La DEA se ha transformado en una organización de inteligencia global con un alcance que va mucho más allá del tema de drogas, y tiene una operación de espionaje tan amplia que tiene que defenderse de los políticos extranjeros que quieren utilizarla contra sus enemigos políticos, según la información contenida en los cables diplomáticos filtrados por WikiLeaks.
Con mayor detalle que lo previamente conocido, los cables obtenidos por WikiLeaks revelan el punto de vista de agentes de drogas de EU y sus balances sobre la diplomacia y la aplicación de la ley en los lugares donde puede ser difícil diferenciar a los políticos de a los traficantes, y donde las áreas controladas por cárteles de drogas son en si mismos mini-Estados cuya riqueza y violencia les permite atropellar a los gobiernos en lucha.
Según un artículo publicado hoy por The New York Times, la DEA ahora tiene 87 oficinas en 63 países y mantiene alianzas más cercanas con los gobiernos que mantienen una relación muy cercana con la CIA. Debido a la omnipresencia del flagelo de las drogas, la DEA hoy tiene acceso a los gobiernos extranjeros, incluyendo aquellos que, como Nicaragua y Venezuela, han tensado sus relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. Muchos están ansiosos por aprovechar la detección de drogas realizadas por la agencia y las tecnologías de escuchas telefónicas.
En algunos países, la colaboración parece funcionar bien, con la agencia antidroga proveyendo la información de inteligencia que ha ayudado a capturar a capos e incluso organizaciones completas. Pero las victorias pueden obtenerse a un alto precio, según los cables, pues según se ha revelado, numerosos agentes de la agencia norteamericana han sido asesinados en Afganistán y en México.
En Venezuela, el servicio de inteligencia local cambió la correlación de fuerzas con la DEA, infiltrándose en sus operaciones, saboteando los equipos y contratando a un hacker para interceptar correos y cables de la Embajada de EU. Y como la agencia de drogas ha expandido sus operaciones de espionaje para mantenerse al día con los carteles, provocó tensiones con algunos de los más cercanos aliados de Washington.
Diplomáticos de EU han registrado momentos inolvidables de la guerra -en gran medida invisible- contra las drogas en el mundo:
– En Panamá, un urgente mensaje de BlackBerry enviado por el el presidente al embajador de Estados Unidos exigió a la DEA que perseguiera a sus enemigos políticos: “Necesito ayuda para intervenir teléfonos.”
– En Sierra Leona, un caso importante de tráfico de cocaína estuvo a punto de caerse por un intento de la Fiscalía General para solicitar $ 2.5 millones en sobornos.
– En Guinea, el principal capo del país resultó ser el hijo del presidente, y los diplomáticos descubrieron que antes de que la policía destruyera un gran cargamento de coca, la droga había sido sustituida por harina.
– Los dirigentes del asediado Ejército mexicano emitieron peticiones privadas para una colaboración más estrecha con la DEA, confesando que tienen poca fe en las corporaciones policíacas del país.
– Cables de Birmania -objetivo de estrictas sanciones de EU en el pasado- describen el reporte de agentes de droga norteamericanos sobre cómo la junta militar del país asiático se enriquece con el dinero de la droga y en las actividades políticas de los opositores de la junta. Funcionarios de la DEA y el Departamento de Estado se negaron a discutir lo que dijeron era una información que nunca debería haber sido hecha pública.
– Cables escritos en febrero pasado por los diplomáticos estadounidenses en Paraguay describen que la DEA se negó a las peticiones del gobierno de ese país para ayudar a espiar a un grupo insurgente, conocido como Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). El grupo de izquierda, sospechosos de tener vínculos con el grupo rebelde colombiano FARC, había realizado varios secuestros de alto perfil y juntó una pequeña fortuna en rescates. Cuando los diplomáticos estadounidenses se negaron a dar a Paraguay el acceso al sistema de escuchas telefónicas de la DEA, el ministro del Interior, Rafael Filizzola amenazó con cerrarlo, diciendo: “La lucha contra el narco es importante, pero no derrocaría nuestro gobierno. El EPP si podría”.
Lea el recuento completo de The New York Times