El Consejo Editorial del semanario Desde la Fe, órgano de difusión de la Arquidiócesis Primada de México, respondió a las críticas del Jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, calificándolo de intolerante e ignorante.
Pedro Arellano, presidente del Consejo Editorial, aprovechó para deslindar al Cardenal Norberto Rivera Carrera y a su vocero, Hugo Valdemar Romero, de estar detrás de la línea editorial del semanario.
Aquí íntegro el comunicado de Pedro Arellano:
“Llama la atención el nivel de reacciones que se han dado ante el último artículo editorial publicado en nuestro periódico Desde la fe, donde se ha hecho una amplia reflexión sobre el significado de la auténtica libertad religiosa, a partir de un mensaje del Papa Benedicto XVI, pero aplicado a la realidad mexicana.
Dejando de lado los cometarios de algunos editorialistas, el argumento principal del texto en cuestión es en torno a la amenaza que hay en el mundo contra la libertad religiosa, ya sea de manera directa -por parte de fundamentalistas religiosos que atacan violentamente a quienes no comparten sus principios (como por ejemplo, tenemos los condenables asesinatos de cristianos en Irak, Egipto, Turquía, India, etc.)- o por fundamentalistas que, en nombre del Estado laico, atacan toda convicción religiosa en el ámbito de la vida pública, como está sucediendo actualmente en España. Aquí cabe una reflexión sobre lo que está ocurriendo en la Ciudad de México donde algunos grupos políticos que, frente a las convicciones religiosas, se han manifestado crecientemente intolerantes con el argumento del “Estado laico”.
El Estado laico del siglo XXI no puede corresponder a la figura represora del siglo XIX ni mucho menos a la actitud persecutoria de principios del siglo XX; el Estado laico actual está definido en el marco del respeto a los derechos humanos, es decir, es aquel que respeta, protege y valora las convicciones de todos los ciudadanos, los creyentes y los no creyentes, permitiendo que todos, desde sus propias convicciones, contribuyan al bien común. A nadie se le puede descalificar de antemano por sus ideas, más aún, en una sociedad democrática, las ideas se debaten y se definen por consensos de mayoría o de acuerdos de compromiso. Nada de esto sucede en aquellos que, descalificando a quienes profesan una fe religiosa, avanzan de manera autoritaria e intolerante para imponer sus propias ideas. Esto es lo que han realizado en México algunas autoridades del Distrito Federal.
El Jefe de Gobierno de la capital no ha reparado en su grave misión de lo que representa ser gobernante de una de las ciudades más grandes del planeta, donde debe respetar y servir a todos los ciudadanos, independientemente de sus ideas políticas o sus convicciones religiosas, por lo que siempre debe buscar el entendimiento y el bien común, sin pasar con atropellos sobre algunos con el supuesto pretexto de servir a otros. Lo acabamos de ver en acciones tan sencillas como trazar una ruta de autobús o construir una vía rápida, acciones en sí mismas necesarias en nuestra ciudad, pero que requieren de consenso y respeto. Pero ante el disenso, responde con el atropello a los ciudadanos, con la fuerza de la policía. Ya no digamos en acciones de mayor importancia en las que están de por medio la vida, la familia y el matrimonio, que son de mucha mayor trascendencia que una línea de transporte público, porque va de por medio la conformación misma de la sociedad. En el debate de ideas y de principios éticos, tampoco ha respetado las formas, ha pasado por encima de quienes difieren de sus puntos de vista, que no son unos cuantos, sino una gran parte de la población, ignorando sus valores sociales y religiosos, ridiculizando particularmente estos últimos cada vez que puede, llamándoles “mitos medievales”, despectivamente, ignorando que las más altas propuestas religiosas representadas en el mensaje de Cristo y el Evangelio no fueron creación del medievo.
El Jefe de Gobierno ha mostrado ignorancia y con él algunos diputados que han saltado a la fama de “los diez minutos” por la insensatez de las leyes propuestas que la historia, al fin la historia, se encargará de corregir tarde o temprano… señalando que está mal empleado el término de “talibán”, pues para él sólo tiene una connotación religiosa: tal parece que no han caído en la cuenta del uso literario y argumentativo de las “analogías” que suelen ser mucho más expresivas que las palabras planas, las analogías suelen ser mucho más contundentes que una simple referencia literal. Lo literal es calificar, sin ambages, a algunos sectores del gobierno del Distrito Federal como “intolerantes y fundamentalistas” en sus posiciones ideológicas. Por supuesto que las autoridades no siempre tienen que coincidir con todas las corrientes ciudadanas, pero al menos se deben discutir con racionalidad los diferentes puntos de vista; esto es lo que ha faltado en distintos momentos a nuestras autoridades civiles, quienes han reaccionado con odio, descalificaciones y amenazas que llegan a las demandas contra quienes no comparten sus ideas. De allí el término, por analogía, de “talibanes”… es decir, incapaces de diálogo, intransigentes y fundamentalistas….
Siempre es buena la aclaración de que en el debate de estos argumentos está de por medio el Consejo Editorial del periódico Desde la fe en el cual no participa el Arzobispo de México, siempre respetuoso de la libertad de expresión y de la línea editorial seguida frente a la opinión pública y los problemas que atañen a las responsabilidades de la Iglesia; tampoco el Presbítero Hugo Valdemar Romero, quien hace más de un año fue relevado de dicha responsabilidad… no hay tales fantasmas que asustan al Jefe de Gobierno, al contrario, hay el ejercicio de una crítica social que todo Estado laico debe defender, tal como dicen hasta la saciedad los mismos laicistas, citando a los enciclopedistas franceses: “puedo no estar de acuerdo con tus opiniones, pero siempre defenderé que tengas el derecho de expresarlas”. Aquí en el DF, esto parece que no será posible.
A nombre del Consejo Editorial del semanario Desde la fe, órgano de formación e información de la Arquidiócesis de México”.
Pedro Arellano Aguilar
Presidente del Consejo Editorial