Trabajar en un vigésimo piso todos los días, después del sismo de 7.1 ocurrido el 19 de septiembre pasado, no es fácil para los empleados del gobierno federal. Aunque existen dictámenes avalados por ingenieros civiles de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), la gente desconfía de su veracidad.
[contextly_sidebar id=”ymhwuVUpy8i7fpWcPPvNlbMGdspzKPey”]De acuerdo con la ley, el dictamen de la Secretaría de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México es aval suficiente para determinar las condiciones de uso de un inmueble, pero los empleados de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) sostienen que aún escuchan crujidos, y el desprendimiento del edificio con las banquetas y las fisuras que observaron después del sismo los mantienen en incertidumbre.
Sus temores tienen fundamento en otros casos. Por ejemplo, el Colegio Rébsamen colapsó el 19 de septiembre, y apenas tres meses antes el ingeniero arquitecto de la Seduvi, Juan Apolinar Torales Iniesta, dio el “visto bueno de seguridad y operación”, porque el inmueble se encontraba en “perfecto estado” y reunía los requisitos del reglamento de construcción para la Ciudad de México. Además, la escuela tenía el dictamen de seguridad estructural desde junio de 2014, con vigencia hasta 2019 emitido por un ingeniero civil de la Seduvi.
En tanto, la construcción del edificio colapsado de la colonia Portales, que apenas tenía nueve meses funcionando, fue aprobada por un Director Responsable de Obra (DRO) con licencia caduca. Avaló un inmueble que ni siquiera tenía castillos para reforzar la estructura.
En la misma incertidumbre se encuentran empleados de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que pidieron anonimato, quienes también trabajan con miedo en el edificio Jorge Carpizo de ocho pisos, ubicado en Periférico Sur.
Aunque el sitio ya tiene dictamen de la Seduvi, la semana pasada bajaron a personal y muebles de los pisos superiores a la planta baja, con el argumento que existe “sobrepeso”.
Esto generó alarma entre los funcionarios porque “si el edificio está seguro, ¿por qué están descargando los pisos? Significa que algo no está bien”, cuestionó uno de los trabajadores.
Las grietas y muros del edificio les genera temor de continuar laborando en el inmueble. Incluso dicen que las losetas sólo las pegaron con cinta adhesiva.
Los 850 empleados de la Sedesol que ocupan el edificio de Reforma 116 regresaron a trabajar desde el miércoles 27 de septiembre, un día después de la inspección que hizo el ingeniero civil de la Seduvi, Luis Miguel Hierro Bohigas, donde advierte que no existen daños estructurales.
Sin embargo, personal de Protección Civil de la Ciudad de México realizó la “inspección postsísmica. Evaluación rápida”, el 28 de septiembre, cuando los empleados ya estaban laborando.
En el documento de inspección se refiere que el edificio no presenta ningún tipo de derrumbe, ni separación de cimientos, hundimientos o inclinación; tampoco daños en sus instalaciones.
El arquitecto Jorge Jardines sólo reportó “hundimientos en banquetas, en las calles Milán y Atenas”, en la colonia Juárez, donde se encuentra el inmueble, por lo tanto, la calificó como una edificación “segura o de bajo riesgo”.
Entre las observaciones registra que “la estructura del edificio visualmente se encuentra en buenas condiciones, algunos acabados se agrietaron, los cuales ya fueron arreglados”.
La Sedesol realizó arreglos antes de la inspección de Protección Civil. De acuerdo con un documento difundido entre los trabajadores, donde se llamó al regreso de labores el miércoles 27, se explica que “la reparación de los daños menores como plafones, canceles, recubrimientos, paredes divisorias y pisos, con corte al 27 de septiembre, tenía un avance de 98%”.
La Sedesol, explica el documento, “no escatimó recursos respecto a la fuerza de trabajo desplegada y mantuvo un número permanente de 65 trabajadores para las tareas de reparación y mantenimiento”.
Sin embargo, los trabajadores acuden al edificio de 18 niveles con miedo. “En los baños escuché cómo caía tierra, se escuchan crujidos de las paredes”, dijo uno de los empleados consultados.
En tanto, los 850 empleados del edificio de la Torre Contigo, en el número 51 de Paseo de la Reforma, también regresaron a trabajar el miércoles pasado, pero las fotografías con las grietas en el piso del sótano que tomaron el día del temblor los hacen dudar sobre la estabilidad del inmueble, de 24 pisos.
El arquitecto de Protección Civil encargado de revisar el inmueble también fue Jorge Jardines, y lo hizo el 28 de septiembre. Lo calificó como una edificación segura de riesgo bajo, aunque también señaló que hubo “deformaciones en banquetas”, en la calle Francia y Antonio Caso.
“La estructura del edificio, visualmente, se encuentra en buenas condiciones; sin embargo, hubo grietas en tablaroca las cuales ya fueron reparadas”, señaló en las observaciones el arquitecto Jardines.
La secretaria general del Sindicato Democrático Nacional Autónomo de Sedesol, Silvia Osio Arellano, aseguró que los empleados tanto sindicalizados como de honorarios tienen incertidumbre por el estado del edificio, y desconfían de las autoridades del gobierno capitalino.
Por tanto, dice en entrevista, solicitan un dictamen de una entidad ajena, como el Colegio de Arquitectos, para comprobar que el edificio efectivamente se encuentra en perfectas condiciones.
El tercer edificio de la dependencia, ubicado en Río Mississippi 49 y 51, permanece cerrado a labores porque espera el dictamen de la empresa “Estudios y Aplicaciones en Protección Civil S.A. de C.V.”, que profundiza en estudios de “verticalidad; estudios mediante calas y despliegue de plomos y estudios de nivelación” para determinar si existen daños estructurales.