Cancún, Quintana Roo,- La agencia se llama “Élite Asociados”, se localiza en una zona de oficinas y negocios en la zona céntrica de Bogotá, Colombia, y desde hace dos años se convirtió en uno de los señuelos que ayudó a las autoridades mexicanas y colombianas a identificar con nombre y apellido a las chicas que solían acompañar a los narcotraficantes mexicanos durante sus viajes de negocios y de placer.
El seguimiento de algunas de ellas llevó a la captura en noviembre pasado del colombiano Mauricio Harold Poveda Ortega conocido como “El Conejo”, quien fue señalado como uno de los principales socios de capos como Arturo Beltrán Leyva y Joaquín “Chapo” Guzmán, a quienes no sólo surtía de cocaína desde tierras colombianas sino también de mujeres. El día de su detención estaba acompañado de una de sus compatriotas de nombre Juliana López Aguirre, una mujer cuya belleza acaparó el lente de las cámaras de prensa y televisión que en pocas horas distribuyeron su imagen por todos los noticieros.
Ha sido este intercambio de información de inteligencia lo que le ha permitido a la policía en México y Colombia detectar el tráfico de mujeres al servicio de los barones de la droga mexicanos, señaló el general Oscar Naranjo Trujillo, director general de la Policía Nacional colombiana entrevistado durante la Vigésimo Octava Conferencia Internacional para el Control de Drogas que inició ayer martes 5 de abril y concluirá este jueves 7 en Cancún.
Los servicios de inteligencia de ambos países lograron ampliar en los últimos dos años la base de información sobre el movimiento de personas entre ambos países, detalló, lo cual ayudó a corroborar la existencia de cierto tráfico al servicio de los jefes de los diferentes grupos del narcotráfico en México. “Ese tráfico de personas, incluye entre otras a mujeres, muchas de ellas vinculadas a tareas de fundamentalmente de relaciones públicas, o de agencias que se dedican a ello. Buena parte de estas están siendo capturadas”. Es el mundo de la ostentación el que terminó por delatarlas, añadió.
El último caso ocurrió en enero pasado cuando la exreina de belleza colombiana Juliana Sossa Toro escribió unos comentarios en Facebook sobre la vida de lujos que llevaba en México desde que meses atrás llegó a vivir con su pareja a una casona de la zona residencial de Las Lomas. Sus mensajes sirvieron para ubicarla y detenerla junto a su novio José Jorge Balderas, apodado “el JJ”, a quien se le vinculó como operador del capo Édgar Valdez Villarreal, y se le acusó de disparar en la cabeza al futbolista del club América, Salvador Cabañas.
La primera pista que se conoció de manera pública sobre el tráfico de mujeres “de prepago” provenientes de Colombia surgió en octubre del 2009, cuando tropas del ejército pertenecientes a la décima zona militar con sede en Durango, aseguraron un rancho llamado “Las Trancas”, localizado en la parte más alta de la sierra del municipio de Tamazula. En el lugar se aseguró uno de los laboratorios más grandes hallado en las montañas para procesar metanfetaminas. El sitio tenía varias cabañas acondicionadas con todos los lujos, plantas solares, antenas de TV vía satélite y equipos para recibir señal de telefonía celular. Dentro de una de las construcciones los militares encontraron un pequeño gimnasio, amplias estancias y en una de las recámaras apareció un “catálogo” con fotografías de mujeres que representaba la agencia de “relaciones públicas Élite Asociados”. De los nombres de quienes ahí estaban, al paso de los meses se pudo conocer que algunas eran cantantes, otras habían trabajado como presentadoras de televisión en ciudades colombianas y unas más eran edecanes y modelos.
Uno de los primeros casos donde se relacionó a una exreina de belleza colombiana con un capo de la droga mexicano fue el de Angie Sanclemente, detenida hace unos meses en Buenos Aires, Argentina, y sobre quien pende una orden de captura en su país natal. Esta mujer dejó el modelaje para vincularse con un traficante mexicano de quien “se enamoró” y cuya identidad las autoridades no han querido revelar. Tras su separación, viajó al cono sur donde fungió como “enlace” para reclutar chicas para los capos de su país hasta antes de que fuera detenida.
El tráfico de mujeres es sólo uno de los últimos episodios de una relación que se ha fortalecido en los últimos 20 años entre narcotraficantes mexicanos y colombianos, comentó el general Naranjo quien, en tono apresurado, se negó a ubicar cuál sería la región o ciudad de su país donde los capos reclutan a mujeres para estos fines.
Tan solo en la última década la relación entre los capos de ambos países se ha modificado. Antes los colombianos mantenían el dominio, eran quienes mandaban. “Hoy estamos hablando mas que de una jefatura, de unas alianzas, de una sociedad estratégica donde hay una división del trabajo. Tanto en Colombia como en México, los narcos se comportan de la misma manera. Hoy la característica del narcotráfico es estar movilizado, las organizaciones son encabezadas por delincuentes que tienen carácter y visión global del delito. Se mueven en Colombia en México pero pueden estar en Europa o África. Y esto es lo que significa para nosotros una reunión como ésta (en Cancún) promovida por la DEA, debe significar esfuerzos globales para neutralizar un delito que es típicamente transnacional”.
Naranjo accedió a charlar después de que terminó una larga plática con Carlos Pascual, embajador saliente de Estados Unidos en México, con quien estuvo durante más de media hora al término de la primera jornada de la Conferencia. Pascual abandonó a toda prisa el recinto mientras el general se detuvo unos momentos para responder varias preguntas.
Sus primeras declaraciones fueron para equiparar la ola de violencia que vive México con la que ocurrió en su país en los años 80. Consideró que el narcotráfico mexicano está “en fuga, vive una crisis” que se refleja en “más violencia”. En este sentido, empató con la percepción que dio Michelle Leonhart, la administradora interina de la DEA, quien por la mañana señaló que los narcos peleaban como “fieras enjauladas” al estar acorralados por las autoridades mexicanas y por ello, el incremento de la beligerancia.
“Cuando esas organizaciones se sienten perseguidas, acorraladas, se sienten rechazadas por la sociedad, tienden a ser violentas para no perder ese espacio de confort. Su realidad en México, fue muy parecida a la nuestra de los años 80 donde parecería inexistente el narcotráfico porque no se le confrontaba, cuando empezamos a confrontarlo al final de esa década descubrimos lo violento que era. Pero sacar al narcotráfico de zonas de confort, es un logro y una decisión admirable”, concluyó.
Detención de Juliana López Aguirre
Detención de Juliana Sossa Toro
Detención de Angie Sanclemente