La Jornada publica hoy que se agudizó el desempleo en el segmento de población de los jóvenes en el país, particularmente los que tienen entre 20 y 24 años y los que han adquirido mayor instrucción educativa. Además, 40 por ciento de los jóvenes que laboran no gozan de prestaciones, ya que para las nuevas generaciones los contratos colectivos, las jubilaciones, el escalafón y otros beneficios, serán cosa del pasado
a las que no tendrán acceso. Informes del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas) y del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detallan que de toda la población, los jóvenes son los que padecen más desempleo, según las propias cifras oficiales.
Detallan que del volumen total de jóvenes en el país en edad de trabajar (más de 16 millones), millón y medio no encuentran empleo, y que cada año se suman más y más jóvenes a la población económicamente activa que no tiene un trabajo. Es decir, más de 50 por ciento de los desempleados de todo el país son jóvenes. Tendencia que no es privativa de México, sino un problema mundial. En su análisis Los jóvenes… ¿cuál futuro?, el doctor Héctor Castillo Berthier, de la Unidad de Estudios sobre la Juventud del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, expone que en México casi una tercera parte de la población son jóvenes que van de 15 a 29 años, los cuales son afectados por diversos problemas, entre ellos falta de empleo, inseguridad, dificultades para ingresar o continuar estudiando, insuficiente y deficiente prestación de servicios, la vivencia cotidiana en la que lamentablemente la mayoría de los jóvenes mexicanos están creciendo
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Así, “la experiencia de muchos jóvenes está marcada por la dificultad y escasez de oportunidades. Algunas estadísticas revelan lo problemático y difícil que resulta ser joven, al tiempo que muestran que los costos sociales y económicos para este sector de la población son muy altos. Baste decir que cada año un millón de jóvenes cumplen la edad para ingresar a lo que se llama la vida productiva; sin embargo, pese a los deseos que la mayoría de ellos tienen de incorporarse al mundo del trabajo, las posibilidades de acceder a un empleo de calidad son en realidad mínimas. Este problema afecta a todos los jóvenes, incluso a aquellos que se han preparado con estudios universitarios, lo que demuestra que la educación ha dejado de ser el instrumento de movilidad social que antaño la caracterizaba. Datos recientes señalan que de cada diez egresados universitarios, sólo siete encontrarán trabajo, y de estos últimos sólo cuatro lo harán en algún empleo relacionado con la profesión que eligieron
, indica Berthier.
Pero además, este segmento de población está excluido de programas de salud preventiva, capacitación laboral, educación, empleo y vivienda. En nuestro país el promedio de escolaridad es apenas de 8.7 años; sólo 38 por ciento de la población joven ha concluido la educación básica, y 22 por ciento de los jóvenes que abandonan sus estudios lo hacen por falta de recursos.
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