El año muere hoy, y aunque lo cerramos agradecidos y entusiasmados, hay momentos del 2010 que no podemos darnos el lujo de olvidar. El que termina fue un año pródigo en tragedias asociadas a rostros específicos, nombres, lugares.
Hicimos del 2010 un ejercicio extenuante de sumar nombres y cuerpos. Un esfuerzo explícito para no olvidar, para no dejar que los hechos se nos amontanaran y quedaran en hechos una montaña de anonimato, de cosas que por abrumadoras uno ya es incapaz de retener.
Escribimos esta entrada por una sola razón: el 2010 nos puso a los mexicanos frente al espejo tragedia tras tragedia, no podemos poner un pie en el 2011 sin recordarlo.
Aquí los 10 momentos que nos pusieron la piel de gallina este año (ordenados por fecha de ocurrencia).
5 de junio de 2009. Esa fecha quedará fijada en la memoria de los mexicanos para siempre. En Hermosillo, Sonora, 49 niños y niñas perdieron la vida en el incendio de la Guardería ABC. Las primeras notas fueron pocas y breves. Ocurrió un viernes, los mexicanos nos enteramos entre el fin de semana y el lunes siguiente. Para el viernes 12 la noticia se había desvanecido en casi todos los medios. Esta historia aparece en nuestra lista porque 2010 fue el año en que el tema reapareció para no desaparecer jamás. La búsqueda de justicia por parte de los padres, la decisión de la Corte en junio de este año que confirmó la violación de garantías por parte de autoridades, y un hecho inquietante: hasta el momento han sido responsabilizados únicamente servidores públicos de bajo nivel en la estructura de mando. Nos quedamos con las fotografías y nombres de los 49 niños y niñas.
Una fiesta llena de menores de edad, estudiantes de secundaria y preparatoria. Un comando armado que entra y dispara sin distinción. 16 muertos que el Presidente nombra “miembros de pandillas” desde Japón. El testimonio desgarrador de Luz María Dávila, madre coraje, que enfrenta al Presidente Calderón en su visita a Ciudad Juárez. Encontrar que aquí no hay caminos hacia la justicia, que esto se resuelve por afuera, con torturas de “presuntos” culpables. Encontrar que no es un hecho aislado, que se agregan matanzas similares en Torreón, Tepic, Tijuana, y de nuevo Juárez.
21 de marzo de 2010, un fuego cruzado entre militares y miembros del crimen organizado en los alrededores del Tecnológico de Monterrey en la capital de Nuevo León, dos estudiantes de posgrado muertos: Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo. Aquí nadie está a salvo. Cinco meses después, otro golpe: la Comisión Nacional de Derechos Humanos concluyó que en el caso de la muerte de estos dos estudiantes habían irregularidades y que los cuerpos fueron manipulados después de su muerte. Nuevamente: ¿y?.
Inicios de abril del 2010, los menores Bryan y Martín Almanza Salazar, de 5 y 9 años respectivamente, perdieron la vida en Tamaulipas. Siguió la lucha de su madre, Cinthia Salazar, para dar a conocer su versión de los hechos, un recorrido interminable por estaciones de radio en las que repetía una y otra vez que a sus hijos los había matado el ejército mexicano. Nos volvimos dolorosamente familiarizados con la tragedia, la ubicación de Martín en la camioneta, las esquirlas de una supuesta granada, la fotografía mostrando los orificios en los cuerpos, la bala que mató a un niño en brazos de su madre. Al final, la Comisión Nacional de Derechos Humanos dio la razón a Cinthia en un informe publicado en junio de este año, concluyendo que a Bryan y Martín los había matado el Estado. ¿Y?
Paulette Gebara dessapareció el 21 de marzo, aparecieron espectaculares pidiendo informes sobre su paradero, veíamos en medios entrevistas interminables con sus padres. Diez días después, el 31 de marzo apareció el cuerpo de la pequeña de cuatro años en la base de su propia cama. Los cuestionamientos fueron inmediatos, la opinión pública mexicana optó por sacar sus propias conclusiones frente a la clara incompetencia de las autoridades. El resultado más visible: la renuncia dos meses después del procurador de justicia del Estado de México, Alberto Bazbaz. Nada más.
¿No te suena el nombre? Sergio era un estudiante de secundaria de 14 años de edad, y fue baleado el 8 de junio por un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos en el Puente Negro que conecta Ciudad Juárez con El Paso. Seis meses después, la búsqueda de justicia por parte de sus padres no termina. Don Jesús, su padre, comentó a Animal Político: “Mis hijas ya no quieren que yo hable, porque nos están amenazando. Nos dicen que mejor nos vayamos de Juárez, ellas ya no quieren ni salir. Hasta en el trabajo me llaman, no es justo porque además de que me mataron a mi hijo, ahora dicen que ya nos dieron dinero y una casa y eso no es cierto, no nos han dado nada. Nosotros somos pobres, somos gente humilde y nomás queremos que nos dejen en paz“.
72 migrantes, entre hondureños, salvadoreños, brasileños, y ecuatorianos fueron masacrados en un rancho en San Fernando, Tamaulipas a finales de agosto. El relato aterrador en voz de un sobreviviente ecuatoriano. Hoy la entonces encargada del Instituto Nacional de Migración, Cecilia Romero, ocupa la secretaría general del Partido Acción Nacional. Un grupo de mexicanos lanzó un sitio a forma de homenaje para estos 72 muertos. Cerramos el año con el secuestro de otros 50 migrantes, esta vez en Oaxaca, y con la obligación de leer el reporte especial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos elaborado en 2009 sobre el secuestro de migrantes en tránsito por México y la complicidad de autoridades.
Alejo Garza Tamez, el 13 de noviembre pasado, este hombre de 77 años enfrentó solo a miembros del crimen organizado en su rancho, a 15 kilómetros de Ciudad Victoria. Mató a cuatro de ellos y perdió la vida. Don Alejo se convirtió de inmediato en el rostro de una sociedad fatigada que busca formas de defenderse frente a los grupos del crimen organizado. Descanse en paz.
“Sí lo hice, señora”, esas fueron las palabras el 6 de diciembre de Jacobo Tagle Dobin a Isabel Wallace, la madre que llevaba cinco años tratando de encontrar a los responsables del secuestro y muerte de su hijo, Hugo Alberto Wallace Miranda. La imagen nos deja absortos, Isabel frente al asesino de su hijo, firme, seria, sólida. Isabel viendo el video donde Jacobo relata los detalles del crimen. Isabel recibiendo de manos del Presidente Calderón el premio nacional de derechos humanos. Isabel que logró en cinco años exhaustivos de lucha y perseverancia encontrar, al menos, algunas respuestas.
Frente al palacio de gobierno de Chihuahua, grabado por una cámara de video, Marisela Escobedo fue asesinada de un tiro el 19 de diciembre. Frente a los ojos de todo un país que la ignoró, que la forzó a disfrazarse de payaso, a caminar semi-desnuda, para hacerse de la atención de medios y opinión pública. Todo para buscar que autoridades re-capturaran al asesino de su hija, quien fue declarado inocente por tres jueces de Chihuahua, ante la falta de elementos de culpa provistos por la parte acusadora. Lo que sigue, igual de sintomático: la suspensión de los jueces del caso; el asesinato del cuñado de Marisela; las amenazas del cártel de Sinaloa hacia los responsables del asesinato; la recompensa de 700 mil pesos para su captura; y la decisión de la familia de Marisela de mejor irse a Estados Unidos.