A 30 días del sismo de magnitud 7.1 que afectó la Ciudad de México, los usuarios tienen poca información sobre la seguridad de los hospitales e institutos de la Secretaría de Salud federal ubicados en el sur de la capital.
[contextly_sidebar id=”tRqkSAyb15t37COjQsvtMM4s3ModPOdx”]Dos de ellos han publicado en sus páginas de internet sus dictámenes: el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) y el de Ciencias Médicas y Nutrición, pero no los tienen al alcance del público en sus instalaciones, además que fueron emitidos dos semanas y hasta un mes después del sismo.
El Instituto Nacional de Cardiología sí cuenta con el dictamen pero está archivado y no es visible para el público, a menos que se solicite.
En el Hospital General Manuel Gea González no hay información sobre afectaciones ni en la página ni en la entrada del nosocomio, tampoco hay dictamen que asegure a los usuarios que no hay nada que temer
Tampoco hay quien atienda si alguien busca saber algo más sobre la situación del nosocomio. Eso es lo que dicen en la entrada, “que mejor se pregunte en la Secretaría de Salud federal”.
La falta de información sobre el estado de los hospitales tras el sismo ha generado dudas y temor a algunos usuarios.
En el INR, familiares de pacientes con los que Animal Político habló señalaron sus dudas sobre la estructura del lugar, especialmente porque el lugar está abarrotado de personas con problemas de movilidad debido a la especialidad (Rehabilitación): en sillas de ruedas, en muletas, con alguna discapacidad motriz o adultos mayores, cuyo rápido desalojo en caso de emergencia es casi imposible.
El Instituto Nacional de Pediatría emitió un comunicado al día siguiente del sismo asegurando que se realizó una revisión por parte del grupo de protección civil y los arquitectos del propio instituto, quienes concluyeron que no había daño estructural y sólo daños menores en los acabados de los inmuebles.
Al día siguiente, personal de la Dirección de Desarrollo de la Infraestructura Física de la Secretaría de Salud hizo una segunda evaluación sin encontrar daños que comprometieran la estructura de las instalaciones, por lo que se autorizó reactivar el funcionamiento del nosocomio en su totalidad. Lo que no se hizo fue una revisión por parte de un Director Responsable de Obra.
Se pidió a la Secretaría de Salud un reporte sobre el estado de la infraestructura de salud en la zona de hospitales de Tlalpan, pero hasta el cierre de edición no hubo respuesta de la institución.
El Instituto Nacional de Rehabilitación es un conglomerado de 13 edificios que ofrecen lo mismo servicios médicos y de hospitalización que educativos y de investigación, y fue inaugurado en noviembre del año 2000.
Diecisiete años después, los sismos de septiembre tumbaron y fisuraron aplanados y muros. Animal Político constató que en el edificio de Consulta Externa hay grietas visibles de hasta cuatro centímetros de ancho y fisuras en áreas estructurales, como las columnas.
El movimiento telúrico del 19 de septiembre tiró vidrios y dañó ventanas, y provocó, como en el resto del centro del país, momentos de miedo e incertidumbre, pero no dañaron estructuralmente al inmueble, asegura José Clemente Ibarra Ponce de León, el director del Instituto.
Fue hasta la segunda semana de octubre que se publicó en la página de internet del organismo el primer dictamen que certifica que el inmueble que ocupa la Escuela Superior de Rehabilitación es una “construcción segura”. El dictamen del resto de los inmuebles se recibieron recién el 16 de octubre, aseguró el director del INR, y se publicaron en su página de internet el día 18, prácticamente un mes después del sismo.
Ninguno de esos documentos son visibles en las instalaciones del Instituto, porque a decir del galeno sería complicado estar pegando copias en las paredes de todos los edificios, aunque en el recorrido que hizo Animal Político se observó que hay espacios en los inmuebles que sí se ocupan para notificar o promocionar actividades a trabajadores y usuarios.
Ibarra Ponce de León aseguró que tras el sismo, el personal del propio Instituto hizo una primera revisión, después vino el personal de la delegación Tláhuac, quienes también avalaron la seguridad del inmueble –al respecto la delegación aseguró que ellos no realizaron revisión alguna, ya que eso correspondía a la Secretaría de Salud; una tercera revisión la realizaron ingenieros de Grupo Carso.
Todos coincidieron en que no hubo daño estructural, aunque faltaba el dictamen oficial que corrió a cargo de José Isaac Góngora Araujo, Director Responsable de Obra folio 1795, con fecha del 13 de agosto.
Pero de eso pocos usuarios y trabajadores tienen pleno conocimiento pues la información no fue difundida oportunamente.
Un empleado del Instituto -que pidió no revelar su nombre ni el área en que trabaja para evitar represalias- admitió que a lo largo de este mes después del sismo han trabajado todos los días con miedo.
Al no haber recibido una comunicación oficial con el dictamen, trabajadores y pacientes dicen sentirse inseguros dentro de ese lugar.
“En la cafetería se desprendió un vidrio -a la altura del techo- y se cayó, a nadie le pasó nada porque la gente alcanzó a salir, pero justo en esa pared hay una grieta de lado a lado. Antes ya se había caído un cristal de ahí porque a un trabajador se le cayó un desarmador y salió herida una señora, es muy inseguro”, relata el empleado y señala las ventanas de las escaleras, donde hay fragmentos sueltos que podrían caer.
“Diario estoy pensando a qué hora esto se viene abajo, y no está padre… Psicológicamente está muy mal que estés esperando a ver a qué hora se cae esto”, cuenta el trabajador.
Un inspector de la empresa aseguradora NY Life contó que durante los periodos que han estado en el inmueble para comenzar a cuantificar los daños, familiares y pacientes los han cuestionando sobre la seguridad del lugar.
“Hay algunos muros donde el aplanado es hasta de seis centímetros”, explicó el inspector a pacientes que le mostraron las fisuras en las escaleras preocupados. “Nosotros no somos expertos pero sí tenemos ese conocimiento… Por lo menos seis veces al día nos preguntan ‘¿se va a caer?’, pero no, no se cae. Si estuviera dañado el edificio se vería en columnas”.
El director del INR asegura que aún cuando apenas está entrando la aseguradora ya comenzó el trabajo de recuperación y rehabilitación del inmueble, un trabajo que está realizando Grupo Carso y al que esperan que se le pague una vez que la aseguradora cubra los daños.
“Están ya trabajando en la reparación de dos pisos. Uno de ellos es de la escuela para que ya puedan regresar pronto a clases, y uno de los pisos de hospitalización, que por supuesto hay que vaciar para que se pueda trabajar. Una vez listo ese piso, pasaremos pacientes de otros pisos a los pisos ya reparados para que puedan trabajar en otros, no hay un orden en particular, se está haciendo primero en los pisos que tenían menos pacientes para causar menos incomodidad”.
El Instituto Nacional de Cardiología (INC) igual que muchos de los edificios de la zona tuvo daños menores, fisuras en columnas, muros y acabados. Juntas dañadas y estallamiento o agrietamiento de plafones.
La tarde del 19 de septiembre pararon actividades, sacaron pacientes y su equipo interno de protección civil revisó el lugar, notificó al Centro Virtual de Operaciones en Emergencias y Desastres, organismo que coordina la Secretaría de Salud y gobierno federal.
Tras esa primera revisión, explica el arquitecto Vidal Galindo, subdirector de servicios generales del INC, se decidió regresar de inmediato a las actividades, y aunque pidieron una revisión a Protección Civil de la delegación, esta no llegó. Quienes sí llegaron cuatro días después fueron integrantes de la Sociedad Mexicana de Arquitectos Especializados en Salud, quienes realizaron una inspección física y emitieron una opinión técnica.
En sus conclusiones señalan: “para ser una estructura de poco más de 40 años de servicio y las condiciones a las que ha estado expuesta durante este periodo su comportamiento se considera más que aceptable” y que “la estabilidad estructural del inmueble no se encuentra comprometida”.
El documento tiene fecha de acuse del 17 de octubre y se encuentra archivado en la subdirección de servicios generales, y no es visible para usuarios o trabajadores del lugar.
“Teníamos que seguir trabajando, somos una institución de salud y en una situación como la que se vivió el 19 de septiembre era importante seguir atendiendo personas –dice Mario Solís responsable del equipo de Protección Civil del INC–. Ese día no tuvimos pacientes afectados por el sismo, pero sí nos llegaron varias personas en el sismo del 23, ahí sí hubo infartados”.
De hecho, notas periodísticas recogen al menos dos casos de personas que fallecieron ese día en la calle producto de un paro cardiaco tras escuchar la alerta sísmica, debido al miedo a un nuevo temblor.
En la puerta de entrada del Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino de Sahagún hay un papel pegado en donde se lee que el inmueble fue revisado por el DRO (1063) Víctor Arturo Rangel Beltrán el 28 de septiembre, aunque el documento se emitió hasta el 5 de octubre, es decir, tres semanas después del sismo.
En él se señala que aunque la estructura principal está sana, el inmueble tiene muros divisorios tanto en fachada como intermedios que presentan grietas, “pero no son elementos estructurales por lo tanto la estabilidad del edificio está trabajando de acuerdo a su diseño”.
Y agrega: “el inmueble inspeccionado se considera en condiciones favorables para ser ocupado, sin dejar de atender los resanes en muros y fachadas”.
A su costado, el Instituto Nacional de Cancerología también tuvo daños menores, en acabados, sin evidencia de daño estructural, de acuerdo con el arquitecto Antonio Heberto Castillo Juárez DRO-1778.
En ambos casos la documentos están pegados en los accesos a los inmuebles, aunque no están para su consulta en la página de internet respectiva.