La nueva sede del Senado de la República, ubicada en Paseo de la Reforma 135, fue construida sobre un terreno fangoso que es como “una alberca de lodo y barro”, señalan expertos a Reporte Índigo.
En entrevista con Ramón Alberto Garza, María Correa Hernández, corredora inmobiliaria que en 2001 puso en venta el terreno en que se construyó el nuevo Senado, explica que advirtió en su momento sobre las fallas geológicas.
Según Correa Hernández, de acuerdo con documentos del Gobierno del Distrito Federal, en el terreno en que se construyó el nuevo Senado sólo se autorizaba la construcción de hasta seis pisos, pero la nueva sede de la Cámara Alta se construyeron 14.
El terreno de Paseo de la Reforma 135 pertenecía a Gabriel Scarrer, dueño de la cadena de hoteles Meliá, pero lo puso en venta por las “impresionantes fallas geológicas” que presentaba.
Correa Hernández narra que expertos europeos en geología le refirieron Gabriel Scarrer que en dicho terreno no se podían construir edificaciones de más de cuatro pisos; por esa razón el empresario decidió no construir uno más de sus hoteles.
Ingenieros que construyeron la nueva sede del Senado señalaron en un documental transmitido por National Geographic que a tres metros bajo suelo ya hay agua. “Es casi casi como construir en el mar”. “Hay fango con el que podrías construir figuras como con plastilina”.
Y no sólo eso, Correa Hernández refiere que cuando lideraba la venta del terreno del empresario Scarrer, el metro cuadrado costaba 50 mil pesos, pero se terminó vendiendo en un sobreprecio que debe investigarse; entre “el pequeño grupo” de beneficiados menciona a los exsenadores Salvador Rocha Díaz y Diego Fernández de Cevallos.