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Estaciones migratorias, casi un sistema de cárceles paralelo
Estaciones migratorias, casi un sistema de cárceles paralelo
2 minutos de lectura
Estaciones migratorias, casi un sistema de cárceles paralelo
20 de septiembre, 2011
Por: Dulce Ramos
@WikiRamos 
Una mujer llora ante la foto de su hija, una joven inmigrante guatemalteca desaparecida en territorio mexicano.

La Jornada publica hoy que las estaciones migratorias en México se han convertido en una especie de sistema de cárceles paralelo, donde miles de personas son detenidas de manera indefinida –en algunas ocasiones más de un año–, sin haber cometido algún crimen y sin saber cuáles son los términos del proceso legal por el que están ahí. Esa situación, que contraviene todas las leyes en la materia, demuestra que la política migratoria del Estado mexicano está basada únicamente en detenciones y reclusiones, en vez de atender el fenómeno de manera integral, lamentaron académicos y activistas especializados en el tema.

Carlos, guatemalteco de 17 años, experimentó lo anterior luego de permanecer detenido de febrero de 2010 a febrero de 2011 en la estación de Tapachula por no tener documentos que acreditaran su estancia en México, lo cual, según las leyes del país, constituye una falta administrativa, no un delito. Además de ser migrante, Carlos –nombre falso para proteger su identidad– es menor de edad y transexual, lo cual lo expuso a una triple victimización. Arrestado dos veces antes en 2009, a la tercera solicitó ser admitido en el país como refugiado. Con la negativa del gobierno mexicano dio inicio un proceso de reclusión largo y deprimente.

Huyendo de extorsiones y amenazas de muerte, cruzó hace dos años la frontera de México, sin saber que aquí permanecería un año en dicha estación migratoria, de donde sólo pudo salir con la ayuda del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova. El tiempo que estuve detenido fue muy complicado, porque en la estación no hay espacios suficientes para menores. Además, me enfermé por la mala comida. Se enojaban porque leía los documentos de mi caso y no permitían que tuviera asesoría o servicios de mi embajada, explicó.

Lea la nota completa en La Jornada.

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