El pasado 10 de mayo de 2017, Día de las Madres, fue asesinada en Tamaulipas la señora Míriam Rodríguez, madre de una joven raptada por el crimen organizado y quien no sólo se encargó de investigar y dar con el paradero de la fosa en donde el cadáver de su hija fue ocultado, sino también con la identidad de los plagiarios y asesinos.
[contextly_sidebar id=”DGAz3a8PdflQ0mPkhFR7q9Wg1SqGmp9L”]Míriam, lamentablemente, es sólo la más reciente de una larga lista de familiares directos de víctimas de desaparición, que han sido asesinados en los últimos siete años en México, en represalia por las denuncias e investigaciones que han encabezado, para dar con el paradero de sus seres queridos, y de las personas que se los llevaron.
Se trata de padres, madres, hermanos, que no sólo tenían en común el ser familiares de víctimas de desaparición. Todos sus casos también convergen en el mismo problema de impunidad, desatención de las autoridades e, incluso, complicidad entre los grupos criminales que desaparecieron a sus seres queridos y las instituciones que, supuestamente, debían garantizar sus derechos básicos a la vida y a la seguridad.
A continuación, te presentamos un breve resumen de los al menos once casos de familiares de desaparecidos que han sido asesinados de 2010 a la fecha, elaborado a partir de la recopilación de expedientes recabada por la organización civil Cauce Ciudadano.
El asesino confeso, quien informó dónde enterrado de forma clandestina el cadáver de la joven, fue liberado por falta de pruebas, según la conclusión a la que arribó el Poder Judicial.
Dos años después del asesinado de Marisela, su supuesto homicida fue detenido por las autoridades.
Nepomuceno Moreno Núñez buscaba a su hijo, Jorge Mario, desde el 1 de julio de 2010, cuando el joven de 17 años fue secuestrado, junto con otros dos amigos, por policías municipales y estatales en la carretera que va de Guaymas a Obregón, en Sonora.
Los policías secuestadores exigieron el pago de un rescate, pero luego secuestraron a dos los jóvenes que acudieron a pagarlo.
De los cinco secuestrados, uno fue hallado muerto y otro vivo, con graves lesiones, al día siguiente. El hijo de Nepomuceno y dos más nunca fueron liberados.
En 2011, Nepomuceno se integró al Movimiento por la Paz y, por esa vía, en octubre de ese año, logró presentar su caso ante el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, quien públicamente le ofreció revisar su caso.
Un mes después de esa promesa, el 28 de noviembre de 2011, Nepomuceno, Don Nepo, como se le conocía cariñosamente en el Movimiento por la Paz, fue asesinado cuando conducía su camioneta en el centro histórico de la capital sonorense. Los atacantes huyeron.
Sandra Luz Hernández buscaba a su hijo, Edgar García, un joven que fue secuestrado en 2012 cuando trabajaba como mensajero en la oficina del entonces procurador de justicia sinaloense, Marco Antonio Higuera.
Dos años después, en 2014, tras denunciar la falta de investigaciones, la señora Sandra Luz fue citada por una persona desconocida, quien supuestamente le proporcionaría información sobre el paradero de su hijo.
El 11 de mayo de 2014, al llegar al punto de encuentro, en el centro de Culiacán, capital de Sinaloa, la señora Sandra Luz fue asesinada, por un un sujeto encapuchado que le disparó 15 veces.
Una semana después, las autoridades estatales presentaron al supuesto homicida, quien confesó el crimen y reveló el lugar donde había escondido el arma y la ropa que había quedado manchada de sangre.
Las prendas y el arma fueron halladas donde el detenido había dicho que estarían.
El 13 de marzo de 2015, sin embargo, el juez Sergio Valdez Meza liberó al homicida confeso, argumentando falta de pruebas.
Luis Abraham Cabada Hernández buscaba desde el 30 de junio 1996 a su hermano Jorge y a sus familiares, Juan Emerio y Abraham Hernández. Los tres jóvenes fueron desaparecidos de manera forzada, luego de salir de una fiesta en Culiacán.
El cuerpo de Luis Abraham fue encontrado en una zona rural, el 19 de octubre de 2015, con varios disparos de arma de fuego.
Siete meses después del rapto masivo y de denunciar que no había acciones de búsqueda por parte de las autoridades, el 22 de diciembre de 2015, el señor Bernardo Carreto fue interceptado cuando conducía una camioneta por un camino de terracería, por un grupo de hombres armados que lo acribilló.
Los atacantes sólo dispararon contra el señor Bernardo, y perdonaron la vida a tres personas más que lo acompañaban en la camioneta. Luego huyeron.
La señora Cornelia San Juan Guevara Guerrero, conocida como “Doña Coni”, buscaba a su hijo Oswaldo Espejel Guevara desde el 7 de agosto de 2012, cuando fue secuestrado de su domicilio en Santa María Ajoloapan, Estado de México.
Por Oswaldo, un pequeño comerciante de 35 años y con tres hijos, los secuestradores exigieron un millón de pesos como rescate, dinero que la familia, de escasos recursos, nunca pudo reunir.
A cuatro años de iniciar la búsqueda de su hijo, desconocidos ingresaron al domicilio de la señora Cornelia y la asesinaron a tiros, para luego darse a la fuga.
Medio año después, las autoridades informaron sobre la captura del presunto asesino, quien confesó haber realizado el ataque junto con otros dos cómplices.
José Jesús Jiménez Gaona buscaba a su hija, Jenny Isabel, de 23 años, quien fue desaparecida de manera forzada en mayo de 2011, cuando se dirigía a un restaurante en Poza Rica, Veracruz.
José Jesús formaba parte de la Brigada Ciudadana de Búsqueda de Personas Desaparecidas, integrada por familiares de víctimas, que desde 2015 comenzó a rastrear fosas clandestina en el estado de Veracruz.
El papá de Jenny fue atacado, junto con su esposa, el 23 de junio de 2016, por un grupo de desconocidos que les disparó con una metralleta AK47, desde un auto en marcha. José Jesús murió, y su esposa quedó gravemente herida.
Los agresores escaparon.
Heriberto López Gastélum buscaba a su hijo, Heriberto de Jesús, de 22 años, quien fue raptado y desaparecido en julio de 2016, en Navojoa, Sonora, luego de acompañar a su casa a una amiga.
Dada la inacción de las autoridades, el señor Heriberto López se dedicó a investigar el paradero de su hijo durante los cuatro meses posteriores a la desaparición, hasta que fue asesinado, el 30 de noviembre de 2016, por gente armada que le disparó desde el interior de una camioneta, en Ciudad Obregón, cuando él se encontraba en la vía pública.
Los agresores huyeron.
Emma Gabriela Molina Canto buscó durante dos años a sus hijos, raptados en 2012 por el progenitor, un político priista acusado de corrupción en Tabasco, de nombre Alberto Medina Sonda.
Luego de dos años de denunciar el rapto, y de sufrir constante acoso por parte de la familia Medina Sonda, la señora Emma Gabriela logró ubicar el lugar en donde retenían a sus tres hijos y, con intervención policiaca, los niños fueron recuperados y el padre fue detenido y procesado por el delito de secuestro y, ya en la cárcel, fue procesado también por desvío de recursos públicos.
Emma Gabriela vivió dos años más con sus tres hijos, ante los cuales fue asesinada, el 27 de marzo de 2017, por dos hombres que abordaron a la madre de familia en la puerta de su casa y la degollaron.
Gracias a la intervención vecinal, los asesinos pudieron ser identificados, luego detenidos y actualmente están bajo juicio. La hipótesis de las autoridades apunta a una venganza del progenitor de los niños en disputa, pero también se investiga si con el asesinato, Medina Sonda buscaba impedir que Emma Gabriela revelara información sobre las redes de corrupción de las que éste formaba parte.
Gerardo Corona Piceno buscaba a su hermano Álvaro desde el 3 de agosto de 2012, cuando fue desaparecido en Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco.
Álvaro fue jefe de la policía municipal, y fue raptado luego de obtener el pago por la venta de un terreno particular.
Luego de cinco años de buscar a su hermano, y de denunciar amenazas directas de la Fiscalía General de Justicia de Jalisco, Gerardo Corona fue asesinado, el 19 de abril de 2017, en la puerta de su casa, cuando estacionaba su vehículo.
El atacante, quien le disparó con un arma de fuego, escapó.
Durante dos años, entre 2012 y 2014, la señora Míriam Elízabeth Rodríguez Martínez buscó a su hija, Karen Alejandra Salinas, secuestrada en San Fernando, Tamaulipas.
Las investigaciones realizadas por esta madre permitieron no sólo encontrar la fosa en la que fue ocultado el cuerpo de su hija, sino también la identidad de sus homicidas, quienes fueron capturados.
A partir de su experiencia de rastreo, la señora Míriam se convirtió en representante del colectivo de familias de desaparecidos en San Fernando Tamaulipas.
El pasado Día de las Madres, un grupo de hombres armados allanó la vivienda de la señora Miriam y la asesinó a tiros, para luego escapar.