Santa Díaz no sabe dónde pasará la noche en los próximos días o semanas. Está frente a su casa, el número 10 de la primera calle de Industria en Metepec, Puebla, un caserío obrero que se creó a principios de siglo pasado en torno a la fábrica textil del mismo nombre.
[contextly_sidebar id=”cuKN9q5gLBFYjYhcyzgwBiQigqgOndDh”]En su calle hay más de diez casas con carteles que dicen “No habitable” o “No habitable con riesgo”. La mayoría quedó con la construcción original de piedra, adobe y teja, producto del impacto que dejó el sismo de magnitud 7.1 del pasado 19 de septiembre. Funcionarios del gobierno estatal colocaron estos carteles en las casas.
Durante el día, el gobernador de Puebla, Antonio Gali Fayad, y sus acompañantes, repartieron tarjetas con el rótulo “Coordinación de Atención Ciudadana del Ejecutivo del Estado” y dijeron que “pronto” comenzará la demolición de las casas que son un riesgo. Sin embargo, a nadie le detallaron cuándo ni cómo se realizará la reconstrucción de las viviendas ni quién será el funcionario estatal que le dará seguimiento al tema, solo les entregaron las tarjetas y les dijeron “hablen a esos teléfonos”.
Un funcionario de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) que hizo la revisión a las casas del centro de la localidad cuenta que la reconstrucción correrá a cargo de esta dependencia, pero que es un trabajo “a varias fases”, y que como los recursos se tomarán del Fonden (Fondo de Desastres Naturales) puede llevar de seis meses a un año.
Mientras, Santa Díaz sigue sin saber donde pasará las noches. “Pida que nos apoyen con cobijas y casas de campaña”, dice mientras muestra las ruinas de lo que fuera su casa. La noche del temblor fue al campo de béisbol de la comunidad -una de las herencias de la vida sindical obrera bajo la que creció Metepec durante la primera mitad del siglo pasado- a buscar cobijo porque les dijeron que a lo mejor ahí había un albergue, pero no era cierto. Lo único que tiene claro en este momento es que “habrá que empezar de cero”.
En la calle se acumulan sus pertenencias, las pocas, muy pocas, que se salvaron del temblor. Toda la calle es un espejo distorsionado de lo que fueron esas viviendas. Sobre la acera se acumulan sillas, refrigeradores, bolsas de trastes y de ropa, las tripas de la vida cotidiana de los vecinos que como Santa tienen el cartel de “no habitable”.
En Atlixco, el presidente municipal José Luis Berra Galeazzi pasea la mirada por la calle, pero no la recorre.
Cuando se le pregunta sobre el albergue para la gente de la localidad divaga sobre lo que hizo hace 17 años cuando fue presidente municipal por primera vez con un programa de “techo digno”. Luego dice que la gente puede ocupar espacio en el albergue que se instaló en el Instituto Tecnológico de Atlixco, ubicado a unos 8 o 10 kilómetros de distancia, en la cabecera municipal.
El estimado final de daños en esa localidad es de 25 casas colapsadas, 320 que tienen daños mayores y 55 con daños menores, es decir, cerca del 70 por ciento de la ciudad sufrió algún tipo de impacto tras el sismo.
A media mañana del miércoles 20 de septiembre, Gali Fayad declaró a medios que tenían un reporte de 1,700 viviendas dañadas en Puebla que tendrán que ser demolidas (esta declaración la realizó antes del recorrido que hizo por el estado, pero hasta el momento la información no ha sido actualizada a medios).
En Metepec el problema no son los víveres. Por las calles se pueden ver a jóvenes que reparten a los vecinos tortas y sándwiches, botellas de agua y refrescos. Otros vecinos menos afectados hacen arroz para repartir. En la plaza central de la comunidad hay centros de acopio y atención médica.
Al menos los víveres no son problema en este momento, pero la emergencia y la necesidad no terminarán en unos días ni en semanas. “La recuperación será lenta”, dice un rescatista de la Cruz Roja que desde el puesto de atención mira a la gente formada para recibir una despensa o unas botellas de agua.
La ayuda ciudadana ha sido enorme, la respuesta institucional lenta.
En un boletín, la Secretaría de Gobernación declaró una Emergencia Extraordinaria para 112 municipios poblanos, esto es el 51 por ciento del estado de Puebla.
En tanto, la Secretaría de Educación del estado reportó que con un avance del 46% de los planteles revisados, el 4% de estos, es decir, 213, tiene algún reporte de incidencia tras el sismo del pasado 19 de septiembre.
Al cierre de edición la información oficial sobre las personas que fallecieron era la misma que se mantuvo durante el día, 43, con 103 heridos y más 230 damnificados.