Nota del editor: esta entrada fue publicada originalmente en ClickNecesario.com, el 28 de agosto de 2016.
Entre los múltiples temas de actualidad se encuentra la Ley 3 de 3 y ahora toca hablar de ello. Para los que creen que me estoy refiriendo a aquel noventero y cursi programa Full House, se equivocan pues ese en realidad era Tres por tres.
Tampoco quisiera hablar sobre Universal Stereo pues aquellos lo que tienen es su “tres en tres, tres en línea”. Para los pocos que creen que es momento de exponer mi postura sobre la Ley General de Responsabilidades Administrativas, están completamente equivocados. La ley 3 de 3 que es tema actual es la muerte, porque no existe algo tan cotidiano como lo es el deceso.
Permítanme ser más claro. Existe por ahí una leyenda urbana sobre las muertes de las celebridades y cómo llegan de tres en tres. Por mucho que quisiéramos negarlo, se trata de un fenómeno real conocido como Celebrity Death Rule of Threes. ¿Cuál es la regla? Es tan sencilla como pensar que las cosas malas vienen de tres en tres: si una celebridad muere, en muy poco tiempo perecerán dos más.
Aparentemente todo empezó el Día que la música murió, ya saben, aquella trágica fecha en que Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper murieron en un accidente aéreo. A partir de este momento, se pueden encontrar varios tríos que comparten fechas o cercanías en su fallecimiento. Para no irnos muy lejos acá un ejemplo reciente:
El 10 de enero de 2016 murió el cantante David Bowie. Cuatro días después el actor inglés Alan Rickman colgó los zapatos y otros cuatro después, el 18, el músico Glenn Frey levantó el vuelo cual águila y voló al más allá.
¡Ay, güey! ¡Y esperen, todavía hay más! ¿Se acuerdan de Michael Jackson, el señor que casi deja caer a su hijo de la ventana de un hotel? Bueno, pues Michael murió el 25 de junio de 2009 y ese mismo día horas antes, Farrah Fawcett se había convertido en ángel (no precisamente de Charlie). El tercero había llegado dos días antes con la muerte del popular conductor de televisión, Ed McMahon.
¡¿Ya se están asustando?! Quizá no porque no son celebridades, pero esperen a leer lo que sigue:
El 2010 fue fatídico. En el mes de mayo, moriría Gary Coleman (probablemente sin saber de qué estaba hablando Willis), el actor Dennis Hopper y Paul Gray, bajista de la banda Slipknot.
Ya en junio del mismo año, se nos adelantarían en el camino José Saramago (el 18), Carlos Monsiváis (el 19) y el basquetbolista Manute Bol (el mismo 19… esperen ¿quién es Manute Bol?).
Exacto, comienzan las inconsistencias. Si bien Manute Bol fue bastante conocido en el ámbito deportivo por su carrera en la NBA, podría ser discutible su nivel de celebridad en comparación con Saramago y Monsiváis. Los defensores de la “Regla de tres muertos” podrán entonces decir que el tercero en aquella ocasión no era Manute sino el caricaturista mexicano Gabriel Vargas, creador de la Familia Burrón quien murió el 25 de mayo… ¡¡24 días antes que Saramago!! Entonces ¿cuáles son las verdaderas reglas? Al parecer no existen tales. ¿Cuál es el intervalo permitido entre muertes? ¿Seis días, ocho horas, cinco semanas? ¿Quién es una verdadera celebridad y quién no? Yo soy célebre por mi imitación de una gallina bañándose pero ¿esto me hace acreedor al título de gran celebridad?
Lo más probable es que las celebridades mueren a diario (de todos los ámbitos y niveles). No existe un patrón (ni de conducta ni en los cielos mandando matar gente en tripletas). Pero la cosa está en que el humano está naturalmente inclinado a buscar patrones, incluso donde no los haya (es decir, buscarle cinco pies al gato).
El profesor John Hoopes, profesor de antropología en la Universidad de Kansas y experto en el tema, lo explica de manera fácil: “Los patrones en la muerte o los patrones de infortunios son las cosas que nos ayudan a tratar de entender el universo o la realidad de una manera que tenga sentido… en general nos incomoda tratar con el azar”.
Además, pareciera haber algo especial con el número tres en nuestra cultura: tenemos a los tres cochinitos, los tres tristes tigres, el piedra-papel-tijera y a los Tres Ases y su romanticismo musical. Existe una tendencia a buscar conexiones en grupos de tres. Algunos expertos lo explican de manera psicológica, culpando la estructura y complejidad limitada de nuestros cerebros y otros a una ideología religiosa donde El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo están presentes constantemente (hasta en los chistes parece haber una triada “Ponte que entran un inglés, un japonés y un mexicano a un bar…”).
Y es que por más increíbles o inútiles que resulten los patrones y las triadas, éstos otorgan una enorme sensación de control y quién no quiere tener el control (si hasta el de la tele nos da poder). La realidad es que al ser humano le consuela saber cuando un patrón comienza, y sobretodo saber cuándo terminará. Así, millones de celebridades respiran tranquilas cuando cae el tercero y ellos siguen vivitos y coleando.