A tres días que concluya su periodo como presidente del PRD, Jesús Ortega advierte sobre el riesgo de que el cónclave en el que el Consejo Nacional de ese partido debe elegir a su nueva dirigencia sea “destripado” el próximo sábado, así como que en el Estado de México se prefigura ya un nuevo “iztapalapazo”, con el que Andrés Manuel López Obrador busca impedir que perredistas y panistas vayan juntos por la gubernatura de esa entidad.
El miembro fundador del PRD, quien desde los años 70 militara primero en el Partido Socialista de los Trabajadores y luego en el Socialista Mexicano, concede una charla a Animal Político, pero no ya en la sede nacional del sol azteca, cuya presidencia ocupa desde noviembre de 2008, sino en las oficinas que Nueva Izquierda, la corriente interna de la que es dirigente, mantiene en Bajío e Insurgentes, en la colonia Roma Sur.
Escoltado por un retrato de Carlos Marx, Jesús Ortega aprovecha, además, para aclarar que, aunque apoyaría una eventual candidatura presidencial de López Obrador en 2012 si fuera el aspirante con mayores posibilidades, “en la actualidad es Marcelo Ebrard el mejor posicionado”, tal como el mismo jefe de Gobierno afirmó a principios de mes.
Los tres finales del fin de semana
Luego de saludar cálidamente al anciano vigilante de Bajío 360, Ortega aprovecha el tiempo de ascenso al noveno piso para aclarar que sus últimos días al frente del PRD no han sido fáciles. “Falta todavía un acuerdo de candidato a presidente, secretario general e integrantes del secretariado nacional del PRD, que sea compartido por la totalidad o la gran mayoría de los consejeros. Se está platicando, hay avances, pero nada concreto todavía. De no lograrse el acuerdo, el próximo sábado se podría llegar a una votación en la que, democráticamente, se elija por mayoría de votos a la nueva dirigencia”.
“Sin embargo –añade–, existe también la posibilidad de que los fanáticos, los soldados de dios intenten destripar la asamblea general. Esas son las tres posibilidades que yo veo sobre lo que puede pasar en la reunión del Consejo Nacional perredista. Yo espero que finalmente cualquiera de las dos primeras sea la que resulte y que la tercera se cancele.”
Cabe destacar que ayer mismo uno de sus más cercanos colaboradores, el también líder de Nueva Izquierda, Jesús Zambrano, hizo público que aspira a relevar a Ortega en el cargo.
Revolución, reforma o guerra santa
–Cuando habla de soldados de dios, ¿a quiénes se refiere?
–A algunos simpatizantes de López Obrador, quienes lo siguen acríticamente y se han convertido en perseguidores de herejes, en castigadores de malvados. Y es que la visión de lucha de Andrés Manuel es una especie de yijad, una lucha del bien contra el mal.
Ortega, quien aún se reconoce como el “socialista” que fue desde su juventud, rebusca entre los papeles que tiene sobre su escritorio, para poner un ejemplo de la yihad lopezobradorista, hasta dar con la transcripción del mensaje que esta semana difundió el tabasqueño a través de Youtube, y luego lee, con algo de sorna.
–El título de su mensaje semanal es muy revelador: “Ofrece AMLO la felicidad del pueblo”. Muy al estilo de Moisés o de Jesucristo… Dice el mensaje que López Obrador propone crear una “nueva corriente de pensamiento a fin de que haya fraternidad, que se fortalezcan nuestros valores morales y espirituales“.
¿Morales? –se pregunta Ortega a sí mismo– ¿Espirituales? ¿Qué es eso? Ese discurso tiene sentido en un convento, no en la lucha política. Más adelante dice Andrés Manuel que “debemos enfrentar al mal con el bien“. Eso es propio de un pastor, y se parece mucho al discurso de George Bush al defender la invasión de Irak. Esa visión de la vida política, dividida entre el bien y el mal, no son los principios del PRD.
El aún presidente del PRD, cargo por el que contendió hace poco más de dos años contra Alejandro Encinas (hoy aspirante lopezobradorista a la gubernatura del Estado de México) y que sólo asumió luego de que el IFE ordenara al partido del sol azteca reconocer el triunfo de Nueva Izquierda, vuelve a su pasado para ilustrar el principal problema de la izquierda mexicana actual.
“Hace 30 años en la izquierda nos planteamos un debate denominado ‘¿Reforma o Revolución?’, entre quienes defendíamos que la alternativa para México era un proceso de transición democrática, para conquistar el poder a través de las urnas, y quienes defendían la alternativa de la insurrección popular. Y esa visión ‘revolucionarista’ sigue siendo compartida por algunos líderes y sectores, aunque yo estoy seguro de que ese debate ya se ganó por la vía de las reformas, el mejor ejemplo de lo cual es que ahora el valor de la democracia se insertó en la agenda de la izquierda, en sustitución de la lucha por instituir la dictadura del proletariado.
“Esa visión de conducción centralista y unipersonalizada –remata– es contra la que nosotros luchamos.”
Sísifo y Juanito con rumbo al Edomex
Para describir la paradoja de la izquierda mexicana, Ortega echa mano de la mitología griega, de la que retoma el trágico fin de Sísifo, condenado por toda la eternidad a empujar una pesada piedra cuesta arriba por una empinada ladera, piedra que siempre rueda por la pendiente antes de que éste pueda alcanzar la cima.
“Así es la izquierda mexicana: siempre cargando una gran roca, siempre subiendo una gran montaña y siempre dejando caer la piedra justo antes de alcanzar la cumbre.”
“Eso –recuerda–, fue lo que pasó en las elecciones presidenciales de 2006, cuando Andrés Manuel llevaba una ventaja extraordinaria, importantísima, de 12 puntos, y en lugar de amarrar esa ventaja, optó por la polarización.”
–¿Usted lo comentó con él, en su calidad de jefe de campaña?
–Claro, en ese momento yo le dije que lo que correspondía, ante la ventaja que se tenía, era difundir un spot en el que apareciera en una oficina, como si fuera en Los Pinos, para mandar un mensaje de tranquilidad a la ciudadanía, para decir ‘gané, pero voy a incluir a todo el mundo’. Sin embargo, ocho días después, la respuesta de Andrés Manuel fue el “cállate, chachalaca” que le dirigió al entonces presidente, el panista Vicente Fox.
–Esa polarización que usted califica como algo que debilita a la izquierda, ¿puede repetirse en el Estado de México, al boicotearse una alianza entre partidos de oposición, en este caso PRD y PAN, promovida para sacar al PRI de la oficina del gobernador?
–Sí, en el Estado de México López Obrador está aplicando la misma estrategia de Iztapalapa en 2009: denosta la estrategia electoral elegida por el PRD, apoyo al PT y a Convergencia, alimenta ánimos rupturistas entre la militancia perredista. En Iztapalapa fue grotesco ver a Andrés Manuel tomarle protesta a Juanito, alguien que no sabe ni siquiera cómo se llama y que ahora le está prometiendo al PRI llevarle 20 millones de votos, eso sólo debilitó a la izquierda… Espero que la estrategia lopezobradorista no tenga en el Estado de México el mismo éxito que el iztapalapazo, pero se está repitiendo la misma historia. No obstante, la alianza fáctica con el PAN no es una posibilidad dinamitada.
De hecho, su personal de prensa apresura el final de la entrevista, para que Ortega pueda llegar a tiempo a la conferencia que ofrecerá de forma conjunta con su homólogo panista, Gustavo Madero, convocada para difundir un video que presuntamente muestra a funcionarios del gobierno mexiquense organizando un operativo de compra de votos en Valle de Chalco. Sólo queda tiempo para una última pregunta.
–¿Cuál debería ser, entonces, la estrategia de la izquierda para conquistar el poder, para que la piedra no se les caiga?
– A la izquierda mexicana le falta ser pragmática –dice Ortega, con convicción–, pero en el mejor sentido de la palabra, porque algunos la usan con una visión peyorativa. Sin embargo pragmático quiere decir eficaz, quiere decir que se resuelven problemas y por lo tanto a la política mexicana, especialmente a la izquierda mexicana, le urge ser práctica, eficaz en la lucha por el poder político, porque hay políticos de izquierda que no quieren acceder al poder, que tienen el oposicionismo y el martirologio como vocación, que quieren acceder a la historia no cómo jefes de Estado responsables, que resolvieron los problemas del país, sino como mártires.
Balance
Los logros y fracasos de Ortega al frente del PRD, según Ortega…
Éxitos:
– Renovación del padrón de militantes, a través del cual 1.5 millones de perredistas han sido credencializados, en un proceso avalado por el IFE.
“Con ese número cubrimos, cuando menos con un militante, las dos terceras partes de las secciones electorales del país”.
– Se modificó el programa partidista, para incluir comisiones relacionadas con valores políticos modernos, tales como las de Diversidad Sexual, Perspectiva de Género y Medio Ambiente, “temas que son en Europa o en otras partes del mundo de la izquierda moderna”.
– Se aplicó una política electoral “pragmática”, con una campaña “heterodoxa” en 2009, con la que se llegó a tener 19% de intención del voto, “íbamos avanzando, pero acontecimientos como el iztapalapazo y el michoacanazo nos pegaron terriblemente”.
– Sin contar el reciente triunfo en Guerrero, se aumentó el número de ayuntamientos gobernados por el PRD, de 134 a 182 y el número de mexicanos gobernados por este instituto político (en coalición con otros partidos) pasó de 21 millones a 32 millones.
– La deuda del partido se redujo de 713 millones en 2008 a 361 en 2011, y el promedio de multas descendió de 32.5 millones de pesos al iniciar su gestión, a 6.9 millones en 2010.
Fracasos:
– El PRD perdió las gubernaturas de Zacatecas y Baja California Sur, lo que fue “producto de yerros cometidos, como darle tantas facultades a los gobernadores en el proceso de elección de candidaturas”
– Suspender la campaña de difusión conocida como “La niña del PRD” y que había demostrado efectividad, “pero como en 2009 logramos apenas 13% de los votos, eso hacía parecer que nuestra campaña había fracasado, aunque en realidad ese resultado fue producto del iztapalapazo y el michoacanazo”.
– Problemas internos del PRD se convirtieron en asuntos públicos, “como, por ejemplo, la diferencia de Andrés Manuel conmigo; por la solicitud de licencia de López Obrador aquí nos tienes, metidos en un debate que nos interesa mucho a los perredistas, pero que al común de la gente le debe importar menos que el que sus hijos tengan empleo o que haya seguridad”.