Un día de verano de 2016, María Isabel López Leyva cargó una llanta vieja desde la colonia La Esperanza hasta La Amistad, en Culiacán, Sinaloa, a un terreno ubicado al lado de “la zona de tolerancia” en el que las autoridades de salud a nivel estatal anunciaron la ubicación de lo que sería el nuevo Centro de Salud La Amistad.
[contextly_sidebar id=”qtzfxQFs9Y3aQW1yeqrrU8JS3dpK4A85″]María Isabel pintó de blanco la llanta, la rellenó con tierra y le plantó un árbol. Así nació la jardinera del inmueble.
Pero ni la nueva unidad médica prometida ni el jardín se inauguraron el año pasado. Así que la llanta fue removida a una escuela cercana.
“Todavía no está terminado. Según el año pasado nos iban a llevar (a cambiar de módulo de atención), pero ahorita ya no nos han comentado nada”, dice María Isabel.
Ahora, la mujer hace fila de pie, como el resto de la multitud de pacientes que esperan atención médica en el viejo Centro de Salud La Amistad, un edificio sucio que tiene camas médicas empolvadas, sillas de espera que no sirven, sin aire acondicionado y con cajas negras abandonadas.
Las personas que habitan en zonas agrícolas y serranas de Sinaloa carecen de unidades médicas funcionales, en las que puedan acudir a consulta con su médico familiar.
Ernesto Echeverría Aispuro dejó la Secretaría de Salud y la Dirección de los Servicios de Salud de Sinaloa sin cumplir su compromiso de entregar los centros médicos concluidos y en operaciones.
Las unidades médicas de la comunidad Valle Escondido, en Culiacán; Escamilla, en Mazatlán; El Palmito y Agua Caliente de Gárate, en Concordia; así como en la Cruz de Elota, son obras inconclusas: son cimientos de piso, paredes y techo que no tienen ventanas, ni luz eléctrica, ni drenaje.
El centro de Badiraguato es un “cascarón”, un edificio que no opera, que no está equipado.
Como también el concluido en la colonia La Amistad, en Culiacán. Está el edificio blanco, con cristales polarizados y con cadenas y candados que impide el acceso a los derechohabientes del programa Prospera porque no hay consultorios, equipamiento ni médicos que ofrezcan atención médica.
Para edificar estas obras, en 2015 y 2016, Echeverría Aispuro contrató a la red de empresas constructoras relacionadas con su socio Luis Javier Salido Artola, quien lo apadrinó como Secretario de Salud en el Gabinete del exgobernador Mario López Valdez.
Javier Salido junto con su padre, Ildefonso Salido Ibarra, su madre María del Pilar Artola Sada y su hermana María Pilar, poseen empresas en los ramos de la cosntrucción, bienes raíces, educación, salud, medios de comunicación, imprenta y publicidad.
Pero, a través de una red de cinco constructoras: Santa Justa; Prefabricados Santa Justa, Advanti; Constructora y Arquitectura Kasta y Constructora Mansanart, que se relacionan con el dueño de El Debate, junto con Grupo Sanart del Pacífico, simularon competir en los concursos de contratación de licitaciones públicas e invitación a tres personas, para repartirse los contratos de obra pública de los Servicios de Salud.
El responsable de la Salud de los sinaloenses firmó ocho contratos por un monto de 29 millones 258 mil 762 pesos, según la base de datos elaborada por Noroeste.
Los centros médicos, según los contratos que obtuvo este diario a través de la Ley de Acceso a la Información Pública, deberían atender a los pacientes desde febrero y abril, pero ahora los derechohabientes son revisados en consultorios improvisados en casas ejidales y en los deteriorados centros de salud anteriores.
Estas obras están alejadas de su destino de ser inauguradas, están alejadas de la promesa que hizo Echeverría Aispuro.
El 8 de agosto de 2016, casi cinco meses antes de dejar la Secretaría de Salud, Echeverría Aispuro contrató a la Constructora Mansanart relacionada con Javier Salido para sustituir el centro de Salud ubicado en la zona agrícola, Valle Escondido, en la Sindicatura de Quilá.
Firmó con Manuel Sánchez Artola, primo de Javier Salido, por 3 millones 694 mil 275 pesos con recursos del fondo federal de infraestructura física, según el contrato SSS/SO/INV/010/16.
Para la contratación, los Servicios de Salud convocaron a un concurso de invitación a tres personas, en el que participaron dos empresas relacionadas con el dueño de El Debate: Construcciones y Arquitectura Kasta y Constructora Mansanart que compiten con Grupo Sinergia del Pacífico.
Pero Jesús Ricardo Solorzano Barrón, entonces Subdirector de Obra de los SSS, descalificó a Grupo Sinergia del Pacifico porque, según se observa en el acta de fallo del concurso SSS/SO/INV/010/16, no cumple con los documentos requeridos.
Entonces, el exfuncionario sólo acreditó la participación de las dos empresas del socio de Echeverría Aispuro.
Dos días después, el 10 de agosto, el exsecretario de Salud acudió a la unidad médica, se tomó la fotografía y, luego, la retroexcavadora demolió el edificio. Y prometió a la población que el “centro vanguardista” se inauguraría en diciembre.
“El Centro de Salud de Valle Escondido va a ser mucho más grande y moderno en beneficio de los habitantes del valle agrícola de Culiacán, mismo que se piensa entregar durante el mes de diciembre del presente año”, detalla el boletín de los SSS del 10 de agosto.
Ahí se anunció que el nuevo edificio contará con consultorio, sala de usos múltiples, medicina preventiva, sala de espera, cuarto para residente, área para la promoción de la salud, cocina, almacén, farmacia y sanitarios.
“Además, contará con dos médicos y una enfermera en beneficio de más de mil 400 habitantes”.
La demolición del inmueble sorprendió a los habitantes de la zona agrícola, dice Brenda Sabina Corrales Pérez, comisaria Ejidal de Valle Escondido.
“(El centro de salud anterior) está bien, estaba bueno, nosotros cuando nos dimos cuenta ya habían tumabado, no sabíamos, nadie se dio cuenta de eso”, dice.
-¿Y sí estaba funcionando bien?
Síiiii, estaba bueno todo.
Pero casi un año después, once meses con 25 días después de la demolición, el centro de salud de Valle Escondido es una obra pública incompleta, como lo son también las unidades médicas de El Palmito, Escamilla y Agua Caliente de Gárate.
El Centro de Salud debió ser terminado el 9 de marzo. Tiene 118 días de retraso.
Al lado de la cancha principal de Valle Escondido, se localiza un edificio blanco en el que trabaja un albañil, quien ahora barre los residuos de cemento. Es alto, tiene cinco habitaciones que servirán como consultorios y tres áreas que fungirán como baños públicos y privados. Tiene piso de azulejo gris, brilloso y elegante.
Debido a que la Constructora Mansanart no ha concluido el centro de salud, los pacientes son atendidos en el consultorio improvisado ubicado en la casa ejidal que no está acondicionada para tal fin.
Es pequeña, tiene cuatro ventanas sin vidrios. Tampoco tiene aire acondicionado, pese a que en el verano la sensación térmica se eleva a los 40 grados centigrados.
El equipamiento es básico: hay dos escritorios, una banca con cuatro asientos, tres abánicos, dos camas de revisión y dos más que están empaquetadas sin usar, dos básculas mecánicas y un estante de medicamentos.
Y sólo hay atención médica por la mañana.
“No hay aire, no hay nada y es muchísima calor, (atienden) a las carreras, así rápido”, describe la atención a los pacientes que provienen de las comunidades de El Piramito, La Reforma, Comanito, El Paraiso y Las Milpas.
“Agarran pocos números (consultas) porque está muy chico, no da abasto ahí”, expone, “le faltan aires, ventanas, puertas”.
Este escenario, de inoperabilidad, se repite en otros centros de Salud en Concordia en los que el ex Secretario de Salud contrató a la red de constructoras que se relacionan con su socio Javier Salido.
En la comunidad Agua Caliente de Gárate, en Concordia, hay un Centro de Salud de los Servicios de Salud al lado de la plaza principal que no opera. Es otro proyecto de obra pública sin concluir.
Esta obra debió empezar los trabajos de sustitución del edificio el 28 de julio de 2016 y concluir el 28 de febrero, según el contrato SSS/SO/IV/009/16.
El médico otorrinolaringólogo contrató a la empresa de su socio, Santa Justa, por 4 millones 397 mil 585 pesos, luego de simular el concurso de licitación pública en la que participaron otras constructoras relacionadas con Salido: Constructora y Arquitectura Kasta y Grupo Sanart del Pacífico.
Pero a la fecha los pacientes no pueden recibir atención en la unidad médica porque la constructora aún no entrega el edificio, con lo que tiene cuatro meses de incumplimiento.
“En diciembre, no le entegaron como habían dicho; por el contrario, le bajaron el ritmo y empezó el año sin trabajadores, así nomás dejaron de venir. Luego, se robaron las cosas y tuvieron que contratar gente para que cuidara el material, los que vinieron a anunciarlo nuevo ya ni se han parado”, comenta el vecino que vive cerca del sitio.
Ahí, afuera, en la plena calle está el material sobrante, el adoquín empaquetado.
En septiembre, el Centro de Salud de La Cruz de Elota se reubicó a un edificio prestado por el Ayuntamiento, un sitio inadecuado porque la Dirección del mismo se localiza en lo que antes era un sanitario, para demolerlo y ubicarlo con otro en el mismo sitio.
La afluencia de pacientes descendió por la incomidad. En ocasiones, los pacientes, sobre todo los inscritos al Seguro Popular tienen que hacer fila en el exterior del edificio, bajo una carpa.
“Todos estamos poniendo nuestro granito de arena. Con esta visita del Secretario de Salud (Alfredo Román Messina) se activaron los trabajos de la obra, y en el caso de mis compañeros médicos y enfermeras tienen puesta la camisa trabajando en un lugar que hasta cierfa forma es incómodo, ya que no es un lugar idóneo”, dice Pedro Ángel Rodríguez Ayala, director de la unidad médica.
Para sustituir el Centro de Salud La Cruz, Echeverría contrató a Prefabricados Santa por 8 millones 32 mil 393 pesos, recursos del Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud, de acuerdo con el contrato SSS/SO/LP/003/16.
La obra debió ser concluida el 5 de abril, pero sigue a “medias”.
El 12 de agosto, Ernesto Echeverría Aispuro lanzó el banderazo de sustitución del Centro de Salud Escamillas, en Mazatlán, pero ya no regresó a inaugurarlo… porque no lo terminó.
La obra debió concluirse el 9 de marzo, pero ahora sólo registra el avance del 80%, y al igual que el resto de los centros de salud mencionados, la construcción está pintada de blanco, sin luz eléctrica ni drenaje.
“Nos dijeron que en cuatro meses ya estaría listo. Es más, que para noviembre lo terminaban y nada, lo dejaron así nomás”, comenta uno de los encargados de la vigilancia.
La construcción se detuvo en febrero, sin embargo hace 15 días se retomaron los trabajos, según cuentan los vecinos.
“El ingeniero que viene se llama Miguel. Dice que se quedó así por falta de dinero, que se acabó el presupuesto del Gobierno, quién sabe si será cierto”,
Anta la falta del Centro de Salud, la casa del comisario se usa provisionalmente para atender a los enfermos. Pero ahora él está de vacaciones y las consultas se supendieron, por lo que los pacientes que tienen emergencias deben viajar hasta Villa Unión.
(Con información de Gabriela Soto, Heriberto Giusti, Sheila Arias y Magdalena Rodríguez)