Pistoleros enviados supuestamente por al-Qaida y el Talibán mataron el miércoles al único miembro cristiano del gabinete de Pakistán, al balear su automóvil justo frente a la casa de su madre.
Fue el segundo asesinato en dos meses de una personalidad de alto rango que se oponía a las leyes que castigan los insultos al Islam con la pena de muerte.
Shahbaz Bhatti, de 42 años, estaba consciente del riesgo que corría, ya que dijo —en un mensaje videograbado con el propósito de publicarse en caso de que muriera— que había sido amenazado por el Talibán y por al-Qaida.
Afirmó que las amenazas no impedirían que hablara en favor de los cristianos perseguidos y de otras minorías. “Moriré para defender sus derechos”, dijo en el mensaje en video difundido el miércoles.
Su asesinato es otro grave revés a los asediados sectores moderados de Pakistán, que dicen que los ataques son un síntoma de una creciente radicalización de la mayoría musulmana.
A principios de año, el gobernador de Punjab Salman Taseer fue asesinado por un guardaespaldas, quien dijo que estaba furioso porque el político se oponía a las leyes de blasfemia y muchos paquistaníes elogiaron al asesino.
A pesar de las amenazas, Bhatti iba sin protección a visitar a su madre en Islamabad el miércoles por la tarde, dijo la Policía. El funcionario se acababa de salir de la casa cuando tres hombres que estaban cerca abrieron fuego, dijo Gulam Rahim, un testigo.
Dos de los hombres abrieron la puerta y trataron de sacar a Bhatti, dijo Rahim, mientras un tercero disparaba un fusil Kalashnikov repetidamente al interior del vehículo. Los tres atacantes se alejaron después a toda velocidad en un automóvil Suzuki Mehran blanco, relató Rahim, quien se ocultó detrás de un árbol.
El ministro falleció mientras era trasladado al Hospital Shifa y su chofer estaba herido de gravedad, dijo un portavoz del hospital Asmatulá Qureshi.
Ningún grupo se atribuyó de inmediato la responsabilidad del ataque, pero canales de televisión privados mostraban panfletos hallados en el lugar del asesinato que señalaban como responsables a los talibanes paquistaníes, advirtiendo que cualquiera que se oponga a las leyes de blasfemia correrá la misma suerte.
Los líderes del gobierno paquistaní condenaron el ataque.
“Se trata de una campaña concertada para asesinar a toda voz liberal, progresista y humanista en Pakistán”, destacó Farahnaz Ispahani, colaborador del presidente Asif Alí Zardari.
AP.