Los especialistas en política social plantean que el crecimiento de las remesas ha sido un elemento que ha contribuido de manera importante a la reducción de la pobreza en México entre el 2020 y 2022.
Más de 11 millones de mexicanos reciben remesa de sus familiares que viven y trabajan en Estados Unidos y, de estos, 6 millones 500 mil son mujeres, según el Centro de Estudios Monetarios para América Latina (Cemla).
El pasado 2 de junio, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo de las remesas que son “(..) una fuente fundamental de financiamiento porque es un dinero que llega de manera directa a las familias y a las regiones más apartadas, pobres del país. Esto reactiva mucho la economía desde abajo”.
En 2018, el último año del gobierno de Enrique Peña Nieto, ingresaron al país 31 mil 700 millones de dólares en remesas y en el primer año del gobierno de López Obrador fueron ya 34 mil 500 millones de dólares, de acuerdo con Cemla,
El monto siguió creciendo y en 2020 fueron 38 mil 800 millones de dólares, para dar un salto en 2021 cuando sumaron 49 mil millones de dólares, y volver a crecer en 2022 para alcanzar 55 mil 900 millones de dólares.
Se estima que en 2023 puedan ser 57 mil 300 millones de dólares, pero hay instituciones que sostienen que la cantidad será superior a los 60 mil millones de dólares.
Año con año, los migrantes mexicanos envían un mayor porcentaje de su salario a sus familiares. En 2018 fue del 12.1 %; en 2019 de 12.9 %, en 2020 de 15.1 %; en 2021 de 17.3 %, y en 2022 de 17.5 %. En 2023 se estima será del 17.9 %.
En 2022, los trabajadores mexicanos en Estados Unidos obtuvieron un ingreso promedio anual de 43 mil 614 dólares. Y del total usaron el 82.1 % para su gasto corriente, el pago de hipotecas e impuestos. Y una cantidad destinada al ahorro.
Es muy probable que un número importante de migrantes enviaron a sus familiares un porcentaje mayor al 17.9 % de su ingreso, pero esto compensa a los que enviaron menos, de acuerdo con Cemla.
El aumento de las remesas está asociado a que cada vez son más los mexicanos que emigran a Estados Unidos y también a que crece el número de quienes obtienen la residencia legal y con ello acceden a empleos mejor remunerados.
La realidad del superpeso afecta de manera directa a las familias de los migrantes en México, que han visto como se reduce el monto de las remesas al cambiarlas a pesos. Su pérdida es de por lo menos 15 %.
Imagina que se libra una batalla en la sala de juntas de una empresa multimillonaria que desarrolla una tecnología futurista potencialmente capaz de salvar o destruir el mundo.
Su director ejecutivo, que cuenta con el apoyo de los líderes mundiales, es derrocado por directivos de alto nivel que se vuelven contra él, provocando una reacción del resto de la empresa que exige despedirlos a ellos.
No es el guion de una serie de Netflix, sino los últimos días en OpenAI.
Periodistas, inversores y aficionados a la tecnología han estado observando los acontecimientos como si de una producción de ficción se tratara, aunque las opiniones difieren sobre si sería un thriller o una comedia.
La batalla en la cúspide de OpenAI, la empresa creadora del chatbot de inteligencia artificial ChatGPT, comenzó repentinamente el pasado viernes, cuando la junta directiva anunció el despido del cofundador y director ejecutivo Sam Altman.
En una publicación en un blog, la junta acusó a Altman de no ser “consistentemente sincero en sus comunicaciones” y alegó que, como resultado, había “perdido confianza” en su liderazgo.
Sólo hay seis personas en esa junta y dos de ellos eran Sam Altman y otro cofundador, Greg Brockman, quien renunció después de que el primero fuera despedido.
Cuatro figuras muy cercanas a Altman y la empresa entraron de inmediato en acción, tomando por sorpresa a toda la comunidad tecnológica, incluidos –supuestamente– sus propios inversores.
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Elon Musk, también cofundador de OpenAI, escribió en X (antes Twitter) que estaba “muy preocupado”.
Ilya Sutskever, el científico jefe de la empresa, era miembro de esa junta y escribió que “no tomaría medidas tan drásticas a menos que lo considerara absolutamente necesario”.
Ahora Sutskever ha expresado su pesar por la decisión y es uno de los muchos firmantes de una explosiva carta dirigida a la junta directiva, en la que piden el regreso de Altman y Brockman y amenazan con abandonar OpenAI si esto no sucede.
Entonces, ¿qué fue lo que desató esta rápida bola de nieve? En realidad aún no lo sabemos, pero se barajan algunas opciones.
Hay informes de que Altman consideraba algunos proyectos de hardware, como la financiación y el desarrollo de un chip de IA, lo que supondría una dirección bastante diferente en OpenAI. ¿Había asumido algunos compromisos de los que la junta no estaba al tanto?
¿O podría reducirse a una fuente de conflicto muy antigua y muy humana, como el dinero?
En una nota interna cuyo contenido se difundió ampliamente, la junta dejó claro que no acusaba a Altman de “malversación financiera”.
Pero sabemos que OpenAI se fundó como una organización sin fines de lucro; es decir, una empresa que no pretende ganar dinero. Recibe suficientes ingresos para cubrir sus propios costos de funcionamiento y cualquier exceso se reinvierte en el negocio. La mayoría de las organizaciones benéficas son sin fines de lucro.
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En 2019 se estableció una nueva rama de la compañía que sí buscaba obtener beneficios. La firma expuso cómo coexistirían las dos. La parte sin fines de lucro lideraría a la que obtuviera ganancias y se impondría un límite a los rendimientos que los inversores pudieran obtener.
No todo el mundo estaba contento con esto y se dijo que fue una razón fundamental tras la decisión de Elon Musk de abandonar la corporación.
OpenAI, sin embargo, se encuentra ahora en la circunstancia favorable de valer una enorme cantidad de dinero.
Según informes, una venta de acciones de empleados que no se llegó a materializar esta semana fue valorada en $86 mil millones de dólares.
¿Podría haber presiones para dar más poder a la parte lucrativa del negocio?
OpenAI está detrás de la inteligencia artificial general (AGI por sus siglas en inglés). Todavía no existe y es fuente de preocupación y asombro.
Es básicamente la idea de que algún día habrá herramientas de inteligencia artificial que puedan realizar una serie de tareas tan bien o mejor que los humanos (es decir, nosotros) en la actualidad.
La AGI tiene el potencial de cambiar toda la forma en que hacemos las cosas. Empleos, dinero, educación… todo eso queda en el aire cuando las máquinas pueden hacer cosas. Es, o será, un fenómeno increíblemente poderoso.
¿Está OpenAI más cerca de eso de lo que creemos? ¿Lo sabe Altman? En un discurso muy reciente, afirmó que lo que vendría el próximo año haría que el actual bot ChatGPT pareciera como “un familiar extravagante”.
Creo que eso es menos probable. Emmett Shear, el nuevo director ejecutivo interino de OpenAI, publicó en X que “la junta no destituyó a Sam por un desacuerdo específico sobre seguridad“.
También anunció que habrá una investigación sobre lo sucedido.
Pero Microsoft, el mayor inversor de OpenAI, ha decidido no arriesgarse a que Altman se lleve esta tecnología a otra parte.
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Anunció que el emprendedor se unirá al gigante tecnológico con sede en Seattle para liderar un equipo de investigación de IA aún por conformar. Su cofundador Greg Brockman lo acompañará y, a juzgar por la cantidad de empleados que publicaban hoy en X, parece que también se llevará a algunos de los mejores talentos de OpenAI.
Al parecer, Microsoft está dispuesto a igualar el salario de cualquier empleado de OpenAI que desee dejar la empresa.
Muchos miembros del personal de OpenAI compartían la misma publicación en X, que dice: “OpenAI no es nada sin su gente”.
¿Es eso una advertencia para Shear de que va a tener que contratar personal nuevo? Un compañero de la BBC que estaba frente a la sede de OpenAI me dijo el lunes que a las 09:30 en San Francisco no se veía llegar gente a trabajar.
O, ¿quizá es simplemente un recordatorio de que, a pesar de que esta corporación trabaja en una forma de tecnología que está reconfigurando el mundo, se trata en el fondo de un drama muy humano?
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