Aunque son buenas noticias, no hay que lanzar las campanas al vuelo porque el precio del crudo mexicano esté cercano a los 100 dólares por barril. La condición de México como importador de sus derivados, principalmente de gasolina, hace que los beneficios por mayores ingresos provenientes del oro negro se diluyan, advierten dos expertos en la matería consultados por Animal Político.
La crisis política en Libia ha provocado un incremento en los precios internacionales del petróleo en las últimas semanas, situándose en máximos no vistos desde agosto de 2008. Ese país ha interrumpido el suministro de 1.6 millones de barriles diarios que produce, que si bien representan 2% de la producción mundial, el daño se multiplica por los efectos psicológicos en los mercados.
“Existe el temor de que la escalada (en los precios) continúe si la tensión política se extiende a Irán y Arabia Saudita, que representan 15% de la producción global”, afirma Carlos Ponce, director general adjunto de análisis de grupo Ixe.
Los mayores riesgos, agrega, se observan en los países emergentes, con sus excepciones como México, dado que aunque está en este grupo de países, es un productor y exportador de crudo. El precio de la mezcla mexicana está casi 50% por arriba del precio que se fijó en la Ley de Ingresos de 2011, de 65.2 dólares, lo cual supone ingresos excedentes para las finanzas del gobierno federal.
Con un precio mayor, México tiene de 45 a 50 millones de dólares adicionales por la exportación diaria de 1.5 millones de barriles de petróleo, dice José Luis de la Cruz Gallegos, director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.
“Depende de cuánto tiempo se mantenga la tendencia, pero para las finanza públicas significa no tener que recurrir en mayores déficits”, agrega De la Cruz.
Según un reporte de Bank of América Merill Lynch, por cada 10 dólares que incrementa el precio del petróleo las cuentas fiscales en México mejoran en 0.4% del PIB, puesto que los ingresos por producción de crudo representan casi un tercio del total de ingresos gubernamentales.
Pero los beneficios tienen sus matices dado que México también importa derivados de petróleo, como gasolinas, aceites, petroquímicos.
“Como el precio del petróleo impacta a esos productos, tiene una connotación menos favorable”, señala Ponce. “Si bien el valor de las exportaciones petroleras de México creció 40.6% en enero pasado, las importaciones lo hicieron 41%”, advierte De la Cruz.
En la parte de bienes de consumo, las compras al exterior de productos petroleros aumentaron 48%. De ahí que los mayores ingresos provenientes de las exportaciones petroleras deberán servir, en parte, para compensar el efecto que los mayores precios del crudo tengan en los productos importados, entre ellos en 350 mil barriles de gasolina que se compran diariamente. “Ahí se pierde el beneficio de ser un país petrolero”, dice De la Cruz.
Los expertos no descartan que de mantenerse el alza del petróleo los incrementos en sus derivados se transfieran a la población para el segundo y tercer trimestre del año, lo que podría afectar los niveles de inflación. “En la medida que esa alza de precios presiona a la gasolina y estos a la inflación, eso impacta a la gente”, dice Ponce.
Si bien los mayores precios del crudo dan cierta holgura a las finanzas públicas, los beneficios no serán palpables para la gente común, concluyen.