[contextly_sidebar id=”LPyqF0rRGpA8wlBBR8DPPq23uSwEXeaS”]¿Sorpresa? “Hace un mes lo sabíamos”. O al menos eso dicen los dirigentes del PRI, que este lunes no quisieron reconocer que ellos solo respaldaron la decisión que se tomó en Los Pinos.
Aun así, por si las dudas, a las 11 de la mañana se reunieron en la sede nacional de su partido para ver el anuncio del presidente Enrique Peña sobre los cambios en su gabinete.
El anuncio fue el arranque de un largo día en el que se cumplió el viejo ritual priísta: porras, matracas, elogios, aplausos -le llamaron “candidato de la esperanza”- como se ha hecho por más de medio siglo, quizá con la única diferencia que ahora la mayor parte del tiempo de cada evento lo ocupan las selfies.
Por ejemplo, Lorena Martínez, secretaria general de Movimiento Territorial (MT), una estructura del PRI enfocada en áreas urbanas, dijo que estaba convencida que ningún militante reunía los atributos de Meade. Tiene “la característica de poder jalar votos de otros partidos. (Esto) junto con el trabajo de la estructura del partido, nos pone en una condición de franca competencia y posibilidad de ganar”.
Los representantes de Movimiento Territorial de todo el país, dice Martínez, contaron que desde el fin de semana pasado se reunieron para analizar las posibilidades de uno y otro aspirante y decidieron -antes del anuncio presidencial- a quién le darían su respaldo. La coincidencia fue “Pepe Meade”, un candidato que “por sí mismo le aportara votos a la contienda”.
Pero hasta se tardaron. Un mes antes del destape, Unidad Revolucionaría ya estaba segura que Meade era el bueno.
En octubre, según su versión, los dirigentes de cada estado del país tuvieron consejo político donde discutieron los perfiles de los posibles candidatos. “Todos llegábamos a la conclusión de que el doctor Meade es el más sensato, el más prudente, que no tiene cola que le pisen”, dice Fausto Zamorano, el dirigente de este sector, por eso “dije ‘este es mi candidato’”.
Hace 10 días, el líder de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FTSE), Joel Ayala, también había anunciado que la organización con presencia en todo el país ya había tomado la decisión de apoyar a Meade porque tenía una “conducta intachable”, según declaró a reporteros desde su curul en el Senado.
Por eso es que los priistas estaban listos este 27 de noviembre para entregar a Meade las siete cartas de apoyo de los diversos sectores que componen al partido, como lo establecen los requisitos de la convocatoria para elegir al candidato presidencial.
No necesitaban más que el anuncio formal que se dio este lunes para arrancar la cargada. Antes de medio día, los integrantes de la CNC, la CTM y la CNOP se reunieron en sus sedes para los tres actos previstos con la militancia. Mientras que en la explanada de la sede del partido ya lo esperaba una manta gigante con la fotografía impresa del aspirante y la leyenda “Movimiento territorial en apoyo a José Antonio Meade”.
El día de Meade comenzó en Los Pinos. Su sonrisa lo decía todo. Traje color gris, corbata roja y camisa blanca, su cara no podía ocultar la alegría de lo que estaba por anunciar el presidente Enrique Peña Nieto.
En el salón Adolfo Mateos de Los Pinos, funcionarios como Mikel Arriola, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, y un nutrido grupo de familiares, entre éstos sus hijos, esposa y su padre Dionisio Meade (exdiputado federal del PRI), esperaban la llegada del funcionario desde las 10 de la mañana.
Su renuncia como titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), para competir por la candidatura presidencial del PRI, se dio a conocer de manera extraoficial el domingo 26 de noviembre.
Fue por eso que cuando el maestro de ceremonias anunció, minutos antes de las 11 de la mañana del lunes 27 de noviembre, el arribo del presidente Peña Nieto, acompañado de José Antonio Meade, los invitados estallaron en aplausos.
Durante el anuncio de renuncia del secretario de Hacienda, el presidente Peña no reparó en elogios hacia él. “Es un hombre de bien, con vocación de servicio y un profundo amor a México… Le deseo el mayor de los éxitos en los proyectos que va a emprender”, dijo.
De nueva cuenta los aplausos de los invitados estallaron tras las palabras del presidente.
Meade era el más emocionado. Saludaba tímidamente con la mano a los invitados de la primera fila, sin dejar de sonreír.
Al término del anuncio oficial de nueva cuenta los aplausos. El exsecretario no podía ocultar su alegría mientras bajaba el templete y se dirigía a los invitados. A sus hijos un abrazo, a su esposa y padre un beso, a sus excolegas funcionarios un fuerte apretón de manos y una sonrisa, en tanto a la prensa ofreció un par de palabras.
“¿Qué viene para usted Doctor?, le preguntaron dos reporteras mientras Meade continuaba con la despedida: “Cosas buenas”, se limitó a responder con una gran sonrisa para luego abandonar Los Pinos y dirigirse a las oficinas de la Secretaría de Hacienda, donde encabezaría su último acto oficial: la entrega recepción de la dependencia.
Alrededor de las 11:50 horas de la mañana, José Antonio Meade llegó a Palacio Nacional aún como funcionario y minutos más tarde salió precandidato. Todo ocurrió entre aplausos, vivas y las sonrisas de la gran mayoría de sus subalternos que lo recibieron en las oficinas donde despachaba como titular de la SHCP.
Frente a los trabajadores, que al igual que Meade vestían -la gran mayoría- trajes color gris, anunció el motivo de su despedida: registrarse como aspirante a candidato presidencial del PRI.
Meade llegó del brazo de su esposa Juana Cuevas. Detrás de él, lo acompañaba José Antonio González Anaya, su sucesor en la SCHP. Los flashes de las cámaras de la prensa y los aplausos lo recibieron en el Salón Tesorería de Palacio Nacional.
Allí todavía habló como un funcionario para despedirse, no sin antes agradecer a su jefe, al presidente Peña Nieto, la confianza y los cargos conferidos. No sólo eso. Dio gracias de haber podido participar en una administración, que desde su perspectiva, “le cambió el rostro al país”.
Fue en ese momento que Meade lanzó el anuncio contenido desde hace días: “Voy a solicitar mi registro como precandidato a la presidencia de la República por el PRI, lo hago tras 20 años de servir a mi país, de manera ininterrumpida con integridad y honradez”, dijo.
En ese momento, la sala rompió en aplausos. Largos, sostenidos, a rabiar. No había gritos, pero sí un fuerte murmullo. Pasaron otros 5 minutos de despedidas. Los aplausos se volvieron a escuchar cuando habló del equipo que dejó en la SHCP.
Aplausos nuevamente cuando habló de los supuestos logros que dejó y enumeró: certidumbre financiera y generación de empleos. Aplausos cuando dijo que le deseaba el mayor de los éxitos a González Anaya.
Y aplausos de nuevo cuando finalmente salió del salón y abordó el auto que lo llevaría a la Confederación de Trabajadores de México (CTM), la primera escala de la larga jornada del aspirante, del hombre que fue ungido precandidato por el presidente Peña.
Ya como ‘destapado’ y luego de renunciar como secretario de Hacienda, José Antonio Meade inició un recorrido por diferentes organizaciones de trabajadores y campesinos ligadas al PRI para pedirles su apoyo en el proceso interno del tricolor en la elección de candidato a la presidencia.
La primera visita fue a la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM). Allí, arropado por el secretario general de la CTM, Carlos Aceves, José Antonio Meade explicó que la elección de la CTM como el inicio de su “aventura” como precandidato no fue fruto de una decisión casual, sino de un reconocimiento al sector obrero como “pilar fundamental” en el desarrollo económico del país.
Tras este reconocimiento, que desencadenó una ‘competición’ entre los ‘cetemistas’ de aplausos, vivas y eslóganes machacados –“Meade, amigo, la CTM está contigo”-, el ya exsecretario de Hacienda pidió a la CTM que lo respalde para hacer de México “una potencia” económica.
“Acompáñenme en esta esperanza que tenemos de construir todos juntos un país mejor, que haga realidad todos los anhelos de los mexicanos por la vía de darles mejores oportunidades”, dijo Meade, quien a lo largo de su intervención repitió en múltiples ocasiones la palabra “esperanza” como una de las señas de identidad de su precampaña.
De hecho, la ‘esperanza’ –que es también el eslogan de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador”- fue también parte central en el discurso de la CTM para mostrar su apoyo a José Antonio Meade.
Y tan fue así, que tras destacar la trayectoria política de Meade –cinco veces secretario de Estado en cuatro ramos distintos (Hacienda por dos veces, Secretaría de Desarrollo Social, Energía, y Cancillería), Carlos Aceves lo presentó primero como el “candidato de la esperanza”, para luego asegurar que será “el presidente de la esperanza”.
“Es un día de fiesta. Tenemos oportunidad de recibir al candidato de la esperanza. (…) Pero no de la esperanza vacía, ni de sentirse un mesías, sino el candidato de la esperanza real”, recalcó Aceves, quien adelantó que la CTM apoyará todos los eventos de Meade para que sea el abanderado del PRI.
“Vamos a recorrer juntos todo el país. Tenemos que estar con quien queremos que gobierne México; con quien va a ser el presidente de la esperanza”, dijo el líder de la CTM, desatando de nuevo la ‘competición’ de porras entre sus integrantes para apoyar al precandidato.
El último acto de Meade fue a las 21 horas, cuando entregó cartas de apoyo y su solicitud de inscripción ante la Comisión Política Permanente del PRI, que definirá en su sesión del jueves si el exfuncionario cumple con los requisitos para ser abanderado del tricolo
(Con información de Nayeli Roldán, Francisco Sandoval, Ernesto Aroche y Manu Ureste)