No pudo pasar desapercibida. La procesión de trajes oscuros y corbatas rojas que se enfilaba a paso veloz rumbo al Teatro Morelos de la ciudad de Toluca, desde las calles aledañas, llamaba la atención de los mexiquenses que se encontraban en los comercios ubicados en Los Portales. “Algo choncho va a pasar”, le decía una vendedora ambulante a otra que traía una canasta con dulces típicos mexicanos mientras veían pasar, lentamente por el tránsito, a los vehículos y camionetas de lujo con vidrios polarizados que en su mayoría traía placas del Distrito Federal y, las menos, del Cuerpo Diplomático acreditado en nuestro país.
Las vallas metálicas y los elementos de seguridad estatales impedían el paso de los vehículos sobre las calles que rodeaban el teatro. Si se llegaba por otro lado que no fuera el de la calle Lerdo (acceso al recinto) había que caminar. Para fortuna de unos y tormento de otros, a su paso, sobre las orillas de las banquetas, había animación: un grupo de personas que portaban mantas con la leyenda FNR3, coreaba, sin gritos: “Eruviel, amigo, la lucha está contigo”.
Luego de cuatro retenes de seguridad, el último con detector de metales, los convidados ingresaban al centro cultural que, como primera postal, mostraba decenas de cámaras de distintas televisoras acomodadas sobre el pasillo principal, con el fin que tuvieran delante de ellos a los protagonistas del evento sin nada que les estorbara. En los palcos del lado de derecho del lugar también había cámaras de video mientras que en los costados izquierdo y derecho de la planta baja fueron acomodados, detrás de una valla roja, los reporteros y fotógrafos de distintos medios.
Faltaban pocos minutos para las 12:00, horario en el que se tenía previsto, según la invitación, que Eruviel Ávila Villegas dirigiera un mensaje con motivo de su toma de protesta como Gobernador Constitucional del Estado de México. Seguía llegando gente a pesar de que el auditorio ya estaba al límite de su capacidad. Los abrazos con efervescencia y el intercambio de frases hechas de los funcionarios públicos con esa dicción ensayada no dejaban la menor duda que se estaba frente a un evento ins-ti-tu-cio-nal.
Los asientos de las primeras filas vieron llegar uno a uno a sus ocupantes: Manlio Fabio Beltrones, coordinador del PRI en el Senado; Francisco Rojas, coordinador del PRI en San Lázaro; Beatriz Paredes, ex presidenta nacional del PRI; Onésimo Cepeda, Obispo de Ecatepec; Emilio Carlos Aguilar, presidente del Episcopado Mexicano. Al que al principio se le vio por las primeras filas fue a Juan Cristóbal Salinas Occelli, el menor de los hijos que Carlos Salinas de Gortari tuvo con su ex esposa Cecilia Occelli; luego “El Charro” –como le dicen a Juan Cristóbal–, se dirigió hacia la parte de atrás del auditorio quizás para ocupar un lugar en la parte de arriba.
En cuanto llegó el ex gobernador del Edomex, Arturo Montiel Rojas, varios funcionarios del PRI se acercaron a saludarlo con efusividad, los fotógrafos se apresuraron a lanzarle disparos y los asistentes comentaban, desde sus lugares, la llegada del antecesor de Enrique Peña Nieto. No era para menos. Desde 2006 Montiel Rojas no había aparecido en ningún acto público de su sucesor ni tampoco en eventos privados como los cumpleaños de Peña o su boda con Angélica Rivera, esto partiendo que son familiares lejanos.
En el momento en que llegó Enrique Peña Nieto el auditorio se puso de pie para recibirlo. El conductor del evento lo anunció como “el gobernador que le cumplió a los mexiquenses” y al anuncio lo siguió una porra. Peña, quien fue presentado como gobernador del Estado de México, se detuvo varias veces antes de llegar a su lugar para saludar a varios asistentes. Se sentó en primera fila al lado de Humberto Moreira, Presidente Nacional del PRI. Pocos minutos más tarde el mismo presentador pidió recibir con un fuerte aplauso al gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila. En el aplausómetro quedó por debajo de Peña. En ese momento había dos gobernadores en el Estado de México: el saliente y el entrante, pero los dos con la embestidura de gobernadores. Al menos así lo constataba un video que se transmitió en dos pantallas gigantes donde se podía ver la ceremonia de toma de protesta de Eruviel, la cual se había llevado a cabo un par de horas antes.
Al inicio de su mensaje Eruviel Ávila dio las gracias al auditorio por acompañarlo “el día más importante de mi vida”. Más adelante también agradeció la presencia de los gobernadores Rodrigo Medina, de Nuevo León; Javier Duarte, de Veracruz; Mario Anguiano, de Colima; José Francisco Olvera Ruiz, de Hidalgo y Roberto Borge, de Quintana Roo, quienes no está por demás decir que tenían muy buen lugar. La que llegó después de todas esas menciones fue la gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, quien tomó asiento en primera fila y, de inmediato, le llegó en agradecimiento de Ávila por su asistencia.
Luego vinieron las menciones por parte del anfitrión a los ex gobernadores del Estado de México: Alfredo del Mazo, Ignacio Pichardo, Emilio Chuayffet, César Camacho y Arturo Montiel Rojas –este último más ovacionado que los anteriores– y de ellos dijo Ávila Villegas: “voy a escuchar sus consejos”.
Mención aparte tuvo Enrique Peña Nieto. Se desbordó una avalancha de aplausos en el auditorio, la gente se puso de pie y comenzó la porra: “Se ve, se siente, Enrique Presidente”. La plana mayor del PRI le buscó la mirada como el alumno que quiere pasar lista en el salón de clases sin decir una sola palabra. El otro aspirante a “La Silla del Águla”, Manlio Fabio Beltrones, sólo sonrío.
Una vez terminado el evento Peña Nieto salió inmediatamente del recinto. Lo políticamente correcto era no robarle el reflector a Eruviel. Sin embargo, Arturo Montiel fue interceptado de inmediato por varios invitados que se encontraban en las filas más lejanas del Teatro Morelos. Ellos lo abrazaban, ellas lo besaban, se tomaban fotos con el ex aspirante presidencial. Montiel Rojas pudo haber salido por la puerta donde se fue Peña Nieto y los otros primeros mandatarios mexiquenses, pero prefirió irse por donde estaban todos los medios de comunicación y durante casi una hora, tuvo sobre sí los micrófonos, cámaras y lentes de todos los medios. No era para menos. Después del arropamiento del PRI a Peña Nieto para las elecciones de 2012, ahí estaba la otra nota del día: el regreso de Montiel.