[contextly_sidebar id=”kVf8i3UODtHprbHPf7da0WVDheGWL5Vj”]Muchas de las personas en las fotos de la serie “Compression in Tokyo” (“Compresión en Tokio“), del fotógrafo alemán Michael Wolf, parecen haber sido forzadas a adoptar poses raras.
Pero no. Sus posturas muestran simplemente su contorsión cotidiana en el metro de Tokio, Japón.
La incomodidad de los viajes diarios adquiere una calidad poética en las fotos de Wolf, que fueron tomadas en la estación Shimo-Kitazawa, la cual dejó de funcionar en 2013.
Aplastados contra las ventanas del tren u otros compañeros de viaje, muchos de los pasajeros van con los ojos cerrados, como si eligieran replegarse en sí mismos o entrar en un tipo de trance.
“No puedes cambiar la situación, así que la única manera de hacerlo es compartimentar, ponerla en alguna parte de tu cerebro donde no te afecte”, dice Wolf.
“Lo sufres en la mañana, lo sufres en el camino de vuelta, y es como es: no te obsesionas pensando en eso”.
La edición final de la serie “Compresión en Tokio”, de Wolf acaba de ser publicada en el libro “The Final Cut” (“El corte final”, porque la estación de tren Shimo-Kitazawa ya no existe), con el que cierra un proyecto que se originó hace más de 20 años.
“La revista Stern me envió a Tokio en 1995, después de unos ataques con gas sarín”, cuenta Wolf.
“En un momento llegué a esta estación de metro donde tomé todas las fotografías. Estuve allí 10 minutos y tomé cinco o seis imágenes de gente apoyada en las ventanas, que parecía desamparada, y ni siquiera era hora punta”.
Wolf decidió guardar las imágenes para decidir qué hacer con ellas en el futuro.
“En 2010, 15 años más tarde, tuve un poco de tiempo y encontré estas cinco diapositivas, y pensé: ‘¿Por qué no vuelvo a esa estación y veo si puedo hacer algo con eso?'”.
El fotógrafo regresó a Shimo-Kitazawa cada año entre 2010 y 2013. “Fui allí cuatro años seguidos, durante cuatro semanas cada año, y cada vez volvía con imágenes más intensas“, recuerda.
“Iba todas las mañanas desde las 7.45 hasta las 8.50, que es la hora punta, y cada 80 segundos entra un tren. Tenía 30 segundos para tomar fotos antes de que el tren se moviera de nuevo”.
El proyecto transmite una sensación de claustrofobia. “Una de las cosas que siempre me gustó hacer fue que el espectador sintiera que no puede escapar de la imagen”, le dijo Wolf a la BBC en 2014.
Esa intensidad le ha valido premios. En 2010, Wolf ganó un premio World Press Photo en la categoría Vida Cotidiana, por una de las imágenes, y la serie “Compresión en Tokio” fue preseleccionada para el Premio Pictet 2017.
Además, sus imágenes han sido ampliamente compartidas. “‘Compresión en Tokio’ se vuelve viral cada año”, afirma Wolf.
“Si ves las fotos, inmediatamente sabes de qué se tratan, y sientes empatía por las personas que están sufriendo esto, te conectas inmediatamente con ellas, no importa quién seas”, añade.
Los retratos de Wolf no parecen burlarse de los pasajeros, sino que más bien irradian intimidad.
La condensación de agua en las ventanas del metro -producto de la respiración y sudor de los pasajeros- es un recuerdo visible de la “compresión”.
“Alguien debe recogerla y destilarla, y hacer un perfume: Big City Scent (Esencia de la Gran Ciudad)”, se ríe Wolf. “Damien Hirst lo haría, y lo vendría por un millón de dólares: el sudor concentrado de un millón de viajeros, en un pequeño frasco”.
Esta es una adaptación de una historia original de BBC Culture.