La grafología, es decir la interpretación de las características de una persona a partir de su forma de escribir, es una herramienta empírica empleada con regularidad lo mismo en la selección de personal que en procesos jurídicos, dado que permite detectar algunos rasgos de la personalidad, aptitudes y propensiones que, dado el caso específico, pueden resultar óptimos o contraproducentes.
A una semana que el Estado de México acuda a las urnas para elegir a su próximo gobernador, Animal Político te presenta las conclusiones a las que llegaron por una parte René Fajer, director general de la empresa Michon & Klages, especializada en estudios de grafoscopía para la selección de recursos humanos; y, por otra, Lucero Cu Tinoco, perito en grafoscopía, auxiliar del Tribunal Superior de Justicia del DF (enmarcadas en verde), tras analizar por separado los autógrafos de los tres candidatos que protagonizan la contienda.
“Pero hay que subrayar –insiste Fajer, antes de presentar sus resultados (enmarcadas en rojo)–, que se trata de un ejercicio de interpretación, no un diagnóstico clínico, y como tal debe asumirse, siempre teniendo en cuenta que la grafología no es ningún chiste, sino un ejercicio serio, al que en México recurren habitualmente los corporativos empresariales para la selección de directivos, ejecutivos y personal con cargos de responsabilidad.”
La licenciada Cu (cuyas conclusiones te ofrecemos enmarcados en verde) coincide: “La grafoscopía no es ninguna mancia, no es como leer el tarot, sino que se trata de una práctica acreditada, que en el ramo judicial se emplea, particularmente, para evaluar rasgos de personalidad de gente implicada en procesos jurídicos e, incluso, para detectar firmas falsificadas. Y es que, por ejemplo, por muy bueno que sea un falsificador, hay elementos de su subconsciente que, sin que él se percate, terminarán filtrándose a su grafía, y que contrastarán con aquellos otros que imprime en su escritura el dueño original de la rúbrica que se pretende imitar.”