Un soldado se lleva la mano a la frente, llora. Entre los escombros de una casa en Jojutla, Morelos, encuentra el brazo de una bebé. Grita, sabe que no puede hacer más por ella, ni por su madre quien también quedó sepultada.
[contextly_sidebar id=”W8tvsq2fijWC9Viy03QcApfELBKCzKGy”]El instante queda plasmado en una fotografía tomada por un tío de las víctimas. A unos metros, fuera del cuadro, Marco Gil Vela llora la muerte de su esposa y su hija.
La imagen recorrió internet, igual que la carta que Marco le escribió al militar desconocido – y que publicó en su cuenta de Facebook – para agradecerle que arriesgó su vida para que él pudiera tener la oportunidad de despedirse de sus mujeres.
Ese martes 19 de septiembre era un día normal, cuenta Marco, fotógrafo de eventos sociales. Él estaba en Cuernavaca haciendo una sesión de fotos para unos XV años, mientras su hija y esposa estaban en casa de la madre de ella.
“Era habitual que (su esposa) les ayudara con una tienda de abarrotes, con la administración del local todo el día, comíamos allá con ellos, nuestra vida realmente giraba en torno a esa casa”, cuenta Marco a Animal Político.
Sus suegros sobrevivieron al sismo de magnitud 7.1 que dejó 73 muertos en Morelos, más de una decena de ellos se registraron en Jojutla.
La madre de su esposa, quien siempre estaba en la casa, a las 13:14 hora del sismo “había salido a comprar para comer, traía algo del mercado”. Su suegro estaba trabajando en Megacable.
Tras el fuerte sismo, Marco buscó comunicarse con su esposa, pero las líneas estaban colapsadas. La preocupación lo invadió cuando marcó a casa de sus suegros y nadie respondió.
Camino a Jojutla su cuñada lo llamó, pero no tenía buenas noticias: “Te necesito aquí, se cayó la casa de mis papás, tu esposa y tu hija están allá adentro”.
A Marco le tomó tres horas y media llegar de Cuernavaca a Jojutla, pero a él le pareció una eternidad.
“El tráfico se volvió loco, como pude y con la poca batería que tenía hable con mis papás, pedí ayuda pero ya Dios tenía sus planes”, cuenta Marco.
Entre los planes no estaba el celebrar el bautizo de su pequeña de un año, que sería este sábado 23 de septiembre.
El militar quitó escombros. Después de recuperar el cuerpo de la bebé, el soldado regresó por la esposa de Marco, un trozo de losa le cayó en la cara pero él siguió el rescate.
La imagen es una vista frontal de la casa, “pero yo vi una imagen todavía más desgarradora porque yo lo vi ahogándose (al soldado), le tuvieron que dar oxígeno”, recuerda Marco.
La gente que miraba las labores de rescate impidió que otros sacaran celulares y fotografiaran el momento, incluso evitaron que medios nacionales tomaran imagen, “como una muestra de respeto hacia los cuerpos de mi niña y mi mujer. Pero mi tío estuvo ahí, sacó su cámara y tomó la foto”.
Salvador Kellerman, tío político de Marco es el autor de la imagen que ha llegado a todas partes del país, y también quien hace años fue su primer maestro de fotografía.
Marco publicó la foto en su Facebook porque “quería buscar la manera de agradecer, porque el soldado sea quien sea se metió ahí a arriesgarse y también tenía familia”.
Tras el sismo, Marco llevó a sus suegros a su casa en Zacatepec, un municipio vecino, a unos 10 minutos de Jojutla.
Ahora apoyado por ellos y su familia debe cuidar de su otro hijo de tres años que se salvó gracias a que estaba en el Cendi.
Solo unos días antes de la tragedia, su esposa le pidió siempre ser fuerte por sus hijos, cuidarlos si ella no estaba. “Estoy triste pero me siento fuerte por mi niño, me siento fuerte por la gente que me ha hecho fuerte”, cuenta Marco.
Ahora él le pide a ella: “cuídame, bendice a toda la gente que ayuda, bendice a todos los militares a toda la gente que anda arriesgando su vida ahí, a los de brigadas, voluntarios, cuídalos porque ustedes no se fueron en vano”.
Pese a lo ocurrido, Marco no olvida a sus vecinos y amigos afectados por el sismo en Jojutla. Ha entregado algunas despensas pero “ahorita yo no tengo corazón para salir a ayudar, no tengo fuerzas. Mucha gente ha venido a darnos sus condolencias y por eso no he podido salir a ayudar como yo hubiera querido”.
A sus vecinos afectados les da un mensaje claro: “Su casa no es nada, si están todos bien, no se preocupen, somos mexicanos y somos bien chingones, vamos a salir adelante. Yo hubiera querido que mi casa se cayera, que mi esposa me hablara y me dijera ‘se cayó la casa pero la niña y yo estamos bien’”.