Hay dos grupos en México que reportan mayor rechazo: homosexuales y lesbianas. En la más reciente Encuesta Nacional sobre Discriminación, 43.7% de los entrevistados opinó que no permitiría en su casa a un homosexual; 44.1% opinó lo mismo respecto a lesbianas.
Si sólo observamos ese dato, es inevitable concluir que este país discrimina sin pudor. Pero no, los resultados de la encuesta son un poco más complejos. Por ejemplo, 72.2% de los entrevistados identificó a las preferencias sexuales como una causa de división entre la gente y un altísimo 83% concluyó que en México hay oposición a que dos personas del mismo sexo puedan casarse.
Pero al mismo tiempo, 76% cree que los derechos de homosexuales y lesbianas se respetan poco o nada; mientra que 68% considera que es injustificable oponerse al matrimonio gay.
¿Qué conclusión podemos sacar de estos resultados? Ricardo Bucio, presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), consideró que “es una buena noticia si se interpreta de dos formas: hay mayor reconocimiento de la diversidad, hay mayor reconocimiento de los derechos de toda la población, y además hay mayor reconocimiento de que estos derechos no se están respetando, si lo hubieras preguntado hace cinco o diez años esta posición no hubiera aparecido por ningún lado.”
Por su parte, David Razú, diputado local de la bancada del PRD y el autor de la iniciativa que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en la Ciudad de México, opinó que “en el discurso público, lo que se ha generado, es que se vea mal la discriminación”, y agregó, “seguimos siendo un país con una tendencia clara hacia la discriminación, necesitamos una política integral contra la discriminación, educación, construcción de ciudadanía; pero también acciones concretas por parte de las instituciones de gobierno.”
Así, la conclusión apunta a vernos como un país que ha hecho suyo el discurso sobre derechos humanos, pero que aún no logra procesar del todo la diversidad: “Ahí es donde entra el tema de la discriminación, lo que nos hace ver, es que sí tenemos derechos, pero unos más que otros. El reto es cómo reconocer la igualdad, ahora que ya reconocimos la diversidad y los derechos”, concluyó Ricardo Bucio.
Y sí, en principio es una buena noticia que después de un año, entre mediados de 2009 y la resolución de la SCJN en agosto de 2010, en el que matrimonio entre personas del mismo sexo y los derechos mismos de la comunidad tuvieron una presencia mediática intensa, el rechazo hacia esta minoría no creciera y explícitamente una vasta mayoría considere injustificable oponerse a que contraigan matrimonio.
Pero el diputado Razú nos recuerda que esto no está ganado, “hay un ejercicio esquizoide, tienes a la Primera Dama hablando de los avances contra la discriminación, mientras IMSS e ISSSTE le siguen pidiendo a parejas del mismo sexo tener un amparo, que no es un recurso jurídico sencillo, para acceder a los mismos derechos que un matrimonio entre personas del mismo sexo”.