Home
>
Estados
>
Mérida será sede de Cumbre por las Sociedades de Paz Ch’abajel
Mérida será sede de Cumbre por las Sociedades de Paz Ch’abajel
La Cumbre Ch’abajel se destaca por su enfoque inclusivo, que trasciende las fronteras de disciplinas y sectores. | Foto: Especial
3 minutos de lectura
Mérida será sede de Cumbre por las Sociedades de Paz Ch’abajel
La Cumbre Ch’abajel no se limita a las conversaciones y discusiones, sino que también celebra la riqueza de la diversidad cultural y el poder del arte como vehículo para la construcción de la paz.
23 de agosto, 2023
Por: Redacción Animal Político
0

En un esfuerzo por promover la paz y el desarrollo sostenible en América Latina, la primera edición de la Cumbre por las Sociedades de Paz, Ch’abajel, está lista para dar inicio en Centro de Convenciones Siglo XXI de Mérida, Yucatán. 

El evento tendrá lugar los próximos 21 y 22 de septiembre y se prevé la participación de más de 40 speakers, 100 organizaciones, 50 gobiernos y 10 media partners. 

El objetivo de la cumbre es establecerse como el epicentro emblemático en la construcción y promoción de la paz en la región.

En un contexto global en el que la paz y la estabilidad son temas cada vez más críticos, la Cumbre Ch’abajel emerge como un faro de esperanza, donde se reunirán líderes y expertos de diversas esferas, desde representantes gubernamentales hasta líderes comunitarios, académicos y ciudadanos comprometidos. 

La cumbre tiene como objetivo abordar y analizar temas de relevancia, facilitar el intercambio de experiencias exitosas y buenas prácticas, y promover un diálogo constructivo para encontrar soluciones colaborativas a los desafíos que afectan a las sociedades en su búsqueda de la paz.

Cumbre Ch’abajel, un foro de Colaboración

La Cumbre Ch’abajel se destaca por su enfoque inclusivo, que trasciende las fronteras de disciplinas y sectores. Expertos y líderes de diversas áreas se reúnen para analizar integralmente los desafíos y oportunidades que subyacen en la construcción de la paz en la región. Desde la política hasta la economía, pasando por lo social, lo cultural y lo psicológico, esta cumbre reconoce que la paz no es un objetivo unidimensional, sino una meta compleja que requiere un abordaje holístico.

Entre las actividades que los asistentes pueden esperar durante la cumbre se encuentran paneles de discusión con expertos en resolución de conflictos, construcción de paz sostenible, justicia social y reconciliación.

Además, se ofrecerán talleres prácticos y sesiones de capacitación que brindarán herramientas y estrategias para la implementación efectiva de proyectos de paz. Estos espacios permitirán a los participantes presentar sus propias iniciativas y compartir conocimientos valiosos con la comunidad asistente.

 La Cumbre Ch’abajel está lista para inaugurar su primera edición en Mérida, Yucatán, los próximos 21 y 22 de septiembre.
La Cumbre Ch’abajel está lista para inaugurar su primera edición en Mérida, Yucatán, los próximos 21 y 22 de septiembre. | Foto: Especial

Cultura, arte y acción

La Cumbre Ch’abajel no se limita a las conversaciones y discusiones, sino que también celebra la riqueza de la diversidad cultural y el poder del arte como vehículo para la construcción de la paz. Actividades culturales y artísticas, como la Mega Rodada por la Paz y el Ciclo de Cine en el Gran Museo del Mundo Maya, se entrelazan con momentos de entretenimiento, como el concierto del DJ Alyosha Barreiro, para demostrar que la paz y la armonía pueden ser promovidas a través de medios lúdicos y creativos.

La Cumbre Ch’abajel no solo es un espacio de diálogo y reflexión, sino también un llamado a la acción.

Los participantes no solo son testigos, sino agentes de cambio en la construcción de sociedades más pacíficas y justas. 

La cumbre proporciona un ambiente propicio para identificar desafíos comunes y buscar soluciones innovadoras y sostenibles que aborden cuestiones como la violencia, la desigualdad y la exclusión social.

Si bien los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y otros actores desempeñan un papel crucial, la cumbre reconoce la importancia de la participación individual en este proceso. Cada individuo tiene un rol vital en la creación de un mundo más armonioso, y la Cumbre Ch’abajel inspira a todos a unirse en esta causa compartida.

La Cumbre Ch’abajel reúne líderes, expertos y ciudadanos comprometidos para encontrar soluciones a los desafíos que enfrentan nuestras sociedades.
La Cumbre Ch’abajel reúne líderes, expertos y ciudadanos comprometidos para encontrar soluciones a los desafíos que enfrentan nuestras sociedades. | Foto: Especial

Para obtener más información sobre la Cumbre Ch’abajel y cómo participar en este evento trascendental, visite el sitio web oficial. La cumbre promete ser un hito en la búsqueda de sociedades de paz y es una oportunidad imperdible para marcar la diferencia.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Se parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Etiquetas:
contenido patrocinado
paz
image
La aldea perdida donde las mujeres se juegan la vida en las montañas y los hombres se quedan en casa cultivando
6 minutos de lectura
La aldea perdida donde las mujeres se juegan la vida en las montañas y los hombres se quedan en casa cultivando
La Cumbre Ch’abajel no se limita a las conversaciones y discusiones, sino que también celebra la riqueza de la diversidad cultural y el poder del arte como vehículo para la construcción de la paz.
04 de diciembre, 2023
Por: BBC News Mundo
0

Durante siglos, las pastoras wakhi de Pakistán viajaron a remotos campos de montaña para dar de pastar a sus rebaños. Los ingresos generados fueron fundamentales para transformar su comunidad.

Ayudaron a pagar la atención médica, la educación y el primer camino construido para salir de su valle y conectar con el resto del mundo.

Pero esta forma de vida está desapareciendo.

La serie 100 Mujeres de la BBC se unió a ellas en uno de sus últimos viajes a las regiones de pastoreo.

Nuestro trayecto hasta los pastizales del Pamir es traicionero. Los empinados senderos de montaña serpentean y se retuercen: un paso en falso y se acabó.

Las mujeres silban y gritan a las ovejas, a las cabras y a los yaks para evitar que se desvíen de los estrechos senderos y caigan por la ladera de la montaña.

“Antes había mucho más ganado que ahora”, dice Bano, de unos 70 años. “Los animales saltaban de aquí para allá y desaparecían. Algunos regresaban y otros no”.

Mujeres y su rebaño caminando por un sendero de montaña estrecho y accidentado
Taseer Beyg
Los desprendimientos de tierra son una preocupación constante en los empinados senderos de montaña.

En años pasados, cada verano decenas de pastoras wakhi hacían este viaje a través de las escarpadas montañas del Karakoram, en el noreste de Pakistán, con sus hijos pequeños a la espalda.

Entonces dejaban a los hombres en casa para trabajar en el valle de Shimshal.

Hoy en día sólo quedan siete pastoras.

Caminamos ocho horas al día bajo la lluvia, la nieve y un calor abrasador. El viaje que antes les tomaba a las mujeres tres días, a nosotros nos lleva cinco.

Las pastoras, aunque ancianas, siempre van muy por delante del resto mientras nos aclimatamos a la altura.

La amenaza de deslizamientos de tierras está siempre presente y el ruido sordo de los cascos de las ovejas vibra en el suelo, haciendo caer rocas y polvo.

Annar envuelta en una túnica rosa y amarilla
Taseer Beyg
Annar, que ahora tiene 88 años, ha recorrido los pastos del Pamir toda su vida.

En el pasado era aún más difícil. Antes las pastoras no contaban con chaquetas térmicas ni calzado apropiado para caminar por este terreno.

“Solíamos usar túnicas sencillas. Íbamos descalzas y caminábamos así sobre el hielo”, dice Annar, de 88 años.

Afroze, que ahora tiene 67 años, recuerda haber sido la primera mujer del valle en conseguir un par de zapatos.

“Mi hermano me regaló dos pares cuando me casé”, cuenta. “La gente solía venir sólo para verlos. A menudo los tomaban prestados, junto con mi vestido, para las bodas”.

Cuando finalmente llegamos a Pamir, a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar, los exuberantes pastos verdes aparecen ante nosotros y los arroyos de reluciente agua glacial se abren paso a través del paisaje, rodeados de escarpados picos cubiertos de nieve.

“Hemos caminado por estas tierras junto a nuestras madres y abuelas. Y como nosotras, ellas eran pastoras, batían mantequilla y hacían yogur“, evoca Annar, mientras las mujeres cantan y bailan.

Varias pastoras cruzan un puente colgante de madera
Taseer Beyg
El más largo de los muchos puentes de cuerda que cruzan las pastoras de camino a los campos.

Un grupo de 60 casas de piedra, abandonadas y cerradas, dan pistas de un estilo de vida en desaparición.

Al ser la pastora de más edad, Annar besa la puerta de uno de los ranchos, dice una oración y entra llevando una hornilla con hojas ardiendo.

“Nuestros mayores nos enseñaron a utilizar la planta spandur. Nos dijeron que la tuviéramos siempre cerca, ya que aleja los problemas”, dice mientras se asegura de que el humo toque a todos los animales.

En el pasado, para ahuyentar a los lobos y leopardos dormían en los tejados, incluso en las condiciones climáticas más adversas. También fabricaban trampas y quemaban hogueras.

“Por la noche estaba completamente oscuro”, expone Annar, “no teníamos luz ni antorchas y ni siquiera veíamos lo que habíamos perdido hasta la mañana siguiente”.

Pak Daman (izquierda) y Annar (derecha) rodeados de animales
Taseer Beyg
Pak Daman (izquierda) y Annar (derecha) llevan a cabo un ritual tradicional asegurándose de que el humo toque a todos los animales.

También recuerda momento muy duros. Como cuando un verano enterraron a 12 niños en los pastizales. Entre ellos estaban su hijo y su hija.

Y es que en las montañas no había médicos ni centros de salud.

“Me quedé con las manos vacías, así como ahora”, suspira Annar, abriendo y cerrando los puños, sintiendo todavía el dolor de hace casi 60 años.

Trueque

Con el paso de los años, las pastoras se convirtieron en exitosas empresarias.

“Recolectábamos leche de los animales para hacer yogur y productos lácteos. Esquilamos las ovejas e hicimos cosas para llevar al pueblo”, dice Bano.

La comunidad wakhi dependía del trueque y, a cambio de sus productos, la gente construía chozas y casas para las mujeres.

Afroze ganó lo suficiente para construir dos casas, una en Shimshal y otra más lejos, en Gilgit, la ciudad más cercana.

“He ganado mucho con este lugar”, dice con orgullo. “Pagó las bodas de mis hijos. Pagó su educación”.

Dentro de sus cabañas, Annar (izquierda) y Thai Bibi (derecha) vierten yogur en un tambor tradicional para hacer mantequilla.
Taseer Beyg
Dentro de sus cabañas, Annar (izquierda) y Thai Bibi (derecha) vierten yogur en un tambor tradicional para hacer mantequilla.

La combinación del pastoreo de las mujeres y la agricultura de los hombres supuso un punto de inflexión para toda la comunidad, que estuvo desconectada del resto del mundo hasta principios de la década de 2000.

Las dos actividades ayudaron a financiar la única carretera que sale del valle de Shimshal y que une el pueblo con la autopista Karakoram que se extiende entre Pakistán y China.

Los viajes que antes duraban días se redujeron a horas y la vida se transformó. Hubo un mejor acceso a la atención médica y la educación y surgieron nuevas ideas.

El hijo de Bano, Wazir, lleva ahora una vida muy diferente. Dirige una empresa turística que organiza excursiones de senderismo, montañismo y visitas culturales.

“Nuestras prioridades cambiaron cuando se abrió la nueva carretera”, afirma. “Fue entonces cuando comencé mi negocio”.

Bano caminando por la montaña
Taseer Beyg
Bano y sus compañeras pastoras han sido fundamentales en la creación de nuevas oportunidades para las generaciones más jóvenes.

Fazila, de 24 años, es propietaria de la primera casa de huéspedes en el valle de Shimshal, que su padre construyó antes de fallecer.

Su madre es pastora, aunque su mala salud le impidió ir a los pastizales este año.

“Nuestras madres nos animaron a centrarnos en los estudios en lugar de pastorear. Nos dijeron que lo hiciéramos para no pasar las mismas dificultades que ellas“, explica.

“Tenemos la libertad de hacer lo que queramos. Si no hubiera seguido mis estudios, estaría viviendo la misma vida dura que ellas. El ciclo habría continuado“.

Mientras conduce su jeep por las escarpadas montañas, Wazir está de acuerdo: “Gracias a nuestras madres tenemos médicos, ingenieros y muchos otros profesionales”.

Wazir con el valle al fondo
BBC
Wazir y su generación aprovecharon nuevas oportunidades que surgieron gracias a mejores vínculos con el mundo exterior.

Sentadas juntas compartiendo recuerdos, las pastoras ancianas están felices de ver que sus hijos están bien, pero hay un matiz de tristeza porque los viajes a los pastos del Pamir ya no son viables.

“El pastoreo es más que un trabajo. Sentimos un fuerte vínculo con Pamir. Es hermosa como una flor. Es nuestro tesoro“, dice Afroze.

Y mientras Annar camina lentamente hacia el cementerio donde enterró a sus hijos, sus ojos se llenan de lágrimas.

“Quiero morir en Pamir para poder ser enterrada junto a mis hijos”, dice. “Cuando vuelvo a los pastizales, vuelvo a ellos”.

Línea gris
BBC

Recuerda que puedes recibir notificaciones de BBC News Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.

Lo que hacemos en Animal Político requiere de periodistas profesionales, trabajo en equipo, mantener diálogo con los lectores y algo muy importante: independencia
Tú puedes ayudarnos a seguir.
Se parte del equipo
Suscríbete a Animal Político, recibe beneficios y apoya el periodismo libre.
Etiquetas:
contenido patrocinado
paz