S justificó la creación de una nueva secretaría, tal vez la más grande burocracia federal después del Pentágono, que lleva el nombre ominoso de Departamento de Seguridad Interna
. Su titular, Janet Napolitano, emitió un comunicado hace un par de días que resume la retórica oficial actual:a medida que se acerca el décimo aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre, la seguridad de la población estadunidense sigue siendo nuestra principal prioridad
.
Con el 11-S, el tema de seguridad
se convirtió en el objetivo supremo de los gobernantes y se usó tanto para promover una política bélica internacional como para controlar, si no suprimir, la disidencia. La retórica oficial desde el 11-S hasta ahora es una combinación de convocatoria a la unidad
patriótica con lo anunciado por George W. Bush: o están con nosotros o están con los terroristas
. Las consecuencias políticas del 11-S, dentro y fuera de Estados Unidos, fueron justo las pronosticadas por Noam Chomsky en entrevista con La Jornada tres días después del ataque, cuando expresó que los atentados son “un regalo a la derecha dura jingoísta estadunidense, y también a la de Israel… Ésta será una oportunidad maravillosa para imponer más reglamentación, más disciplina, promover los programas que desean aquí…” Y advirtió que los gobernantes “esperarán –tal vez fracasarán– poder aplastar a la disidencia interna. En general, las atrocidades y la reacción ante ellas fortalecen a los elementos más brutales y represivos en todas partes”.
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