Una polémica manifestación organizada este sábado por grupúsculos de la extrema derecha estadounidense en Virginia se transformó en un drama luego de que un automóvil embistiera a una multitud de contra-manifestantes antirracistas, dejando al menos tres muertos.
“Tenemos gente que vino a causar caos y problemas que resultaron en tres casos fatales aquí en la ciudad de Charlottesville”, dijo el director de la municipalidad, Maurice Jones, en conferencia de prensa.
Un par de horas antes, a través de Twitter, el alcalde informó que 19 personas fueron atendidas luego de que un carro chocara con otros y provocara el atropellamiento de la multitud; y 15 más resultaron heridas por los enfrentamientos.
UPDATE: 1 deceased, 19 injured in crash at 4th and Water streets. Fifteen other injuries reported related to rally downtown #cvilleaug12 pic.twitter.com/o9bVuUvdh2
— Charlottesville City (@CvilleCityHall) August 12, 2017
Este incidente aparentemente intencional se produjo poco después de que se prohibiera esa manifestación que estuvo salpicada de violentos enfrentamientos, una situación que llevó al presidente Donald Trump a condenar los hechos, pero sin responsabilizar por ellos a la derecha radical.
“Marchábamos por la calle cuando un automóvil, una berlina negra o gris, se nos lanzó encima, golpeó a todo el mundo. Luego retrocedió y nos volvió a embestir”, relató a la AFP un testigo.
En un video publicado en redes sociales, se ve cómo un coche oscuro golpea violentamente a otro vehículo por detrás y luego retrocede velozmente en medio de los manifestantes.
El cofer del vehículo fue arrestado, según la municipalidad.
Veinte personas fueron trasladadas por socorristas, señaló el centro médico de la Universidad de Virginia.
Según varias personas que se encontraban en el lugar, las víctimas eran contra-manifestantes antirracistas que llegaron a Charlottesville para denunciar la presencia de los grupos de la derecha radical, entre ellos el Ku Klux Klan y neonazis.
Las violentas refriegas se registraron entre militantes antirracistas y grupúsculos de la extrema derecha reunidos en esta localidad, obligando al gobernador de Virginia a declarar el estado de emergencia y a la policía a prohibir la manifestación.
En medio de nubes de gas lacrimógeno, los enfrentamientos a golpes entre manifestantes de la derecha radical y contra-manifestantes se multiplicaban aún antes de comenzar la movilización, con riñas, arrojándose proyectiles e intercambiando golpes con palos, según una periodista de la AFP en el lugar.
El clima sumaba tensión porque los manifestantes portaban armas a la vista, algo que está permitido por la ley en Virginia.
Los grupos de la derecha radical querían denunciar y oponerse en forma unitaria al proyecto de Charlottesville de retirar de un espacio municipal la estatua del general confederado Robert E. Lee, quien luchó a favor de la esclavitud durante la Guerra Civil estadounidense.
Ante la situación de violencia en la ciudad, el gobernador demócrata de Virginia, Terry McAuliffe, declaró el estado de emergencia, una medida que le permite movilizar una mayor cantidad de medios policiales.
Ya hay mucho odio contenido en USA :/ #Charlottesville https://t.co/WSPi5fjT6o
— 42.195 (@aleboser) August 12, 2017
En una conferencia de prensa improvisada desde su lugar de vacaciones en Bedminster (Nueva Jersey), el presidente Trump condenó “en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados”.
“El odio y la división deben detenerse ahora”, agregó. “Tenemos que unirnos como estadounidenses con amor a nuestra nación”.
Sus declaraciones se produjeron minutos después de que el alcalde de Charlottesville (Virginia), Mike Signer, confirmara la muerte de un manifestante. “Tengo el corazón destrozado por que se haya perdido una vida aquí”, escribió en Twitter.
https://twitter.com/brennanmgilmore/status/896434516260212737
Los miembros de las milicias de extrema derecha tomaron una postura paramilitar, con fusiles semiautomáticos en bandolera, no lejos de las posiciones de las fuerzas de seguridad que fueron llamadas al lugar.
Ante los incidentes, la policía antimotines decidió no permitir la manifestación que estaba prevista y procedió a la evacuación del parque público donde iba a tener lugar. Los efectivos realizaron un número no precisado de detenciones en el operativo.
Los grupos de la derecha radical, entre los que figuraba el Ku Klux Klan y neonazis, querían denunciar y oponerse de forma unitaria al proyecto de Charlottesville de retirar de un espacio municipal la estatua del general confederado Robert E. Lee, quien luchó a favor de la esclavitud durante la Guerra Civil estadounidense.
El presidente estadounidense, Donald Trump, se pronunció sobre estos episodios a través de Twitter, llamando a la unidad. “Todos debemos estar unidos y condenar todo lo que el odio representa”, escribió. “No hay lugar para este tipo de violencia en Estados Unidos. ¡Vayamos juntos como uno!”
También la primera dama, Melania Trump, condenó el sectarismo. “Nada bueno sale de la violencia”, tuiteó desde su cuenta.
We ALL must be united & condemn all that hate stands for. There is no place for this kind of violence in America. Lets come together as one!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 12, 2017
Ante la situación de violencia en la ciudad, el gobernador demócrata de Virginia, Terry McAuliffe, declaró el estado de emergencia, una medida que le permite movilizar una mayor cantidad de medios policiales.
Algunos manifestantes, que apoyan la supremacía de la raza blanca, llegaron enarbolando banderas confederadas, un símbolo considerado racista por buena parte de los estadounidenses.
McAuliffe había exhortado el viernes a los habitantes de la ciudad a que no asistieran a la manifestación, por la cual un destacamento de la Guardia Nacional había sido puesto en estado de alerta.
“Las numerosas personas esperadas (el sábado) en Charlottesville quieren expresar ideas consideradas por mucha gente, incluido yo mismo, como abyectas. Mientras lo hagan pacíficamente, están en su derecho”, señaló el gobernador, quien había ordenado a las fuerzas del orden “actuar rápidamente y de forma decisiva” en caso de que hubiera actos de violencia.
Las autoridades temían que miles de militantes nacionalistas y militantes antifascistas se enfrentaran durante esta manifestación promovida por la extrema derecha.
“Este evento podría ser una vitrina histórica de odio, reuniendo en un solo lugar un número de extremistas inédito desde hace al menos una década”, advirtió Oren Segal, director del Centro sobre extremismo de la Liga Antidifamación, una asociación que lucha contra el antisemitismo.
El 8 de julio, algunas decenas de miembros del Ku Klux Klan ya se habían reunido en este tranquilo y pintoresco pueblo, muy superados en número por los manifestantes antirracistas. Pero las imágenes de estos extremistas con su vestimenta tradicional fueron difundidas en todo el mundo.
Esta vez, la derecha nacionalista esperaba atraer a más seguidores, gracias a la presencia de varios funcionarios del movimiento Alt-Right, que apoyó a Donald Trump durante su campaña.
Los participantes, supuestamente llegados desde todo Estados Unidos, tuvieron dificultades para hospedarse: la plataforma de apartamentos de alquiler Airbnb canceló un número desconocido de cuentas vinculadas a la extrema derecha, destacando sus principios de hospedaje independientemente de orígenes étnicos.
Jason Kessler, el organizador de la manifestación, había estimado en Twitter que esta medida equivalía a “un ataque contra la libertad de expresión y los derechos civiles”.
Por su parte, Paul Ryan, el líder republicano en el Congreso, denunció la reunión de la extrema derecha como un “espectáculo repugnante”, basado en una “intolerancia vil.”