A un año y ocho meses de haber sido absuelta de los delitos de secuestro, robo, homicidio y delincuencia organizada, la activista guerrerense Nestora Salgado (excomandante de la Policía Comunitaria de Olinalá) se mantiene exiliada en Estados Unidos, ante la amenaza de volver a prisión en México, luego de que las autoridades estatales impugnaran los fallos judiciales mediante los cuales obtuvo la libertad.
[contextly_sidebar id=”cSWM7JG8BXEDNWOS1KI8UrYFsY9UTa4w”]”Ya lo reconocieron los jueces, que no hubo ningún delito –denunció Salgado–, pero la Fiscalía General de Guerrero ha apelado todas las sentencias favorables. Insiste en que yo solita secuestré a 60 personas, y que pedí 3 mil pesos de rescate a las supuestas víctimas, que maté a un señor. Pero a casi cuatro años, no han podido presentar una sola de esos supuestas víctimas. Y aún así, todos los procesos siguen abiertos, yo sigo en proceso.”
En el año 2012, la población de Olinalá decidió expulsar a los agentes oficiales de la policía municipal asentados en la localidad, luego de que permitieron la fuga de un presunto sicario. Tras conformar una nueva policía comunitaria, en asamblea popular se eligió a Nestora como su comandante.
Un año después, en agosto de 2013, un convoy del Ejército emboscó a Nestora en un Oxxo, la arrestó y en su contra se inició un proceso penal que la mantuvo dos años y siete meses privada de la libertad.
Finalmente, en marzo de 2016, Nestora fue absuelta y excarcelada, al determinarse que no había pruebas en su contra. Sin embargo, las autoridades “primero me dijeron que por cuestiones de seguridad no podía estar en México, que me podían matar, y eso me sonó a mí como una amenaza, así que volví con mi familia, que ya tiene una vida en Estados Unidos. Y luego empezó el gobierno a presentar las apelaciones contra mi liberación”.
Se trata, explica, de una estrategia “para mantenerme fuera de México”, porque a un año y ocho meses de la liberación, el mismo proceso de apelación se mantiene paralizado por decisión de las mismas autoridades que lo promovieron.
“El Ministerio Público impugnó mi liberación, pero hasta la fecha no se ha dado ni siquiera la primera audiencia de esa apelación, porque ya que se había fijado la fecha, el mismo MP la canceló. Entonces, mi más anhelado sueño es regresar a México, porque hay mucho trabajo qué hacer, pero para mí es importante que esto, el proceso penal, termine primero, porque es un martirio: es un desgaste económico, físico y emocional, el estar siempre pensando que cualquier día pueden volverme a meter a la cárcel, por algo que yo no hice. Entonces, así es como me mantienen alejada, me quieren paralizar, controlar.”
Luego de que la población de Olinalá decidió crear su policía comunitaria, explica Nestora, “pues hubo muchos que se molestaron, porque empezamos a denunciar y a combatir muchos delitos, como el robo de animales, y también logramos que corrieran al director del hospital público de Olinalá, porque se robaron los equipos médicos, y se los llevaron a sus consultorios privados”.
Sin embargo, “lo que molestó mucho a las autoridades fue que detuvimos a un síndico del PRI, que estaba involucrado en un asesinato. Y cuando lo detuvimos, llevaba un animal robado en una camioneta. Luego quisieron echarnos la culpa a nosotros del asesinato que había cometido ese señor, pero nunca pudieron presentar ninguna prueba”.
Además, explica, las autoridades estatales acusaron a Nestora de haber perpetrado 60 secuestros al frente de la Policía Comunitaria de Olinalá, pero ninguna de las supuestas víctimas ratificó las acusaciones.
“El día en que ocurrieron esos hechos, yo estaba en Chilpancingo, dando una conferencia de prensa, y aún así, yo fui la única procesada. Y por qué se fueron sólo contra mí, porque la Policía Comunitaria es un organismo reconocido por la ley estatal, entonces, quisieron atacar al rostro de toda esa organización. Y, también, porque el que yo sea mujer, es para ellos como un desafío a su poder.”
–¿Qué ha representado en su vida personal seguir sujeta a este proceso penal?
–Mira, han intentado acabar con mi vida, y sí, esto cambió totalmente mi vida. No ser libre te causa nervios, insomnio… sólo haber pasado tanto tiempo en prisión me causó un desgaste físico terrible, porque yo tengo dañada la médula por un accidente, y haber estado sin terapia, sin ejercicios, me afectó mucho, aparte del daño económico.
Además, continúa, “a eso súmale la difamación, las televisoras se prestaron a venderle una historia a la opinión pública, historia que ni siquiera investigaron. Una historia para justificar lo que hace el gobierno, esos hechos vergonzosos, las televisoras los justificaron en sus noticiarios, para que la gente no viera las arbitrariedades que se estaban cometiendo. Esos medios me acusaron de secuestradora, pero dónde has visto que una comunidad entera se organice para defender a un secuestrador, para pedir su liberación, para defender su inocencia. Yo, al menos, no lo he visto nunca.
–¿Cómo vive usted en Estados Unidos?
–Estoy con mi familia, contenta, yo siempre he vivido en familia, y siempre hemos trabajado juntos. Yo los vi cómo trabajaron tanto por mi liberación, y ahora que salí de prisión, estoy en tratamiento médico, porque necesito atención en lo físico y en lo psicológico. Y allá, en Estados Unidos, estoy dedicada al activismo: como migrante también tengo una historia, y tengo ese compromiso de trabajar a favor de los migrantes de aquel lado.
“Incluso –continúa–, he participado en huelgas de hambre para exigir, junto con muchas organizaciones de allá, que se mejoren las condiciones de migrantes presos. Porque he visto, de muy cerca, que para gente que no tiene dinero no hay la mínima esperanza de justicia, no hay la mínima esperanza de salvar una vida a veces, porque no hay el recurso económico, entonces eso a mí me duele, porque soy un ser humano, con sensibilidad, tengo ese sueño o esa hambre de decir que a una persona por fin se le hizo justicia.
No obstante, aclara que, aún sin tener un cargo, “un mando”, en la Policía Comunitaria de Olinalá, “yo sigo ligada a ellos, porque yo fui parte de su inicio, y ellos siguen trabajando, con ánimo, porque la Policía Comunitaria para nosotros es importante porque es lo único que nos permite estar pendientes de nuestras familias, cuidar la seguridad de nuestros propios hijos, y ellos me dicen siempre, en público y en privado, que yo sigo siendo su comandanta, y siempre que van a hacer algo, me lo platican, no es que me lo consulten, sólo me platican, porque no puedo tener una responsabilidad, no estoy ahí, en Olinalá, pero siempre hemos estado de la mano”.
–Y, ¿qué les dice usted, cuando la consultan?
–Yo les digo que no decaigan, que sigan organizándose, que sigan luchando.