Las instituciones democráticas proveen medios para canalizar conflictos sociales difíciles de solucionar, algo crucial es la oferta de esperanza en un prospecto de futuro mejor. Pero la esperanza puede ser un activo de poco valor, especialmente en los países de ingresos medios con alta desigualdad. Un ejemplos de lo anterior es México, que por medio de cientelismo y el populismo logró medio siglo de crecimiento sostenido, pero hoy sufre para regresar a una libre competencia económica y política.
Lo anterior se desprende de las reflexiones que el doctor en economía por Harvard, Brian Levy ha publicado en los blogs del Banco Mundial sobre la transición en Sudáfrica hacia la democracia y la comparación que ha planteado con México. A continuación los detalles de sus reflexiones.
Pero, ¿la democracia servirá para la tarea de mantener la esperanza en medio tan profunda división étnica y económica en los diferentes países en desarrollo? Y sí la esperanza desaparece, ¿qué la podría sustituir?
Dos alternativas se han llevado a cabo: el populismo y el clientelismo. El populismo (en el caso sudafricano, el populismo étnico) es obviamente un riesgo. Para aquellos que se sienten excluidos irrevocablemente, parecería muy seductor, pero inevitablemente acaba en conflicto como se vio en África en décadas anteriores. Los riesgos y las consecuencias del clientelismo son más sutiles, pero al menos igual de probables.
México bajo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) es el ejemplo clásico. En la década de 1930 el PRM (antecesor del PRI) consolidó su dominio bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, finalizando casi dos décadas de turbulencia y guerra civil de la época revolucionaria. Usando el clientelismo se aseguró el apoyo de los tres grupos sociales fundamentales en México: los campesinos, los empresarios y los trabajadores.
1.- Una gran reforma agraria a través de la figura del ejido, que consiste en la propiedad comunal de la tierra, lo cual inhibe al mercado capitalista en el área de la agricultura y asegura que la producción campesina y su dependencia con los caciques del gobierno.
2.- Los empresarios ganaron por medio de una combinación de permisos selectivos y proteccionismo, además de (en el contexto de un mercado de bajo desarrollo financiero) un acceso restrictivo al capital.
3.- Los rabajadores organizados durante la Revolución (obreros y burócratas) fueron incorporados al PRI, dentro de una combinación de leyes prosindicatos, beneficios sociales y protección industrial a las utilidades directas para los trabajadores para asegurad su lealtad.
En este contexto, otros partidos políticos tenían permitido en lo formal sus operaciones, pero permanecían marginales en realidad. El resultado fuemás de medio siglo de crecimiento estable, pero poco espectacular.
Sin embargo, al comienzo de los años ochenta, los “pies de barro” del modelo del PRI se hicieron evidentes en el contexto de la crisis de la deuda soberana de los países latinoamericanos. El PRI perdió finalmente la elección presidencial en 2000 frente a una coalición. La difícil transición democrática mexicana a la democracia, hoy en medio de batallas entre el gobierno y los cárteles (los cuales muchas veces ya no se distinguen uno de otro y donde muchas veces gana el crimen), tiene una gran dificultad por su debilidad judicial y de sus fuerzas del orden.
En definitiva, el proceso mexicano ha demostrado lo difícil que es transformar un sistema tan enraizado de corrupción y favoritismo político y económico en instituciones competitivas en democracia y economía.