El campo mexicano, como se dice de forma coloquial, ya no siente lo duro, sino lo tupido. Heladas, granizo y sequías han encarecido productos como el limón o el aguacate, pero otro factor más se suma a las dificultades que atraviesa la agricultura: la influencia del narcotráfico.
Distintos productos agrícolas llegan a los supermercados con un sobreprecio de hasta 50% respecto a la temporada de cosecha anterior por las extorsiones que se deben pagar por cada camión que sale con mercancía distintos puntos del país; sobre todo, a la frontera.
La prensa estadounidense reporta que, en estados como Michoacán, familias productoras de limón pagan hasta 800 pesos a miembros del crimen organizado, por cada cargamento que sale hacia la capital del País. Otra manera en que los cárteles ejercen su influencia, es restringir las hectáreas disponibles a la siembra. Todo ello, hace que el producto llegue al consumidor final con precios cada vez más altos.
Un artículo del diario texano The Monitor, en McAllen, asegura que la llegada de frutas y verduras a la frontera con Tamaulipas se ha convertido en una carrera de obstáculos. Con el fin que el chofer, el camión y la carga lleguen seguros y completos, empacadoras y exportadoras han cambiado sus rutas para evitar los puntos de mayor riesgo. Con ello, el traslado de mercancías se ha encarecido y también el precio final.
Mecanismos de protección
Asegurar que 40 toneladas de manzana lleguen de los campos chihuahuenses hasta los anaqueles de un supermercado en la capital, cuesta algo más que combustible, salario de un chofer, peaje y otros rubros propios del viaje por carretera. Hoy, los productores intentan asegurarse de que un camión lleno de mercancías llegue a su destino completo y, para ello, deben asegurar vehículos y carga.
Pedro Torres Ochoa, agricultor y representante del Frente Democrático Campesino de Chihuahua, cuenta que dependiendo del tonelaje a transportar, el productor paga entre 20 y 30 mil pesos de un seguro que con los años se ha ido encareciendo debido a la demanda. El Frente calcula que contratar un seguro aumenta el precio final del kilo de manzana hasta en 15%. Lo mismo ocurre con el frijol o el maíz que se produce en el estado.
Asegurar la carga, sin embargo, no salva a los productores de las vicisitudes en los caminos. Con su acento norteño marcado, Torres Ochoa dice que entre los agricultores que conoce, por lo menos tres le han comentado de un cargamento que nunca llegó a su destino. En el camino al Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey, desaparecieron camión, chofer y cargamento. Todos, afirma, han denunciado el hecho ante las autoridades chihuahuenses, sin que hasta ahora haya resultados.
El tamaño de los productores no importa. Grandes y pequeños empresarios desempeñan sus labores acotados por las leyes del narcotráfico. El representante del Frente Democrático afirma que hay pequeños productores que deben entregar al narcotráfico entre 2 mil y 3 mil pesos mensuales. “No suena a mucho, pero mensualmente, y por cada productor, se hace bastante”, subraya con preocupación.
La inseguridad, sumada a los ocho meses de sequía que ha sufrido el campo chihuahuense, encarecen cada vez más los productos de la tierra.
Se frena el desarrollo
La circulación de los productos del campo no es la única que se ve afectada; también los proyectos de desarrollo se han frenado por la actuación del crimen organizado. En Michoacán, por ejemplo, la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate (APEAM) esperaba este año la visita de ingenieros de Nueva Zelanda que harían una investigación para alargar la vida del fruto en los estantes de los supermercados. Ricardo Vega, representante de APEAM cuenta a Animal Político que el proyecto, uno de los más importantes de este año para la Asociación, debió posponerse ante las recomendaciones que distintos países hacen a sus ciudadanos para que se abstengan de viajar a México por la inseguridad. El programa de investigación, en el que se invertirían 4 mil dólares, tendrá que esperar a que el campo mexicano viva momentos menos álgidos.
“Necesitamos que el gobierno trabaje y que haga lo que le toca. Cuando investigadores de fama internacional y renombre se sienten temerosos de venir a nuestro país, todos salimos perdiendo”, afirma Vega en entrevista telefónica.
Sobre las extorsiones a los productores, Vega dice que la Asociación carece de un registro que indique el aumento en este tipo de prácticas, pero reconoce que entre los círculos de agricultores se escuchan cada vez más fuertes los comentarios que el narcotráfico cobra por cada camión cargado de mercancía.
Si Michoacán comienza a alertarse por esta problemática, otros estados, sobre todo fronterizos, ya han levantado la voz sobre los golpes que el narcotráfico da a este sector productivo. Cafetaleros de la frontera sur, productores de manzana en Chihuahua y ganaderos de Coahuila –donde el domingo murió a tiros uno en un intento de secuestro—tienen que enfrentarse al poder de los cárteles para comercializar su producto. Ellos y el consumidor que cada vez se encuentra con precios más y más caros, son los que pagan las consecuencias.